Bunbury, el francotirador

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COMBUSTIONES

«Hay muy pocos autores con la enjundia, la capacidad expresiva y el conocimiento del oficio que destila Enrique Bunbury»

 

Como un francotirador al rescate del rock: así ve Julio Valdeón a Bunbury, que esta semana ha vuelto al mercado discográfico con la edición de Posible, su décimo álbum.

 

Una sección de JULIO VALDEÓN.

 

El rock and roll fue una causa general contra el mundo, pero ya no le importa a nadie. Menos todavía ahora, que malvive en las alcantarillas. Aunque restan francotiradores. Tipos capaces de rescatarlo de la marginalidad. Tomen el caso de Enrique Bunbury. Trae nuevo disco, Posible, y hasta donde he escuchado tiene un aspecto magnífico. Canciones oscuras. O mejor, luminosas. Pero que laten detrás de una mampara que oscurece lo claro y aclara lo oscuro. Canciones matizadas. Viscerales. Reflexivas. De arreglos muy medidos. De electrónica cruzada con el rock. Cabalgan sobre colchones muy apretados, con rágafas de teclado. Y luego está el discurso. Que no es el del político, siempre en la lonja de la opinión pública, apretado al eslogan, ni el del ensayista, que prefiere manejar conceptos, ideaciones, teorías, sino el del poeta, el del pintor de batallas que trae al papel o al disco reflexiones a base de acumular imágenes, intuiciones, fogonazos, piedrecitas, espadas.

Ahora mismo, en España y fuera, hay muy pocos autores con la enjundia, la capacidad expresiva y el conocimiento del oficio que destila Enrique Bunbury. Algo de esto, que tanto cuesta reconocer en un país especializado en reventar la convivencia cívica y disparar con saña al que destaca, algo o mucho de su heterodoxia, de su talento, lo celebran como merece en la revista Rolling Stone, que esta semana traía una charla con Bunbury a cuenta de Posible. El tratamiento es digno de una estrella global. Una machada: en Estados Unidos la música en español nunca ha franqueado los guetos de lo latino. Una etiqueta tan equívoca como levemente despectiva. No hay mayor interés por distinguir las propuestas o bucear en los grandes discos, autores, corrientes. Todo acaba sospechosamente reducido a los movimientos ondulantes de unas divas, como Shakira o Jennifer López, con algo (mucho) de vedettes. Tampoco es ojeriza a lo hispano: el planeta estadounidense es sordo a todo lo que no venga en inglés. El único caso comparable al de Bunbury sería el de Rosalía, pero la de Sant Esteve Sesrovires, de fulgor innegable, coquetea con las corrientes dominantes del pop contemporáneo, del llamado rhythm and blues al trap, en especial a partir de El mal querer. En cambio, Bunbury rema en unos parámetros de rock mestizo, mil leches, entre el clasicismo y la vanguardia, entre el bolero, el krautrock, el soul o la ranchera, que lo emparentan tanto con Nick Cave y Warren Ellis como con José Alfredo Jiménez.

Como le dijo Cave, tú no eres tu pasado y, la verdad, leyendo la estupenda entrevista que ha concedido Bunbury a Arancha Moreno en EFE EME, sus ganas de escribir, su apetito por no estancarse y su apuesta permanente por el riesgo permiten seguir apostando por él. 

Anterior entrega de Combustiones: En defensa de Bono, contra los curas.

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