Carlos Sadness: Canciones como poesía

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«Estamos acostumbrados a que el pop siempre habla de amor pero es que al final el amor es un disfraz para hablar de muchas otras cosas, una excusa»

Lo de Carlos Sadness no es normal; ya arrastra una carrera larga, se ha relacionado con artistas de peso y, sin embargo, su obra no termina de despegar y él casi que es un desconocido. Nunca es tarde para descubrirlo.

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.

 

 

Bruma poética. «Monteperdido» atrapa una fantástica sensibilidad entrelazada con una producción sonora tan potente en su evocación, que el viaje allí es inmediato. Pueden pensar que exagero, ya les adelanto que no. Pueden descubrir a Carlos Sadness siete discos o siete años después del 2014 y disfrutarlo entonces, ¿por qué no ahora? Sadness termina en «Monteperdido» el viaje que comenzó siendo aún Shinoflow con el single «Fue tan importante» (2010) y el epé «Atraes a los relámpagos» (2011). «Ciencias Celestes» (2012) confirmó que Carlos es uno de nuestros mejores letristas y que sabe escoger muy bien a sus aliados musicales; por algo ha obtenido la colaboración de Iván Ferreiro o Rubén Pozo, entre otros, y ha colaborado con Aute o remezclado a Love of Lesbian, además de participar en los tributos a Antonio Vega y Héroes del Silencio. Pero él se defiende solo y al epé que nos ocupa, «Monteperdido», le bastan dos temas inéditos y una revisión acústica para brillar sobre las novedades que este año nos va deparando. A su lado han estado el ya habitual Raúl Beckett, Stefano Maccarrone, Marc Sospedra y Sergio Sastre de Miss Caffeina que ya participó en «Ciencias Celestes». Carlos Sadness siempre añade líneas de imagen que acaban por dar sentido a los universos que propone, el videoclip dirigido por Álvaro Sanz y fotografiado por él y Mónica Bedmar más las ilustraciones del propio Sadness vuelven a ser dignas de mención. No lo vean como una comparación porque siempre son odiosas y malentendidas, sino como dos mundos conectados por una misma puerta: los Esclarecidos del «Dragón negro» o «Por amor al comercio» coinciden en el cuidado de los detalles con Sadness, es más, Cristina Lliso y Carlos pueden encontrarse actualmente en varios aspectos. Ojalá lo hagan. Por proponer que no quede. A Alaska le pregunté por La Casa Azul cuando andaba Fangoria de vodevil y astracanada y luego trabajaron juntos en el azul de «Cuatricomía». Pura coincidencia, pero los fan somos un poco así también, nos gusta pedir y soñar de vez en cuando. Vamos con Carlos.

La primera impresión es que toda la música y toda la imagen giran alrededor de la poesía.
Absolutamente cierto y me alegra que lo hayas notado porque tampoco voy a venir yo a decir «esto es muy poético» [risas]; pero mi intención con la música sigue siendo la poética, en primer lugar. Aunque es verdad que con el paso del tiempo le he ido dando cada vez más peso a la música, a la parte melódica, pero siempre busco el contar historias en un lenguaje poético.

Lo primero es desdibujar la frontera que separa fantasía y realidad con «Monteperdido», ¿existe?
«Monteperdido» es Monte Perdido, es real, está en los mapas, se puede llegar y hay carteles. Eso es importante decirlo porque hay quien me comenta «qué sitio más guay has imaginado aquí». Y me lo encontré de pequeño cuando fui de camping con mis padres, entonces si que me enamoré del lugar y de todo. Pero fíjate que hasta el nombre del sitio es tan poético que sirve para un título y para lo que sea.

‘Fería de botánica’ y ‘Monteperdido’ son los temas inéditos que cierran este viaje a los que se suma la versión acústica de ‘El día que hizo más viento que nunca’. ¿Este viaje lo has querido hacer en compañía para compartir el proceso creativo o ya ibas con las canciones imaginadas?
Las canciones pueden nacer en cualquier lugar, tampoco pretendo con este vídeo decir que haya que irse al Himalaya a buscar la canción perfecta pero es verdad que cuando sales un poco de tu entorno, de lo que alguna gente llama la «zona de confort», se despiertan en ti ciertas cosas, ciertos puntos de vista, ciertas sensaciones, sobre todo si estás rodeado de algo tan salvaje y de algo que te empequeñece tanto; las imágenes, las cosas son diferentes a las que te vienen en casa, en el medio habitual. Estas canciones sí que han nacido bastante allí. No desde cero, porque ya quería hacer una canción que hablase sobre algo que me había sucedido, como es ‘Feria de botánica’, pero sí que nace allí la forma de la canción y sobre todo se desarrolla porque puedo tener una idea compositiva pero normalmente luego, con algún músico, la desarrollo, porque al final yo no me autoproclamo guitarrista, entonces yo puedo sacar unos acordes, hacer un pequeño arreglo, pero me gusta que alguien lo lleve a una categoría superior.

De ahí la alianza con Stefano Maccarrone para grabar y mezclar «Monteperdido».
«Monteperdido», de hecho, tiene una producción posterior en busca de demostrar que lo hecho allí es como una semilla, y que esa semilla te la puedes llevar al estudio y conseguir que suene de una forma o mantenerla, como es el caso de ‘Feria de botánica’, que la hemos mantenido de una forma mucho más natural. Pero en la montaña «Monteperdido» ya sonaba así en mi cabeza, con los sintes y con historias, porque tampoco creo que sea incompatible el tema natural con el sintetizador. El sinte es algo que puede ser catalogado de frío pero para mí tiene emotividad, no te voy a decir que tenga la de un violín pero tiene alma.

¿Sigues las novedades electrónicas?
Tampoco soy un superfan de la música electrónica, porque es verdad que hay mucha música electrónica que luego se queda muy poco emocionante para mi gusto. Pero no creo que la electrónica sea incompatible con el factor emocional del pop, por ejemplo.

Desde «he hablado con Dios y me dijo que era negra»…
…Hostia, pero eso tiene muchos años…

Has pasado por varios ciclos y ahora cierras otra etapa con «Monteperdido», ¿qué podemos esperar de tus siguientes pasos?
Eso es algo sobre lo que me doy poca cuenta porque hago una canción después de otra, incluso trabajo en varias a la vez, y noto poco el escalón que hay de una a otra. Luego, cuando se las enseño a alguien desde fuera y han pasado cinco meses, un año, lo que sea, dicen, «ostras, esto es muy diferente a lo que hacías». Entonces, hace poco le puse a mi hermana las canciones nuevas y dijo eso: «son muy diferentes a ‘Ciencias celestes'», y yo no lo veía tanto. «Monteperdido» se corresponde bastante con «Ciencias celestes», sobre todo por temática, tenía ese punto montañés, natural, y aunque estén en medias de un siguiente disco enlaza con «Ciencias celestes» y me ayuda a completar su color.

No solo lo que se escucha, lo que se ve es también muy importante para ti. En un momento en el que vemos como la pantalla de internet se come a la de televisión, la música digital a la analógica, y el mensaje que se comunica se trocea y disuelve muy rápidamente, ¿vas a seguir apostando porque el diseño apoye, vista, forme parte de la canción?
Yo soy un loco de la imagen, casi te podría decir que me gustaría hacer una portada para cada canción. En este caso no sale físicamente, lo que me da mucha pena, pero también entiendo que fabricar algo de cartón, elaborado con un librito para vender tres canciones… pues claro, no era necesario. Tampoco quería comprometer a quien me sigue a gastar, prefiero que vengan a los conciertos y que cuando salga el disco quien quiera lo compre. Tampoco quería hacer como un abuso de consumo. Me parecía bien como algo digital que al fin y al cabo son tres euros y quien valore la música lo va a comprar.

Cada avance tecnológico es irreversible, sin duda, con «Monteperdido» incluyes el «digital booklet», el libreto de toda la vida renombrado a mayor gloria del marketing digital. Lo anoto porque es una excepción que debe ser norma, porque sin esto se pierden los datos mínimos de la grabación para el público: músicos, autores, arreglistas, diseño, datos de la producción, agradecimientos, etc.
Claro, al final, fíjate, la palabra «booklet», que la primera vez que la escuché fue cuando me dijeron: «oye, Carlos te apetece hacer un ‘booklet’ para esto porque va a venir muy bien», pues me pareció una idea genial porque si alguien se gasta tres euros en esto al menos se lleva algo más que el archivo musical en mp3 o el formato que corresponda. Creo bastante en esto. En el momento en que tú te bajas las canciones y decides pagar por ellas, recibir algo que complete ese arte me parece muy interesante.

Esa es la cuestión.
Al final, esto del libreto es también porque se impuso físicamente, pero quién no nos dice que en un futuro los discos son un videoclip constante o algo que conjuga mucho más con lo digital. Ya veremos.

¿Bajarás a la ciudad después de caminar entre «Ciencias celestes» y «Monteperdido»?
Tampoco soy tan amigo de las ciudades, vivo en la ciudad pero me escapo siempre que puedo. Cuando era adolescente pensaba que no podría vivir en otro lugar que no fuera la ciudad, porque necesito conocer gente, gente muy diferente; pero las ciudades exigen mucho también, exigen mucho y no dan tanto. A veces es un intercambio muy sacrificado, creo que sale caro, ya no económicamente, sino espiritualmente vivir en la ciudad, tampoco me quiero poner místico pero tengo esa sensación de agotamiento.

Algo se ha pervertido, originalmente «el aire de la ciudad nos hace libres».
Precisamente, ahora nos hace menos libres. Hay quien dice que la gente en los pueblos al conocer menos tiene más prejuicios pero también están menos influenciados por tantos «inputs», por tantas cuestiones. Es algo muy difícil de acotar pero estoy un poco desencantado de la ciudad.

Los grandes medios musicales, incluso los más modestos también, parecen haberse quedado anclados definitivamente en alguna década y en una forma muy subjetiva de interpretar un estilo musical.
Los medios a veces tienen este  punto generacional, entonces ves a unos artistas que están muy presentes en medios, pero en redes y en internet mucho menos. A veces el público joven está en un lado y no en otro. Creo que al final se va a equilibrar eso.

Contigo saltan mil referentes, ¿cuáles son los más esenciales que manejas?
Mira, esto es una interpretación, yo creo que la música que más me ha influenciado es la que escuchaba de adolescente. La escuchaba porque sí, porque la ponían en casa y porque en aquella música a los discos se les daba más vueltas que ahora en todos los sentidos. Y encuentro referencias muy ochenteras a la hora de escribir porque están tan metidas, tan dentro, que parece que sean ideas tuyas pero no, no, las ideas vienen por algo. En ese sentido El Último de la Fila para mí, creo que ya lo comentamos, es un referente básico por la forma de escribir, por la forma de hablar del amor o de hablar de la vida disfrazándola de amor. ‘Feria de botánica’ es una canción que no habla de amor, habla de la perdida de un animal pero, claro, la gente la escucha y cree que es una cuestión de enamoramiento, estamos acostumbrados a que el pop siempre habla de amor pero es que al final el amor es un disfraz para hablar de muchas otras cosas, una excusa. A mí me daba la sensación de que El Último de la Fila y muchos grupos, Radio Futura incluido, tienen este punto de utilizar el amor como una excusa para hablar de otras cosas porque para la gente parece que el amor es el anzuelo, entonces pican con el anzuelo y te los llevas adonde quieres.

¿Sigues haciendo discos para cada viaje, a modo de fotografía sonora?
‘Monteperdido’ es una canción hecha en la ventana de un todo terreno y era una canción que cuando yo la estaba tocando en dos acordes de guitarra veía el paisaje completo pasar por la ventana. Y sigue siendo una cosa que a mi me vicia lo de escribir pensando un poco en cuando esté ya, visualizarla.

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