Cante el cos elèctric, de Gener

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DISCOS

«Una reválida solventada con brillantez»

 

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Gener
Cante el cos elèctric
RIU SEC, 2018

 

Texto: Carlos Pérez de Ziriza.

 

Lo más complicado tras despuntar con un disco tan sobresaliente como Oh, Germanes (2016) es mantener el listón. Hacía muchos años que no germinaba en territorio valenciano un álbum capaz de generar tanto consenso: parecía claro – lo era, vaya – que Gener podían (debían, al menos sobre el papel) ser esa banda de pop o de rock destinada (por concepto, imagen, sonido y canciones) a trascender más allá de los lindes autonómicos e incluso de su ámbito lingüístico, por mucho que no sean estos tiempos precisamente acogedores para quien no se exprese en castellano: sometidos al griterío uniformizador, vamos tan para atrás (como los cangrejos) que hasta el fenómeno Manel nos acabará pareciendo una puntual anacronía.

Obviamente, Gener no tienen por qué justificarse por expresarse en su lengua materna (el valenciano; es decir, el catalán que se habla en Valencia) ni tampoco por qué cargar sobre sus hombros con la pesada losa de convertirse en locomotora de una escena que desde La Habitación Roja (y más tarde, contagios como el de La Raíz) no genera proyectos exportables. Bastante tienen con hacer canciones. Y qué canciones. Si ustedes las dejan pasar, allá ustedes. No saben lo que se pierden.

El corsé conceptual no es aquí tan evidente como en su antecesor, consagrado a la feminidad y una modulación no estereotipada del rol masculino. Pero precisamente es eso lo que hace que cada composición respire ahora de forma individual y fluida. El maniqueísmo intelectual y la esquizofrenia a las que nos conducen a veces las redes sociales son cuestiones que afloran de forma honesta y autocrítica en un puñado de temas con menos blues y gospel pero con más soul: “Tenen les màquines calent el cor”, “Captiveri” o “Cante el cos elèctric” suenan a clásicos instantáneos de la música del alma, tan bien domados por la imponente voz de Carles Chiner como de costumbre.

También suenan más desenfadados e irónicos que nunca en “Tú vals”, sin dejarse en el camino la capacidad ensoñadora (absolutamente cautivadora en “Primera expedició”, cerca del dream pop) ni un afán explorador que se plasma con más rotundidad que nunca en la fuga electrónica del final de la preciosa “Penjats d’un núvol”. Este tercer álbum, en resumen, es como una reválida solventada con brillantez.

Anterior crítica de discos: Todo va a salir bien, de Depedro.

 

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