Cómics: «El albino», de Enrique Sánchez Abulí y Marcelo Pérez

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«Cuando se adentra en creaciones negras, duras, es como si ese fuera su género favorito, en el que se mueve más a sus anchas, quizá es para el que está más dotado de natural»

 

Enrique Sánchez Abulí y Marcelo Pérez
«El albino»
EDITORES DE TEBEOS

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

Sería decir Enrique Sánchez Abulí, ponernos en pie e inclinar el tronco en señal de respeto. Pero, no, para nada. Poco importa la obra que atesoren, aquí los guionistas de cómics nunca han merecido demasiados reconocimientos. Solo son ese nombre que figura al lado del dibujante, la verdadera estrella. Sin embargo, si lo que decimos es Luca Torelli, o Torpedo, seguro que la mayoría sabe a quién nos referimos, a ese gángster desalmado de cruel sentido del humor que es una de las grandes obras del cómic negro. Vale, pues por situarnos y conocernos todos un poco, digamos que Enrique Sánchez Abulí es el padre de Torpedo, su padre literario, pues se trata de una creación surgida de su ingenio, puesta en imágenes, primero y brevemente, por Alex Thot, y luego y por siempre por Jordi Bernet.

Abulí, como guionista de historietas, es lo que se conoce como un profesional (lo mismo que Torpedo, aunque cada uno en lo suyo) de aquellos de la vieja escuela y, como tal, ha probado géneros de lo más variados, sin embargo tiene un algo especial cuando se adentra en creaciones negras, duras. Es como si ese fuera su registro favorito, en el que se mueve más a sus anchas, quizá es para el que está más dotado de natural. Y no solo Torpedo es prueba de ello: con el mismo Bernet firmó algunos otros títulos que lo ratifican. Y al género negro se adscribe también «El albino», un relato dibujado en 1996 por el argentino Marcelo Pérez (en la actualidad volcado con notable éxito a la ilustración) para el mercado francés que ahora, por primera vez, conoce edición en castellano.

En «El albino», Sánchez Abulí teje una historia, ambientada en un pueblo cercano a San Diego, de carácter coral y que atraviesa el tiempo alrededor de un grupo de jóvenes amigos y su particular objeto de deseo femenino: una adolescente del lugar. Con la maestría de los grandes narradores, la tensión asfixiante crece ante nuestros ojos pero un giro inesperado sorprende a los protagonistas y al mismo lector. El dibujante, con estilo realista, se ajusta al relato, pues sabe que aquí es éste el que importa, y solo el tratamiento del color chirría en algunos momentos, por accesorio. Estamos ante un libro de aquellos que dejan un excelente recuerdo y que sirve para completar (y comprender) otro poco la obra del fenomenal Sánchez Abulí.

Anterior entrega de Cómics: “Marco Antonio. Obra completa”, de Mique Beltrán

 

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