Corriente alterna: Las evoluciones de Andrés Calamaro

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andres-calamaro-06-10-13

«Un gran trabajo, mostrando a un Calamaro comedido que parece haberse vuelto a centrar, cuyo genio brilla otra vez en un álbum de sonoridad limpia»

 

Juanjo Ordás trata de explicar dónde hay que situar «Bohemio» en la obra de Calamaro, comentándonos, de paso, sus impresiones sobre el disco.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

Parece que cualquier obra que grabe Calamaro esté destinada a batirse en duelo con “Alta suciedad” y “Honestidad brutal” –sus dos grandes obras maestras–, bien para demostrar una superioridad que nunca alcanzará ese nuevo disco o bien para mostrarse digno contendiente de dos de los mejores discos de todo los tiempos.

En ese juicio, a veces se nos olvida que antes de ambos el Calamaro solista ya había grabado ni más ni menos que dos álbumes notables (“Por mirarte”, “Nadie sale vivo de aquí”) y que en los últimos años se ha descolgado con trabajos sobresalientes (“El palacio de las flores”) y nuevamente notables (“La lengua popular”). Sin embargo, es su autor quien provoca en parte que el público haya detenido el tiempo al haber seguido a sus dos obras maestras con discos complicados, giros de género complejos y una falta de continuidad que no ha sido problema para otros compañeros.

Pero lo cierto es que el tiempo no se detuvo, que Calamaro ha seguido creando y que con “La lengua popular” comenzó a recuperar el pulso del presente, de los cauces comerciales y obvios de los que en su día se apartó. Sin embargo, incluso en ese regreso a la autovía típica no ha conseguido volver a encadenar grandes obras de forma consecutivas como antaño. Al citado “La lengua popular” le siguió un desgastado “On the rocks” sin dirección y firmeza, por lo que “Bohemio” supone un nuevo renacimiento. Porque como disco vuelve a ser un gran trabajo, mostrando a un Calamaro comedido que parece haberse vuelto a centrar, cuyo genio brilla otra vez en un álbum de sonoridad limpia –en la línea de lo que el  productor Cachorro López ya hizo para “La lengua popular”– pero de trazos distintos, más pulidos que nunca con unas letras con menos recovecos líricos que en otras etapas de su autor.

Esta vez el fraseo y su contenido literario se ponen más que nunca al servicio de unas canciones que solo desean sencillez y una sobriedad muy pop, con carne sin llegar a ser densas, en las que la variedad manda aunque en un menú definido por temas fronterizos, rockeros y románticos (¡sí, hablamos del Calamaro más romántico jamás visto!). Se echa de menos más grasa, más calor, pero lo cierto es que el sonido es exquisito. No se han buscado arreglos específicos para cada canción, siendo la voz del cantante la que otorga identidad a cada tema, por lo que hablamos de un tipo de disco muy distinto a “Alta suciedad” y “Honestidad brutal”, pero está a la altura de “Por mirarte” y “Nadie sale vivo de aquí”, algo que bastará a cualquiera de sus seguidores para hacerse una idea del nivel de la obra.

Para aquellos que no le sigan, comentar que gracias a su perfecta estructura, “Bohemio” es un disco ideal para escuchar por primera vez a Andrés Calamaro, siendo en ese sentido un disco inteligente con el que familiarizarse muy fácilmente. Sin duda, es el trabajo más «radio friendly» del músico a lo largo de toda su carrera, lo que se traduce en que esta vez no ha preparado un primer y segundo plato, sino un elegante sorbete de limón para gourmets.

Anterior entrega de Corriente alterna: La caja de pandora del rock and roll.

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