Chloe and the next 20th century, de Father John Misty

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DISCOS

«El disco más clásico de los cinco que ha hecho. El que tiene un sonido que más se retrotrae en el tiempo»

 

Father John Misty
Chloe and the next 20th century
SUB POP, 2022

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

Podría ser uno de los últimos grandes románticos, si no fuera por esa cuota de inteligente cinismo que aplica a sus canciones. Y más aún con este disco, el primero con portada en blanco y negro. Y no es casual: es el más clásico de los cinco que ha hecho. El que tiene un sonido que más se retrotrae en el tiempo. El que se sirve de arreglos orquestales con más fruición, dispuestos por el arreglista Drew Erickson bajo supervisión del habitual Jonathan Wilson y el propio Josh Tillman (Father John Misty).

Registra una nueva cota de refinamiento en su lenguaje, desde luego. La más confortable, cálida, suntuosa y también asequible para todos los públicos. La que se amolda más claramente al perfil de crooner, porque canciones como “Kiss me (I loved you)”, “Funny girl” u “Only a fool” podrían haber nacido en los años cincuenta. Podrían ser fruto de la era dorada de las big bands. Es verdad que otras, como “Goodbye Mr. Blue”, remiten a ese canon a lo Harry Nilsson con el que siempre se le ha comparado, pero este es un disco mucho más Jimmy Webb o Glen Campbell, si hubiera que trazar un paralelismo con algún artista de la misma época.

En “Chloë” se deja empapar por la tradición del music hall, en “(Everything but) her love” se marca un vals, en “Olvidado (otro momento)” le da a la bossa nova y en “The next 20th century” se maneja en el terreno del country noir crepuscular y cinemático. Impecablemente diseñado y ejecutado, surcado por su sempiterna elegancia y su perspicacia lírica (marca de la casa) y excelentemente cantado, Chloe and thenext 20th century (2022) redondea una década prodigiosa, la que ha transcurrido desde su debut, durante la cual hemos asistido a la consolidación, sin apenas altibajos, de una estrella única cuyos poderes no podíamos ni intuir cuando tocaba la batería en Fleet Foxes, ni tampoco cuando debutaba como J. Tillman y teloneaba a Josh Rouse ante poco más de veinte personas, en salas de nuestro país, hace ahora dieciséis años.

Anterior crítica de discos: We, de Arcade Fire.

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