Christina Rosenvinge: Hail, hail, Rosenvinge

Autor:

Christina Rosenvinge
7 de febrero de 2009
Joy Eslava, Madrid

 

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

 

El retorno de la dama blanca del pop español al castellano ha sido todo un éxito. Tu labio superior fue uno de los discos más notables del pasado 2008 llevando a su autora a acaparar titulares de actualidad. Quizá por ello la sala Joy Eslava registró un lleno en su fecha final de gira, y es que Rosenvinge ha conseguido ampliar su público manteniendo la fidelidad del reducto indie (todo un mérito, no lo dudéis). Precisamente, una de las grandes sorpresas de la noche fue el educado comportamiento de la afición, respetando silencios y demostrando una gran devoción cuando se terciaba. Sorprende el comportamiento fanático de gran parte de los seguidores de la autora, aplaudiendo con estruendoso fervor mientras ella misma se encargaba de conducirlos a su antojo mediante cercanía, complicidad y tablas, muchas tablas.

El porte de la rubia impresiona, su imagen es mítica y es inevitable apreciar su carisma. Acompañándola se encontraba Charlie Bautista como guitarra y la misma banda que grabó Tu labio superior: Steve Shelley (Sonic Youth), a las baquetas; Chris Brokaw (ex Come), a la guitarra; y Jeremy Wilkins, al bajo. Un lujo, un grupo compenetrado para respaldar a una compositora en estado de gracia.

Abriendo con «Tu boca», desde el inicio quedó claro que la ejecución sería cruda, respetando los matices de las versiones en estudio pero sin remilgos –la guitarra ritmica de Christina sonoba al mismo volumen que las de Bautista y Brokaw–, sin concesiones ni delicadeza. Rugidos sensibles, tempestad sonora. Tan sólo la interpretación de «Animales vertebrados» en solitario y al piano marcó un alto en el camino, y aun así la intensidad no decreció. Las pocas piezas que interpretó en inglés no encajaron mal con el resto del repertorio en castellano, pero habiendo iniciado una nueva etapa en nuestra lengua quizá habría sido más acertada su sustitución por viejos temas como «Alguien que cuide de mí» o «Mi habitación». Aun así no hay queja y también es lógico que no quiera dejar de lado su etapa norteamericana.

De todos modos, las concesiones al pasado fueron brillantes (muy buena «Señorita») y ofreció prácticamente al completo las canciones de Tu labio superior, destacando el vitoreado single «La distancia adecuada», la tensa «Eclipse» y la noise «Anoche» (geniales en esta última Chris Brokaw). Sólo una única invitada (Lourdes, de Russian Red, durante «En la noche») y una Christina Rosenvinge como única estrella, marcando cada canción con su personalidad, deleitando con simpatía a sus seguidores, agitándose y manteniendo ese curioso halo de misterio que parece acompañarla haga lo que haga. Siendo capaz de agradar mientras disfruta, no dudó en marcarse suculentas caras B sólo encontrables en Tu labio inferior, EP que acompaña a la edición en vinilo de Tu labio superior y que esa noche fue regalado a los 200 primeros compradores que se hicieron con la entrada. Así pues, uno estaba allí dispuesto a encarar piezas conocidas y desconocidas, en una representación musical cuidada, refinada y salvaje. Daba igual cuál fuera el siguiente tema, la convicción de Rosenvinge y su banda elevaban cualquier canción que ejecutaran. La perfecta mezcla de fragilidad y dureza.

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