“Atlas de metros del mundo”, de Mark Ovenden

Autor:

LIBROS

“Un curioso libro para seguir cualquier narración que cuente con estos lugares en cualquier ciudad del mundo”

 

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Mark Ovenden
“Atlas de metros del mundo”
Capitán Swing/Nórdica, 2016

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

La cultura popular del siglo XX siente una especial fascinación por el ferrocarril metropolitano. Cuentos de Cortázar, canciones de The Jam o películas como “The Warriors” son reflejo de una fascinación diríamos que afín a los mitos clásicos. Como un Hades particular de cada ciudad, su luz fría, sus túneles oscuros, el simple hecho de salir a la luz en otros paisajes, parecen despertar conciencias primigenias, difíciles de encajar en el mundo moderno y en la función práctica para la que fue ideado. Y como Teseo en el laberinto, el hilo de Ariadna del que tiramos es un plano, expuesto en papel o en sus paredes.

A ellos va dedicado este “Atlas de metros el mundo” en el que se recogen todas las ciudades en que de una u otra manera existe este medio de transporte o similares. Como metro se entienden, pues, tranvías, trenes ligeros, líneas de cercanías con estaciones urbanas, monorraíles… Para ello establece en una sucinta introducción la historia de su desarrollo y de la evolución del acabado icónico de los mapas y en varios prefacios marca definiciones, nociones de cartografía, criterios sobre el diseño de líneas en papel… Y a partir de aquí, un festival de diseño gráfico con páginas y páginas de líneas de colores, estaciones y pequeñas explicaciones de alguna curiosidad. Ahí va una, en parte de Iberoamérica cada estación posee un icono; lógico, gran parte de su población era analfabeta cuando se imprimían los mapas.

La obra está dividida en cuatro zonas. La primera, dedicada a los sistemas más potentes, se inicia con Barcelona y recorre la bestialidad que llegará a ser el metro de Pekín –1600 kilómetros de vías–, los misterios de Berlín cuando los vagones debían pasar el muro, el metro elevado tan peliculero de Chicago o la velocidad a la que se construyen los metros del Oriente. La zona dos abarca redes más pequeñas pero con nombres míticos como San Francisco o Buenos Aires, la importancia del arte en sus estaciones o curiosidades como que Estambul tiene el único transporte urbano que cruza dos continentes, de Europa a Asia. La tercera zona cuenta con trasportes variados similares al metro, desde nuestro Alicante hasta la ciudad brasileña de Fortaleza que cuenta con un especial transporte subterráneo de trenes diésel pasando Gold Coast y su plano de líneas surferas –presten atención también a la maravilla que es el mapa del metro de Las Vegas–; incluso líneas que se proyectaron y nunca se construyeron.

Completa la obra, un diccionario que recoge más y más ciudades, aquellas en que el trasporte urbano es muy escueto o testimonial. En definitiva, es un curioso libro que debería ser cabecera para todos los estudiantes de diseño gráfico, pero que al público de pie le puede servir para reseguir cualquier narración que cuente con estos lugares en cualquier ciudad del mundo, pero también para perderse entre sus páginas y dejar libres las sugerencias; o no me digan que no les hace soñar ver la situación precisa de estaciones como Piccadilly, St Germain des Prés, Plaza de Mayo…

Anterior crítica de libros: “La desesperación de los simios… y otras bagatelas”, de Françoise Hardy.

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