Cine: «En un lugar sin ley», de David Lowery

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«Nos guste o no, la vida no sería igual sin el mejor cantautor de los últimos 3.5 millones de años. Tampoco sería lo mismo ‘En un lugar sin ley’ sin su banda sonora»

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«En un lugar sin ley»
(«Ain’t them bodies saints», David Lowery, 2013)

 

 

Texto: CÉSAR USTARROZ.

 

 

Asegura Elvis Costello que escuchar «Anthology of american folk music» es como descubrir el guion oculto de tantos y tantos dramas familiares musicalizados. El reconocimiento de la compilación llevada a cabo por el genio inabarcable de Harry Smith no es para menos. Lanzada en 1952 por Folkways Records, «Anthology of american folk music» recuperó parte del pasado cultural de los Estados Unidos a través de la música popular, y por supuesto, como debería saber todo hijo de vecino, constituye el manantial del que fluye la inventiva de Bob Dylan. Nos guste o no, la vida no sería igual sin el mejor cantautor de los últimos 3.5 millones de años. Tampoco sería lo mismo “En un lugar sin ley” sin su banda sonora.

Daniel Hart, consciente o inconscientemente de la importancia de este legado (en la entrevista publicada por «Anobium» no llega a quedar claro) compone la música para la última entrega de David Lowery inspirándose en una tradición que nos retrotrae a las dos primeras décadas del siglo XX, tiempo que todavía perdura congelado por el viejo cielo de la Texas rural de los años setenta (la alusión a “lo viejo” es constante a lo largo de todo el film). Pero estamos convencidos de que Daniel Hart entiende que la banda sonora tiene que expresar la idea que subyace a las imágenes. Puesto que el subrayado no aporta nada, la música tiene que expresar sentimientos ayudando a construir el tono del film (cómo son tocados los instrumentos y la forma en que éstos se combinan en relación a la esencia de la película), erigiéndose como elemento unificador del montaje e introduciendo principios de cambio preparando la llegada o resolución de un conflicto mediante la intensificación del ritmo. El banjo, la mandolina, los instrumentos de viento y la percusión desembalan los orígenes de la música folk amarrada a historias de violencia no exentas de ternura. Así se transmite la romántica conjura que enlaza para siempre los corazones de Bob Muldoon (Casey Affleck) y Ruth Guthrie (Rooney Mara). Los barrotes de la prisión no bastarán para reprimir el obsesivo reencuentro de Bob con Ruth. Personajes descuajados resistiendo al destino con la fuerza vital que concede la tierra de la que proceden. Ladrones de poca monta con un fatal desenlace escrito de antemano. ¿Esperaban algo más?

David Lowery hace bien en marcar las pulsiones entre personajes por medio de la musicalidad, carácter que establece la naturaleza de “En un lugar sin ley”. De un mundo tan hostil no cabe soñar otra fuga sin el latir de la música.

Anterior crítica de cine: “3 días para matar”, de McG.

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