Ana Belén con ojos nuevos y alma de siempre

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«Ana desprende luminosidad en todo el disco y lo hace a través de unas composiciones hechas a su medida, en las que importa la manera fluida en la que armonizan letra y música»

 

Después de siete años, Ana Belén regresa con una colección de nuevas canciones enmarcadas en un disco llamado Vengo con los ojos nuevos, al tiempo que continúa su gira Más D Ana. En él, en sus letras y sus melodías, ahonda Luis García Gil.

 

Texto: LUIS GARCÍA GIL.
Foto: PACO NAVARRO.

 

«Vuelvo a aquel rincón de Lavapiés», canta Ana Belén en “Bachátame”, la canción con la que comienza su nuevo disco, Vengo con los ojos nuevos. Un título elocuente de reafirmación personal y artística de cuyo alumbramiento musical es responsable el actor y director teatral aragonés Jorge Usón, en unos créditos compartidos con Jesús Garrido y Miguel María Iglesias. El guiño al barrio madrileño de Lavapiés constituye una especie de retorno de lo vivo lejano, citando a Rafael Alberti, a aquello que sigue definiendo cualquier apunte autobiográfico que la cantante ensaye en forma de canción, de los caballos de cartón del corazón de la “Calle del oso” hasta hoy.

No siendo cantautora stricto sensu, a veces es fácil incurrir en el equívoco y pensar que sí lo es, porque la discografía de Ana Belén revela un retrato sensible de su propia personalidad y de su más íntima travesía, a la que han contribuido una extensa nómina de autores de canciones con su compañero de vida Víctor Manuel al frente de todos ellos. El asturiano, en un momento compositivo dulce, entrega en este disco la agradecida rumba “Mala para los huesos esta humedad” y la canción que da título al conjunto, “Vengo con los ojos nuevos”, de indisimulado aire roquero.

Víctor ha sido quien mejor ha sabido reflejar los sentires de Ana a través de una serie de canciones de sutil observación. En “Vengo con los ojos nuevos” —cierre del álbum— lo hace con aires de expresiva canción introspectiva bañada en versos definitorios: «No me veo tan distinta/ a como era siendo niña/ tengo exacta la memoria/ para recordar las cosas».

La memoria importa, y mucho, en este disco por lo que tiene de añoranza, de búsqueda y de cavilación nostálgica, pero partiendo de esos ojos nuevos con los que irradiar una mirada distinta y renaciente ante el entorno y la realidad no siempre amable ni digna de alabanza.

Ana desprende luminosidad en todo el disco y lo hace a través de unas composiciones hechas a su medida en las que importa la manera fluida en la que armonizan letra y música, cobijadas ambas en la esmerada, límpida y eficacísima producción de David San José. Un disco que tiene correspondencias sonoras con su anterior Vida, grabado en 2018.

En “Bachátame”, Ana Belén cita al legendario quijote belga, Jacques Brel, al que ya se encomendaba de la mano de Sabina en “Peces de ciudad”. Además de Brel, asoman a modo de guiños otras luminarias como Fernando Pessoa en “Lisboa” o “Goethe” en una de las mejores canciones de todo el disco, “Y tú y tu luz”, juego entre el pronombre personal y el adjetivo posesivo, con música del guitarrista y compositor alicantino Ovidio López, a partir de una letra del poeta cartagenero Antonio Marín Albalate. Esta canción constituye uno de esos hallazgos del disco que llegan al mejor puerto posible, el de la voz de Ana Belén.

De los vientos de bachata iniciales a la Lisboa recorrida de la mano de Juan Mari Montes, otra presencia fiable como letrista en el universo compositivo que rodea a Ana Belén. Vengo con los ojos nuevos es un disco equilibrado en todas sus partes, consecuente con la propia personalidad vocal de Ana Belén. De la desencantada “Perdida en el cielo”, que firma el talentoso guitarrista y compositor Israel Sandoval, a la reivindicativa y feminista “Sin tacones y sin carmín”, que nace de la pluma de Vicky Gastelo con música de Luis Ramiro, otra importante presencia creativa en el disco. No es la única aportación de la cantautora cántabra, ya que también firma “Que no hablen en mi nombre”, situada en el segundo lugar en el orden de canciones establecido en el disco.

La sensibilidad del canario Pedro Guerra se percibe en “Nieve”, una de las mejores y más poéticas canciones de todo el conjunto, resumida en ese «quien fuera el sol/ que deshace la nieve…». Otra de las canciones contenidas en el álbum, “Cinecittà”, evoca con indudable encanto y jugosos pareados un amor de verano de los años sesenta, envuelto en las brumas remotas de la dolce vita felliniana, de los paparazis y del anuncio de la separación de Los Beatles como final de una época. Esta lograda canción lleva el sello de Luis Ramiro y de Alejandro Martínez.

Todo está en su sitio en este Vengo con los ojos nuevos, que todavía conserva ese espíritu de concebir un disco con canciones que lo defiendan y puedan escucharse sin prisa, dejando que cada una de ellas repose de la manera debida en el oyente sensible. Todo ello resumido, además, en la sensibilidad vocal y en la personalidad de una estrella como es Ana Belén, capaz de darle a cada canción que interpreta lo que esta requiere.

Hay, finalmente, en el disco un curioso rescate, el de “Poco más que nada”, que revisa el “Without her” del neoyorkino Harry Nilsson en una brillante adaptación de Luis Gómez Escolar que llevó la canción por otros territorios. Ana Belén ya la había grabado en 1979 para el disco Ana, que incluía uno de sus grandes éxitos “Agapimú”. Ahora, “Poco más que nada” renace con un nuevo y brioso arreglo que mejora el registro original, mientras permanece su más que necesario mensaje feminista.

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