Corriente alterna: ¿Ha muerto el rock?

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«Lo que el rock tiene que proporcionar es libertinaje cultural, permitirte ser lo que deseas ser dentro tuyo, poner banda sonora a tu vida, no ser tu vida»

 

Juanjo Ordás se pregunta si el rock ha muerto, y la única respuesta que encuentra a tan peliaguda cuestión es que el rock debe ser tan terrenal como divino.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

Dicen que el rock ha muerto. Yo no lo sé. Lo mismo es verdad. Lo mismo murió en los sesenta con la contracultura, lo mismo su defunción data de la orgía que fueron los setenta, o lo mismo aún vive en los discos y conciertos de Dylan y Nick Cave, que hacen lo que les sale de los cojones. Quizá ha cambiado de manos, quizá ya no está entre los dedos de Keith Richards ni en la tumba de Elvis, a lo mejor está ahí, en esas figuras que siguen haciendo del rock su tarjeta de presentación y libertinaje cultural. Porque si el rock no es libertinaje cultural, ¿para qué lo queremos?

Hablan de que el rock era liberación, o que todavía lo es, o que debería serlo. No es así. La liberación personal depende de uno mismo, lo que el rock tiene que proporcionar es libertinaje cultural, permitirte ser lo que deseas ser dentro tuyo, poner banda sonora a tu vida, no ser tu vida. Es tan fácil dejarse sublimar por el rock and roll, tanto como por –¿supuestos?– antagonistas culturales como el fútbol o los programas de corazón, pero el rock and roll no debe dejar de ser una camiseta que te envuelve, esa que tanto te gusta de The Doors o The Velvet Underground, esa música que suena con cada paso que das, o la que suena en los auriculares de tu mp3. El rock es el tabú en el que te quieres revolcar como un cerdo o una cerda, es el ascenso iluminado a los cielos de un conocimiento nuevo que estaba dentro tuyo. El rock son tantas cosas que a veces se pierde de vista. Terrenal, divino.

Anterior entrega de Corriente alterna: La bohemia del bohemio Calamaro.

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