Cementerio indie, de Airbag

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DISCOS

«Repiten fórmula sonora por las ciénagas de ese pop fulgente que colinda al norte con el surf californiano y al sur con el punk chicle»

 

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Airbag
Cementerio indie
SONIDO MUCHACHO, 2019

 

Texto: SARA MORALES.

 

Plantarle cara a la cotidianidad cantando puede perecer sencillo. Las historias de escalera, los enredos humanos, las inquietudes personales o los tropiezos con nuestra realidad más próxima y los aborígenes que la pueblan, se convierten de forma natural e inevitable en nuestra musa más recurrente. Pero hacerlo con la gracia del sarcasmo audaz o la ironía valiente, aportando un plus simpático a la hora de profundizar en malestares o lacras, es un don que solo poseen unos pocos. Enre ellos, Airbag, que vuelven a arremeter con todo ello este 2019, tras más de veinte años haciéndolo. Y, lo que es mejor, con la soltura de quienes a cada paso perfeccionan porque se atreven a explorarse a sí mismos y no se achantan ante su propia combustión.

Cementerio indie no se aleja indiscriminadamente de sus predecesores, pero aun manteniendo el afán divulgativo de una obra lineal y coherente, los de Estepona aciertan en contenido y aportan virguerías detallistas en continente. Repiten fórmula sonora por las ciénagas de ese pop fulgente al que nos tienen acostumbrados, que colinda al norte con el surf californiano y al sur con el punk chicle. Con el aroma de un mar por el que se navega a un ritmo menos trepidante y veloz que otras veces, pero que continúa siendo rápido en ideas y también en ritmo; con la frescura y el nervio de lo impaciente, pero concediendo tiempos para la interiorización del mensaje y el regocijo melódico. Porque entre las tumbas de este camposanto sesentero, donde el power pop sixtie resuena dominante («Eleven y Mike», «Phantasma», «Linda Cuy»…), vamos a encontrarnos también con tormentas de nostalgia, entre el noise y la distorsión que trae consigo «Memoriax 500», con pequeños oasis de escapismo exótico en «Cita en Honolulú» o con el semidesnudo instrumental a la intemperie de «R Tape loading error».

Un diario ensoñador escrito en primera persona el de este nuevo trabajo del trío malagueño, pero con prisma de crítica social hacia el mundo de ahí fuera. Que ahonda cabal en asuntos de siempre como las relaciones interpersonales o el olvido, pero que también se detiene en chismes de la era posmoderna, como la hipersensibilidad de una sociedad mediatizada, que verbalizan con sorna en «El centro del mundo» («será mejor tener cerrada la boca, ya no queda nadie por aquí que pille una broma, la gente se ha vuelto idiota»), o los conflictos de la juventud ante la precariedad laboral, tal y como narran en «La fuga de Logan» («Logan consiguió terminar la universidad, ahora le espera como becario una oportunidad»).

Sin embargo, en este pálpito estimulante y fresco que rezuma el espíritu general de este álbum grabado junto al ingeniero de sonido Miguel Olmedo y la todopoderosa mano de Carlos Hernández a la producción, hay tres pasajes a los que acaba uno volviendo una y otra vez por inercia, por la atracción natural que irradian las cosas bien hechas y notables. El primero de ellos es «Koi no Yokan», quizás la pista más rock de este disco pop, que atrapa en su dinamismo positivo y contagioso. El segundo, «Metal», por la genialidad de una letra disfrazada de falsas apariencias; y el tercero, «El puente de los alemanes», la canción que cierra el trabajo: un low tempo algo más taciturno donde, musical e instrumentalmente, Airbag demuestran la plenitud de sus posibilidades. Las mismas que los han llevado a dar en la diana haciendo de Cementerio indie un tránsito ligero y transparente, capaz de soltar verdades como puños de un modo tan digestivo que no atraganta y entra solo.

Anterior crítica de discos: Encore, de The Specials.

 

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