Cine: «Somos la noche», de Dennis Gansel

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«Se regocija en el lado lúdico y deleitoso de la actividad de los no-muertos, recuperando las inclinaciones más eminentes de nuestro querido Jess Franco. Ésta es una de las razones por la que la cinta del director alemán se presenta tan apetecible»

 

«Somos la noche»
(«Wir sind die nacht»,  Dennis Gansel, 2010)

 

 

Texto: CÉSAR USTARROZ.
 

 

Tras malograr media falange con motivo de una fatal mordedura humana, tuve el reconfortante privilegio de acceder a una curiosa información de boca de mi cirujano. Y es que el número de intervenciones de urgencia practicadas a lo largo del año por dentelladas liberadas durante el transcurso del acto sexual alcanza cifras extraordinarias. Los niveles de infección son más altos si cabe que los transmitidos por cualquier animal doméstico, compitiendo en bacterias con el dragón de Komodo (Varanus komodoensis), lagarto prehistórico que evita el cepillado diario desconociendo por extensión el enjuague bucal.

El “mordisco en seco” con reminiscencias sexuales ha promovido tan barrocas elucubraciones literarias como dispares son las teorías que intentan explicarlas en el campo de la psicología. Bien pudiéramos abarrotar incontables páginas solo con enumerarlas. A esta abundancia de textos le añadimos la sangría causada por la perniciosa saga «Crepúsculo», fenómeno que ha instruido una nutrida comunidad de exégetas a la que no queremos ofender. Por lo tanto, antes de introducirnos por livianas interpretaciones, vamos a decantarnos por la que se erige como constante; aquella que insinúa la apetencia carnal bajo la metáfora de la doble laceración inducida por los colmillos del Nosferatu.

Se estrena en España una entretenida versión del mito de los chupasangres que obtuvo el premio especial del jurado en Sitges 2010. «Somos la noche» recupera gratamente la polimorfa sexualidad que contiene la tradición vampírica concediendo preferencia a la homosexualidad, desenterrando significados que le acercan con mayor justicia al placer prohibido por la moral judeocristiana. Dennis Gansel se regocija en el lado lúdico y deleitoso de la actividad de los no-muertos, recuperando las inclinaciones más eminentes de nuestro querido Jess Franco. Ésta es una de las razones por la que la cinta del director alemán se presenta tan apetecible.

La tríada de alocadas vampiresas germánicas que protagoniza «Somos la noche» revela su atracción lésbica con el asalto a la primera víctima. Louise (Nina Hoss) pronto pone de manifiesto el incontrolable impulso que siente hacia las féminas en una acometida inicial llena de sentido y sensibilidad.

La bifurcación hacia un personaje paralelo no supone una interferencia sino una conveniente línea argumental utilizada con pericia para imprimir rentabilidad al archiconocido mundo de los vampiros. La aportación de Karoline Herfurth en el papel de Lena engrandece sin duda esta resolución. Lena supone el antagonista que necesita Louise para sublimar sus apetitos; una figura de naturaleza indeterminada, de origen innoble, envuelto en una aureola salvaje que excita el ansia por desvirgar y someter que remueve a los espectros de la noche. ¡Ñam!

Puede que pasado mañana no nos acordemos de «Somos la noche» como pieza representativa del universo de los chupadores de sangre, género revitalizado en número en los últimos años. Sin embargo su modo de proceder no esconde pretenciosidad. La exaltación de la parranda viene arropada con un buen sentido del ritmo, cualidades que le vinculan con los propósitos que dignifican a la Serie B encuadrada en el mismo género.

Anterior entrega de cine: “Una botella en el mar de Gaza”, de Thierry Binisti.

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