Corriente alterna: Gilipollas de viernes noche

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«Ahí llega ese fantástico estribillo, unid vuestros brazos, unid vuestras cabezas y gritad, gritad todo lo que podáis ese estribillo. Guau, sois una verdadera tribu. Este viernes es como los viejos tiempos»

 

Es viernes por la noche y has quedado en casa con unos colegas, música atruena, corre el alcohol, os lo estáis pasando en grande… A Juanjo Ordás le da lo mismo lo que hagas, pero esta columna tiene moraleja.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

A mí me da igual lo que hagas en el salón de tu casa un viernes por la noche. En serio, me da igual aunque puedo imaginarme qué es lo que haces.

Llamas a unos amigos y os juntáis allí. Es un día perfecto, tu mujer se ha ido el fin de semana o quizá han sido tus padres los que han dejado la casa libre contigo como único ocupante. Hasta que llegan tus amigos. Entonces, es momento de pasarlo bien. Que corra el alcohol. Sin moderación. ¿Y la música? Alta, bien alta. Hermanaos mientras suena. Oye, ahí llega ese fantástico estribillo, unid vuestros brazos, unid vuestras cabezas y gritad, gritad todo lo que podáis ese estribillo. Guau, sois una verdadera tribu. Este viernes es como los viejos tiempos. No cabe la menor duda. Estáis todos los del grupo, los cinco amigos que siempre salíais de marcha. Rock, más rock. Alcohol, más alcohol.

Siempre se te dio bien imitar al cantante de esa canción que está sonando ahora, así que vuelves a demostrarlo. La hostia, es como si tuvieras el micrófono en la mano y todo un estadio a tus pies. Te mueves como él, cantas como él. A tus amigos les encanta. Mira tu colega, se está haciendo al aire el solo de guitarra. Tú salta, salta. Te caes encima de tus colegas, casi les revientas en el sillón. Qué risa. A estas alturas ya hace un calor insoportable y estáis sin camiseta, como machos de pelo en pecho, esto es parte de la hermandad. Y la hermandad solo necesita un combustible: Más alcohol. La música está alta y vosotros habláis todavía más alto. ¿Para qué la tenéis puesta? Si ya ni la estáis escuchando pero es un bonito ruido de fondo. Además podéis gritar aún más alto, cantar las partes de las canciones que más os gusten y volver a vuestra conversación.

Un par de estribillos a voz en grito y de nuevo a hablar de la novia de este o aquel, o de aquel día en que os lo pasasteis tan bien como este. Ahora drogas, qué ricas. Y en confianza. Unas cuantas rayas y venga, de vuelta al meollo. Esa canción, ¡qué buena es esa canción! Os gusta a todos, os agitáis como seres primitivos, empujándoos, de un lado a otro del salón, una botella al suelo, bueno, ¿qué se le va a hacer?

Volvamos al principio. A mí me da igual lo que hagas en el salón de tu casa un viernes por la noche. En serio, me da igual, ¿pero por qué te comportas en un concierto como si estuvieras en el salón de tu casa, GILIPOLLAS?

Anterior entrega de Corriente alterna: Romper los tabúes.

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