Cine: “Citizenfour”, de Laura Poitras

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“La cámara es testigo directo de esas primeras entrevistas entre Greenwald y Snowden, de la sorpresa, la tensión, el nerviosismo, la paranoia y la incertidumbre”

citizenfour-27-03-15

“Citizenfour”

Laura Poitras (2014)

 

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ

 

 

En 2013, el ex empleado de la CIA Edward Snowden trabajaba como analista para la NSA (la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense) en Hawaii a través del contratista de defensa Booz Allen. En junio de ese mismo año, se reunió en un hotel de Hong Kong con el periodista Glenn Greenwald y la realizadora de documentales Laura Poitras con la firme intención de hacer públicos un conjunto de programas del gobierno norteamericano destinados a la recopilación indiscriminada de datos y la vigilancia masiva sobre la ciudadanía. El resto es historia. Citizenfour es su “cómo se hizo”.

En pocas ocasiones ha sido más pertinente la expresión “estar en el momento adecuado en el lugar adecuado” como en esta. En lo que la propia Laura Poitras define como el cierre de una trilogía sobre los devastadores efectos de la supuesta guerra contra el terrorismo de EE.UU. (tras My country, my country y The Oath, de 2006 y 2010 respectivamente), la cámara es testigo directo de esas primeras entrevistas entre Greenwald y Snowden, de la sorpresa, la tensión, el nerviosismo, la paranoia y la incertidumbre. En cuanto al cine, es siempre en presente para la audiencia (a pesar de saberse rodado en el pasado), la acción ya ocurrida parece desarrollarse en tiempo real frente a un espectador que no puede evitar verse contagiado de esas poderosas emociones. La gastada etiqueta de “documental” es vapuleada, trascendida y subvertida por situaciones reales que trivializan los mejores films de espionaje y cuya presentación en pantalla resulta tan perturbadora en su fondo como cercana y sencilla en su forma. Como si “Todos los hombres del presidente” (Alan J. Pakula, 1976) pudiera haberse rodado con imágenes reales.

La breve aparición-cameo de Julian Assange remite a la lamentable banalización de su historia en ese biopic con burdas aspiraciones de thriller que fue “El quinto poder” (Bill Condon, 2013) y nos recuerda que la realidad siempre supera a la ficción. De hecho, las filtraciones de Edward Snowden y Citizenfour demuestran que la realidad supera incluso a la ciencia-ficción. Todas las famosas distopías de la cultura popular están hoy desfasadas y los medios de vigilancia y subyugación imaginados por artistas y escritores ni siquiera se acercan a la magnitud de la cuestión aquí tratada. La alienación de la ciudadanía es eficiente porque nosotros mismos alardeamos de nuestra falta de privacidad mientras creemos vivir en una sociedad que supuestamente nos permite la consecución de la felicidad a través de una absoluta libertad de elección.

 

Bienvenidos al “mundo feliz” de 1984.

 

Anterior crítica de cine: “El año más violento”, de J.C. Chandor

 

 

 

 

 

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