Andrés Calamaro: Camerinos, hoteles y aeropuertos

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«Soy ansioso, y nunca llevé bien lo de los traslados… Despertarme temprano es desgarrador, y los viajes largos no me gustan demasiado, pero hay que hacerlo»

 

Con la película «Bohemia» recién publicada y estrenando su nueva gira española, Andrés Calamaro responde a nuestro cuestionario en ruta para desvelarnos la trastienda de sus directos. Cuestionario que, a petición popular, se transforma en sección fija (con periodicidad irregular) de Efe Eme.

 

Texto: JUAN PUCHADES.
Fotografías: KVK FOTOS.

 

Ya han comenzado los conciertos de la nueva gira española de Andrés Calamaro, que lo tendrá rodando por nuestro país hasta agosto. Viene con nueva banda: la misma con la que giró el año pasado por América y con la que grabó «Bohemio» (y a la que en este texto se refiere como «la cuadrilla), su último disco, que estos días se ha reeditado acompañando a «Bohemia», una singular película que pone en imágenes el disco. Desde un hotel en Barcelona, contesta a esta entrevista, que se acompaña de fotos tomadas a final de año en Argentina.

 

¿Cómo pasas las horas previas a un concierto?
¡Enfermo! Intento aparentar la mayor tranquilidad posible, pero me pongo enfermo. Mejor si me distraigo en el hotel viendo la televisión o leyendo revistas, algo liviano que haga pasar el tiempo.

 

¿Cuando ya estás en la sala, esperando la hora de subir al escenario, en qué piensas, cómo pasas esos minutos previos, sueles aislarte?
No hago ejercicios guturales ni meditación. Nos saludamos con la cuadrilla y… ¡al toro!

 

¿Llevas fetiches al camerino, cuáles?
Evitamos el color amarillo, que está prohibido en los escenarios. Y viajamos con imágenes de Osvaldo Pugliese [pianista y compositor de tango], el protector de los músicos, el antigafes.

 

¿Qué es lo más extraño o peculiar que incluye tu catering?
El mío parece el camerino de un monje: hay agua y Coca-Cola light, en el mejor de los casos jengibre y miel para un té. ¡Ahora ya no necesito ni cenicero! Igual vamos completos de vino, licores y alimentos en la “zona mixta”… La cuadrilla puede cenar después de tocar, lo mismo que los asistentes y técnicos.

 

¿Qué es lo que nunca debe faltar en tus camerinos?
Debería haber siempre un espejo vertical, para salir prolijamente vestido al escenario. Ahora mismo no paso demasiado tiempo en el camerino y me gusta compartir esos instantes previos con la cuadrilla.

 

¿Tienes alguna superstición relacionada con el directo y lo que lo rodea?
Casi siempre toco con la misma ropa. Si practico un cambio de indumentaria y el concierto no resulta óptimo, o sufrimos algún fallo técnico o humano, entonces no repito con el “trapo maldito” y vuelvo a mis prendas habituales. Como te he dicho, tenemos prohibido el “yellow submarine” y confiamos en la protección antigafes de Osvaldo Pugliese: llevamos estampas de Pugliese en las credenciales, pegadas en los «flight case» y brillando en las pantallas.

 

¿Cómo son tus pruebas de sonido? ¿Siempre participas o dejas que algún músico pruebe sonido por ti?
Me gusta probar sonido, pero intento no derrochar el feeling, que las pruebas sean “justas y necesarias”, no despacharnos con versiones inspiradas… En cierto modo, también es una superstición, aunque tiene sentido: con la sala vacía tenemos otro rango dinámico. Me gusta una buena prueba sin complicaciones, pero sospecho de una prueba demasiado buena. Si las pruebas de sonido me gustan más que los conciertos, estamos en un problema.

 

Qué sensaciones tienes cuando el concierto acaba, en qué piensas, ¿te recluyes solo durante un rato?
Me gusta quedarme solo después del concierto, con la televisión encendida en silencio. Si viajo solo con los músicos, entonces me presto a compartir un momento de fraternidad. A menos que tenga dos conciertos seguidos y quiera recluirme para conservar el rango vocal y recuperar las cuerdas vocales.

 

¿Los conciertos con el repertorio cerrado, dejan lugar a la improvisación durante las canciones?
El año pasado variamos el repertorio en cada concierto, y este año seguimos en esa misma línea. Según nuestra naturaleza, vamos a improvisar siempre, entendemos el rock como el blues o el jazz. Para mí es imposible cantar dos veces iguales una misma canción. No tocamos con partituras ni con “pistas”, razón por la cual podemos permitirnos interpretar el repertorio de una forma mas “orgánica”. Además tenemos un espacio específico para la improvisación total. Un segmento de libertad absoluta, para presentarnos como banda y como músicos: nuestra presentación, casi siempre inspirada en el free jazz y en la fusión, también puede orientarse a la fusión funk.

 

¿Cómo preparas los repertorios de cada concierto y en qué momento decides qué vais a tocar?
El repertorio lo arma Germán [Wiedemer, teclista de su grupo] que también organiza los ensayos. Tenemos habladas algunas opciones que vislumbramos desde los ensayos. Generalmente opero algún cambio sobre la lista previa, en el día o la noche anterior. En la prueba de sonido terminamos de definir el repertorio.

 

¿Cómo reaccionas en escena ante un fallo de alguno de los músicos, ante una entrada a destiempo, por ejemplo?
Reacciono bien, a nadie le gusta equivocarse. También puedo equivocarme yo, y es posible que eso ocurra puesto que tengo muy mala memoria con las letras. Pero un error aislado no es grave, si ocurre un fallo que desarma la canción, algo que haga imposible seguir adelante, vamos viendo qué hacer. Hace mucho que no ocurre eso de parar una canción y empezarla de nuevo. Toquemos madera.

 

Si una noche notas que el público no entra en el concierto, está algo frío, ¿qué haces para motivarlo?
Por lo general, los conciertos terminan triunfales, a veces pueden empezar mas fríos, especialmente en los teatros y con las gentes sentadas. No soy de provocar al público para que dé palmas, pero casi siempre funciona. Si sentimos que el repertorio dejó frío al público, cambiamos la lista de canciones para la siguiente noche. Estamos acostumbrados a tocar en polideportivos con gente esperándonos de pie para ofrecernos aplausos y cantar las canciones, pero entiendo la naturaleza del público que se sienta tranquilamente en una butaca. Prefiero no desesperarme.

 

¿Qué tiene que haber pasado para tener la sensación de haber ofrecido un buen concierto?
La aparición del “duende”, el concepto Lorquiano. El espíritu inquieto. Esa química que habita en los escenarios, que permite que la banda se escuche bien y suene conjuntada y poderosa. La inspiración. Se resume en tener buenas sensaciones en el escenario.

 

Si algo ha salido mal en un concierto, ¿te reúnes luego con la banda para hablarlo? ¿Eres de echar broncas a los músicos?
A veces puede ocurrir un “extraño” con el sonido, dinámicas de la sala, alguna imperfección… Alguna frecuencia molesta que afecte a algunos “monitores” (el sonido en el escenario). Hay recintos más complicados y hay situaciones irregulares, incluso inexplicables. Yo intento no mostrarme irritado, y si reacciono con preocupación, después pido disculpas o intento mostrarme tranquilo. A veces las cosas se complican y en el escenario es una pequeña tragedia.

 

¿Se hace muy cuesta arriba, tras vaciarse en escena, quedarse a esperar el «besamanos» del público?
Tal y como están organizados los conciertos hoy en día, no tenemos mucho contacto con el público. En alguna otra época, terminábamos de tocar y nos quedábamos casi entre la gente, casi sin distancia ni “controles” entre la peña, el camerino y el transporte. Pero ahora estamos mas cerca de la “furgo” que del público. Termino de tocar mojado, me pongo algo seco y vuelvo al hotel. Vivimos en la era de los teléfonos galácticos y todo el mundo quiere una foto, y si alguien me pide una foto, me presto de buena gana.

 

¿Es fácil dormir después de un concierto o la adrenalina dura durante horas?
Para mí dormir nunca es fácil, hace muchos años que duermo con medicinas del sueño. Es posible que después de un concierto sea incluso más complicado. Definitivamente, el sueño es uno de mis puntos débiles.

 

¿Sueles salir de fiesta, a desparramar un poco por la ciudad tras un concierto?
Ya no, tengo muchas anécdotas para contar, pero ahora mismo soy de quedarme en “la cueva” todo el tiempo posible. Si tengo un día libre, y se presenta la oportunidad, salgo a comprar discos, ropa o algo típico.

 

¿Cómo vives los constantes desplazamientos, se hacen duros, da pereza ponerse en funcionamiento y hacer carretera, aeropuertos, vuelos…?
Soy ansioso, y nunca llevé bien lo de los traslados… Despertarme temprano es desgarrador, y los viajes largos no me gustan demasiado, pero hay que hacerlo. Tampoco tengo claustrofobia ni miedo a los aviones. Me llevo revistas, algún libro… Si tengo paciencia veo alguna película. El año pasado volamos casi cuarenta veces; para movernos en Argentina alquilamos un avión donde vamos todos apretados, ¡y no tiene baño! Un avión sin “tigre”… ¡caray! Un poco de carretera me gusta, pero no tengo paciencia para los desplazamientos largos. Siempre prefiero un AVE de dos horas, el tren superrápido.

 

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«Hice las rutas gastronómicas y también las rutas tóxicas, pero ahora estoy esperando el concierto, es mi prioridad.»

 

Si un día, por la razón anímica que sea, te da mucha pereza enfrentarte a un show, ¿qué haces para darte ánimos y tirar adelante?
Siempre tengo un poco de pereza. Un mínimo malestar físico, una ligera ronquera, son inevitables. Los estimulantes los probé todos, los naturales, los permitidos y los ilegales. Ahora mismo, si me encuentro muy bajo de metabolismo, intentaría con la glucosa de los toreros o con la adrenalina natural. Tocamos en horarios cómodos, y la ansiedad distrae la pereza.

 

¿Hay noches en las que acabas muy descontento de algún concierto? ¿Qué se siente en esos casos?
No quiero ni pensarlo. En los conciertos un empate no nos deja conformes. Pero sabemos que no todos los conciertos van a ser ideales. A veces la expectativa resulta en un concierto menos buena de lo que todos esperamos… Se siente descontento, y eso después de un concierto es frustrante. No queda mas remedio que pasar la página y esperar al concierto siguiente.

 

¿Cómo es la vida de hotel en hotel?
Un buen wifi y un buen «room service» ayudan bastante. Ahora mismo vamos a los mejores hoteles posibles, siempre estoy en una habitación digna esperando el concierto. Llevo lectura, música, nos juntamos con la cuadrilla a tomar mate o escuchar música.

 

¿Prefieres hoteles modernos y funcionales o de aire clásico? ¿La banda y tú os alojáis en el mismo hotel o tú buscas uno de más nivel?
Solo en algunas ciudades tengo mis hoteles preferidos. Hay algunos hoteles clásicos donde me gusta volver y son mis ocasionales lujos. Casi siempre estamos alojados todos juntos, con la cuadrilla, rara vez me hospedo en un hotel distinto, pero a veces ocurre. No como sistema.

 

¿Intentas acondicionar la habitación en cuanto llegas, desparramar tus cosas como si estuvieras en casa?
Prefiero no desarmar el equipaje, tener todo junto para no complicarme cuando tengo que irme… ¡Debería contestar que desparramo calaveras, telares hindúes y ajos! El año pasado llevaba un equipo portátil de grabaciones, pero terminé cansado de llegar a un hotel y enchufar cables.

 

¿Cómo escuchas música durante las giras… cedés, mp3, Spotify o Deezer?
Puedo sobrevivir sin escuchar música. Igual tengo mucha música a mano en el Mac… y puedo usar el Spotify si tengo urgencia por escuchar algo. Me gusta pasearme por las tiendas de discos que sobreviven, comprar música para ver o escuchar; y compartir el formato que sea con los compañeros. La música es como la comida, el mp3 es un sándwich: quita el hambre de música.

 

¿Grabas todos los conciertos? ¿Sueles escucharlos?
Grabamos y tenemos mucho archivo, pero no suelo escuchar los conciertos. Lo hacíamos con Los Rodríguez, y antes también, el siglo pasado. Porque grabábamos en casetes y los escuchábamos volviendo en la carretera. Fue un buen método para pulir el desempeño, no repetir lo que no te ha gustado.

 

¿Prefieres interpretar los temas cada noche en vivo o pensar cómo plasmarlos en un disco, que es lo que permanecerá?
No pienso demasiado en los discos, y nunca pienso en el próximo disco. Ahora estamos empezando una gira y lo único que me importa es cantar inspirado y estar bueno de la garganta. Tener bonitas sensaciones en el escenario y terminar contento. Me gusta jugar con la música, encontrarme tranquilo e inspirado para interpretar con libertad. Prefiero confiar en las buenas sensaciones en el escenario y dar un concierto alegre.

 

Hay músicos que hacen de las giras casi una ruta gastronómica, con los restaurantes que quieren visitar en cada ciudad, ¿eres de esos?
Ya no. Estoy muy pendiente del concierto, cantar inspirado es mucha responsabilidad, por lo menos así lo vivo yo. Hice las rutas gastronómicas y también las rutas tóxicas, pero ahora estoy esperando el concierto, es mi prioridad. Confieso que la banda va más relajada y disfruta de nuevos placeres que las rutas españolas ofrecen.

 

¿Qué te pasa por la cabeza cuando suspendes por fuerza mayor, por enfermedad?
Nunca me pasó. Creo que es una gran putada. A veces me encuentro enfermo y me temo lo peor… Bueno, ¡casi siempre me encuentro enfermo temiéndome lo peor! Pero nunca suspendí. Me sentí mal alguna vez y no fue agradable tener que cantar en malas condiciones. Episodios gástricos y de garganta, de esos tenemos todos. Pero, que yo recuerde, siempre conseguí subir al escenario y cantar. Todos nos pinchamos cortisona y subimos a cantar con fiebre. O intoxicados en México, que es un clásico de las giras.

 

¿Qué te parecería encontrarte en la situación de algunos artistas anglosajones, que pueden ser equis tiempo artistas residentes en una ciudad, tipo lo que sucede en Las Vegas?
Me gusta pensarlo. Todo armado en el escenario… Lo más parecido que hice fue ocho conciertos en el mismo teatro, en Buenos Aires. Y teníamos armado un «voodoo lounge» debajo del escenario. Tocar un día en una ciudad, y al día siguiente en otra, es habitual pero vertiginoso. Instalarse en una ciudad y tocar todos los días debe ser interesante. Me gustaría tocar siempre en el mismo lugar, sería como ir a ensayar, creo que sacaría lo mejor de mí, definitivamente. Estoy dispuesto a probar la residencia.

 

Cuando una gira ha terminado, ¿cuesta afrontar los días inmediatos, romper con la dinámica de la gira y ponerse a otras cosas?
¡Qué va! Me encanta terminar la gira: empiezo a vivir. Me olvido de cantar, puedo ver toros y fútbol. Puedo quedarme meses sin tocar un instrumento… Soy un cantante atormentado, y terminar la gira es un gran alivio. Voy a echar de menos a mis compañeros, eso sí. Me gusta la convivencia y sé que “soy” esto que hago, respeto la realidad pero la sufro un poco.

 

¿Escribes canciones durante las giras, cómo es el proceso en esas circunstancias? ¿Dónde sueles escribir o pensar en una canción: en los hoteles, en ruta?
Hace mucho que no escribo en las giras. Puedo escribir textos narrativos, impresiones de mis viajes. Soy un músico desarraigado, prefiero estar distraído que concentrado. Escribí canciones estando de gira alguna vez, pero no es frecuente ni es un método. No para mí. No descarto volver a hacerlo algún día.

 

¿Quién te diseña la ropa de escenario?
Mi vestuario es muy sencillo, uso ropa negra. Ropa mía de mi armario. A veces me gustaría romper con la armonía del negro y subir al escenario más informal. Como de andar por casa. Uso un pañuelo en la frente por las transpiraciones que complican el sistema de escuchas que usamos ahora. Las gafas son graduadas y las necesito para leer las letras de las canciones.

 

¿Exiges que los miembros de tu banda vistan de determinada manera?
El año pasado les pedí que vayamos todos armónicos, respetando un luto no demasiado riguroso… Nos estrenábamos y desconocía el grado de coquetería de cada uno. Me gustaría romper con la tradición del negro y tocar informal, es posible que algún día lo intente. Siempre vuelvo a mis pantalones negros y los borceguíes. No soy un adorador de mi imagen, me gustaría cantar de espaldas, como J.J. Cale.

 

Tienes que elegir: ¿seguir girando el resto de tu vida o escribir una única canción perfecta que te satisfaga al cien por cien y se instale en la memoria colectiva?
Girar toda la vida es la auténtica “dulce condena”, la mayoría de los músicos quisiéramos seguir en activo siempre, mi fantasía frecuente es no hacer nada; pero, como digo, soy lo que hago… y tengo un status que me permite cierta impunidad y privilegios; me lo gané cantando. Sufro las giras, durante mucho tiempo pensé que me mantenían joven… ¡Por lo menos me mantienen vivo! Escribir una canción inmortal y vivir de las rentas, también es un ideal del siglo pasado. No renuncio a escribir “Georgia on my mind”… Puesto a elegir, ¡escribo una canción que cambia la historia! O sigo de gira, pero eternamente, sin engordar y siempre con la garganta en perfectas condiciones.

 

Has empezado gira por España con nueva banda, ¿qué van a depararnos estos conciertos?
Esta banda está gustando mucho. Todos cantamos, mis compañeros tocan mucho y los conciertos –aunque son mayormente vocales– permiten el brillo instrumental de todos. Deberíamos ofrecer largos solos de batería y bajo para que yo cante menos, pero armamos un concierto intenso de canciones, con mucha guitarra, un tremendo pianista –que no soy yo– y una base rítmica que va a brindarse. El punto débil es el cantante…

 

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