Corriente alterna: Paul Weller y Saturno

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Hay elementos progresivos, pero tampoco demasiados, las canciones crecen más de lo habitual, se les deja correr en algunos momentos cual madreselvas por la torre, pero en absoluto rompen el formato

 

La escucha del nuevo disco de Paull Weller lleva a Juanjo Ordás a analizar ese supuesto giro hacia lo progresivo, y a recordar los pilares que sustentan su repertorio.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

Decían que Paul Weller se había pasado a lo progresivo, pero al final ha resultado que tampoco ha sido tan exagerado el giro, aunque sí valiente, muy cool, regresando con un “Saturns pattern” en el que suena renovado, con ganas de seguir encontrando novedades dentro de su oficio. Si Weller es siempre sofisticado, esta vez lo es aún más; si siempre derrocha estilo, ahora derrocha más, en una producción de etiqueta negra, en la que hay soul, rock y electrónica. Y sí, elementos progresivos, pero tampoco demasiados, las canciones crecen más de lo habitual, se les deja correr en algunos momentos cual madreselvas por la torre, pero en absoluto rompen el formato.

Por otro lado y dejando esto a un lado (o no dejándolo), sí es cierto que “Saturns pattern” es un disco atrevido que supone un punto seguido –no aparte– en la carrera de un tipo que lleva más de dos décadas empalmando discos notables, y decide seguir en la brecha jugándosela en lugar de ir a lo seguro. Hace poco estaba escuchando su recopilatorio del año pasado, “More modern classics”, y no dejaba de maravillarme ante el repertorio que ha ido cultivando año tras año y cómo en cada una de sus canciones y discos siempre ha conseguido mantener los estímulos de los oyentes bien arriba. Y la respuesta es fácil: porque a Weller le importan tanto las canciones en sí como el sonido con las que las pare al mundo. Y en “Saturns pattern” ha vuelto a hilar fino. Es arrancar con el single ‘White sky’ y empezar a alucinar con su masculinísima voz sobre una batería que bien podría pertenecer a Led Zeppelin, sonando al Weller de madurez con un punto aún más cool que de costumbre, si es que eso es posible. Pero lo cierto es que el factor cool y el sonido aséptico cuadran a la perfección con el calor vocal que emana de este hombre cada vez que canta, llevándonos un ratito al cosmos cada vez que “Saturns pattern” hace honor a su nombre y casa góspel con alumbrado intergaláctico. Muy estimulante.

Anterior entrega de Corriente alterna: “El souvenir de Cohen”

 

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