
«Preston es el único privilegiado en aparecer impreso en el single “Get back” / “Don’t let me down” como participante. Se comercializa oficialmente como The Beatles with Billy Preston»
Un genio ecléctico e inclasificable. La evolución de un músico de la talla de Billy Preston ha sido notable desde que, en su infancia, se intuye una proyección que ya empieza a explotar hasta entrar en el ranking de los “niños prodigio”. Forma parte de la historia del epílogo de los Beatles consiguiendo lo que nadie hasta el momento ha logrado.
Texto: MANOLO TARANCÓN.
Su talento ya se presume inabarcable e ilimitado cuando ni siquiera ha cumplido veinte años. Más allá de sus archiconocidas colaboraciones de nivel, con bandas y artistas de la talla de Bob Dylan, los Beatles, Rolling Stones, Aretha Franklin o Little Richard, con el que empieza a girar desde muy joven, Preston sabe labrarse una carrera sólida y de éxito. Reconocido de forma casi oficial como el quinto beatle, es indudable que su colaboración en el disco Let it be, en 1970, es crucial, como su participación en los temas “Something” y “I want you (She’s so heavy)” de Abbey Road (1969). Todo ello, cuando la banda está a punto de poner punto final a su carrera y las tensiones son más que evidentes. Su característico sonido es fundamental, y el debate se centra, ya en el epílogo, en si debe o no coexistir de forma firme como un componente más.
Él mismo, acerca de esta situación, le cuenta al periodista Julián Ruiz en una entrevista de 1977, que reproduce El Mundo en un artículo de 2016, que fue McCartney el más reacio a esta solución. «Sonrió con su maravillosa simpatía y me dijo que era Paul McCartney el auténtico loco de la música de Little Richard. Instantáneamente, a continuación, cerró la sonrisa para decirme que fue el mismo Paul el que le puso más zancadillas e inconvenientes para que pudiera tocar en el disco Let it be, aunque, al final, fue el más entusiasta, porque Paul se aprovechó de que su “Get back” tuviera el sorprendente sonido de Billy con su órgano Lowrey».
Para aquellas sesiones, bautizadas “Get back sessions”, Preston también utiliza en los estudios de Abbey Road un Wurlitzer A200, su Fender Rhodes, y un órgano Hammond. Y, en algunas pistas, un piano de gran cola que todavía hoy continúa en una de las salas. A la escasa pulcritud con la que se acreditan los músicos de sesión y colaboraciones por aquellos años, hay que sumar la negativa del grupo a citar a otros participantes en sus sesiones de grabación desde sus comienzos. Preston es el único privilegiado en aparecer impreso en el single “Get back” / “Don’t let me down” como participante. Se comercializa oficialmente como The Beatles with Billy Preston. A pesar de la proeza, resulta curioso que el entusiasmo de Lennon y Harrison por él finalmente no prospere para añadirlo como un miembro fijo de la banda. En el mismo artículo, Ruiz despeja cuándo coinciden por primera vez. «Lo conocieron en noviembre del año 1962, en el Star Club de Hamburgo, cuando eran los teloneros de Little Richard durante aquellas noches eternas. Billy era un niño prodigio bastante antes de que Jimi Hendrix entrara en el grupo como guitarrista. En plena desintegración de los Beatles, tras el caótico White album, Paul McCartney no puso muy buena cara cuando George Harrison se presentó con él, recién reclutado del Royal Albert Hall (año 1969), donde había tocado como teclista de Ray Charles». En aquel momento solo cuenta con veintitrés años y ya ha grabado algunos discos en solitario, a la vez que acompaña incansablemente a primeros espadas en sus interminables giras.
Nace en Texas en 1946 y a los tres años ya se le ven maneras con las teclas. Toca el piano de una iglesia baptista de Los Ángeles, donde se ha mudado con su madre y sus hermanos tras el divorcio de sus padres. Su relación con la música se interrumpe y muy pronto desarrolla, además de un gran talento para el órgano y el piano, habilidades vocales dignas de destacar, a las que se sumarán su facilidad para la composición de temas y arreglos. Su eje es la música negra con el soul, blues y góspel como prototipos. Se sumerge a los diez años en este último género, acompañando a diferentes cantantes mientras sigue avanzando en su ejecución con las teclas. Acompañando a Little Richard en sus giras al órgano, absorbe la esencia del rock and roll y resulta fundamental para la fusión de estilos que más tarde aportará en sus propias composiciones y para su visión a la hora de aportar colaboraciones adaptadas en cada situación.
A los dieciséis años, en 1963, llega su debut grabando su primer disco en solitario, 16 Yr. old soul, un disco de blues y soul instrumental. Hoy sigue apareciendo catalogado erróneamente como de género góspel en algunas referencias. Se sigue comparando, curiosamente, con el debut en paralelo, solo un año antes, de Little Stevie Wonder con su The 12 years old genius, editado por la Motown.
La influencia de George Harrison cala de lleno en el propio Preston. No hay más que escuchar las pistas de su primer disco vocal, That’s the way God planned it, en 1969, para confirmar que el pop empieza a hacer mella con el soul, compaginando lo mejor de ambos géneros. Sobre la buena relación que mantienen, habla José Pablo Fernández en su artículo “El viaje de Billy Preston” publicado en Entrelíneas, Revista de Arte y Fe, en 2010. «La relación más relevante fue sin duda la que mantuvo con los Beatles, y más concretamente con George Harrison, con quien compartió la grabación de That’s the way god planned it o la composición de la exitosa «My sweet lord». George Harrison y Billy Preston componen esta canción durante el viaje que hacen juntos a Copenhage en diciembre de 1969». Es el mismo año en el que se planta con él durante la grabación de Abbey Road.
Harrison se ha convertido en su amigo y por extensión en su sello, productor, músico de sesión y prácticamente su sombra, al firmarle un contrato con Apple Records por dos trabajos, pero Harrison solo se dejará la piel en el primero de ellos. El motivo, la polémica surgida precisamente con “My sweet lord”. Debe ver Harrison tan claro el absoluto éxito que, al margen de que el propio Preston lo esté registrando en el estudio para el aclamadísimo Encouraging word (Apple Records, 1970), se afana en grabarlo en su estreno en solitario, una vez constatada la separación de los Beatles. No es la primera vez que Preston, casi sin quererlo, levanta a través de la armonía vocal un tema que finalmente acaba convirtiéndose en clásico. Que se lo cuenten a Stephen Stills, a quien regala su estribillo en “Love the one you’re with” o a Doris Day en algún que otro de sus temas.
Su obra y sus colaboraciones parecen interminables. Con los Stones confluye prácticamente en toda la década de los setenta. ¿Qué fan no recuerda el solo de veintitrés segundos en “I got the blues”, del disco Sticky fingers (1971)? Llega a componer un tema para Joe Cocker y a participar con bandas como Red Hot Chili Peppers. Ni siquiera sus continuos problemas con las drogas y episodios de violencia, debidos a una infancia ciertamente hostil y a combatir la crítica familiar por su homosexualidad, lo alejan de la productividad y el talento que derrocha hasta que el 6 de junio de 2006 sus crónicos problemas renales acaban con su vida. Ni siquiera en la cárcel, condenado a tres años por posesión de cocaína a sus cincuenta y un otoños es capaz de aparcar la música: dirige el coro de góspel del centro penitenciario. Un músico completo como pocos, capaz de abordar sus propias composiciones unidas a sus múltiples colaboraciones y participaciones con las mejores bandas de la historia de la música contemporánea, de una generación como ninguna otra ha existido. Qué hubiera pasado si no se ejecuta la disolución de los Beatles, es algo que nunca sabremos. Lo que nadie le quita es la efeméride como el quinto componente. Aunque sea en un single que queda para la historia.



















