Corriente alterna: El taller musical de Bob Dylan

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«Este no era el Dylan que Dylan quería mostrar, esto no es más que un paseo por su taller creativo, algo siempre excitante cuando hablamos de él, una visita a realidades alternativas»

 

Juanjo Ordás regresa a las «bootleg series» de Bob Dylan, a propósito del nuevo volumen. Unos álbumes que no es que sustituyan a los originales, sino que muestran el taller creativo del compositor.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

Bob Dylan siempre es único. Y cuando hace las cosas bien, las hace muy bien. Poner en marcha hace años las «bootleg series» fue una jugada inteligente. Por una parte mantenía su leyenda renovándose con cada lanzamiento, por otra, no comprometía sus lanzamientos presentes y futuros. Así, Dylan ha seguido trabajando su carrera con discos memorables y cada vez que lanza una retrospectiva de inéditos tiene a la prensa de medio mundo reactualizando su pasado.

Sin embargo, hay que entender las «bootleg series» como un extra, como una reescritura. En ellas se encuentran canciones brillantes que nunca se editaron de manera oficial, versiones alternativas mucho más emocionantes que las que completaron los álbumes (¡esa fantástica ‘Most of the time’ del volumen ocho!), pero por mucho que nos maravillen, no son las que Dylan decidió editar en su día. Mejorarán la opinión sobre una época, pero no son lo que ocurrió, no son la imagen que Dylan quiso dar, sino un vistazo al baúl de un artista al que ninguna discográfica decía no.

Dicho esto, “Another self portrait” –es decir, el volumen diez de la serie– es fenomenal. Abarca una etapa muy recogida de Dylan, la de hombre de familia, alejado de los focos pero sin dejar de crear, moviéndose concretamente entre los álbumes “Self portrait” y “New morning”, con canciones inéditas, tradicionales y originales, echando la vista aún más atrás para poner el punto de partida en las «Basement tapes» junto a The Band, momento en el que comienza ese recogimiento de Dylan lejos del mundanal ruido aunque hay que insistir: aquí el alimento proviene especialmente de los antedichos álbumes, obras complicadas con las que Dylan se rebelaba contra público y crítica en un movimiento comprensible, ironicamente propio de alguien bastante centrado como este trabajo muestra. Pero, claro, este no era el Dylan que Dylan quería mostrar, esto no es más que un paseo por su taller creativo, algo siempre excitante cuando hablamos de él, una visita a realidades alternativas, a canciones que pierden arreglos, otras que los ganan, algunas que se presentan ante el público por vez primera. Pero dentro de todos los retales, se ha conseguido coherencia.

Los «bootleg series», al tratarse de recopilatorios de material inédito ubicado en una era concreta, siempre se acompañan de un grueso libreto fundamental para entender el contenido del disco. Lo mismo ocurre con “Another self portrait”, siendo sus páginas un bastón para disfrutar al máximo de esta colección de canciones, algo sencillo en realidad.

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