Confortable decadencia, de Hotel Nebraska

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DISCOS

«El regusto que tendía a los arreglos más cuidados, barrocos incluso, se ha convertido en un sonido más neto, más directo»

 

Hotel Nebraska
Confortable decadencia
INFINITO DISCOS/BONAVENA MÚSICA, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Han pasado cuatro años desde que publicaron La nostalgia y el dúo formado por Guillermo Llopis y Gonzalo Anaya ha limpiado su sonido. El regusto que tendía a los arreglos más cuidados, barrocos incluso, se ha convertido en un sonido más neto, más directo. En dos direcciones, eso sí; parte del disco se centra en una potencia que refleja rasgos de rock clásico, de carretera incluso, y otra parte desvela melodías cristalinas, pop por la cara y espíritu festivo. Con ambas estéticas aciertan, todo hay que decirlo.

La formación es también el instrumental del rock clásico, que encuadra perfectamente canciones que beben de guitarrazos y el buen manejo de la batería por parte de Edu Olmedo. Ahí están el rock potente, sin fisuras y con claridad de la que da título al conjunto y, además, es el single, o el oxígeno abierto de “Temperaturas en aumento”. “La máquina” o “Pasa” estarían dentro de estos parámetros, pero son mucho más acústicas, más cercanas a la americana, la segunda con un par de solos maravillosos. Y “Amnesia” es puro Springsteen a la hispana.

Por otro lado, tenemos en “Horas contadas” —con el primer fraseo sacado de “La dolce vita”, de Ryan Paris—, un estribillo especialmente feliz, tanto por lo bien resuelto como por generar alegría chicletera, bubblegum. Y el ambiente pop se potencia en “Vivir es un estado mental” que bebe del “Chewy Chewy” de The Ohio Express, de Los Diablos, del “Ob-La-Di, Ob-La-Da”. Las dos canciones huelen a verano y a Hammond.

“Ratos muertos” combina las dos direcciones: una melodía extraordinariamente adictiva y pop y una consistencia en los instrumentos que los convierte en una férrea maquinaria de sonido. Sin embargo, las letras que se ajustan a estas melodías parecen tocadas por el confinamiento. Hablan sobre el poder sanador de la música en “La canción que me salvó la vida”, sobre el pasado que te envía postales y tú llamas a su puerta en “Droga dura”, o sobre el cambio climático en “Temperaturas en aumento”. “Decadencia” y “Amnesia” abren y cierran el disco. Pero no se preocupen, son letras bien construidas y en el fondo vitales. De por sí, y porque las hace vitales una estructura sonora maravillosa.

Anterior crítica de discos: Home, de Rhye.

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