All the colours of you, de James

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DISCOS

«La voz del carismático Tim Booth recupera el tono seductor de sus discos más clásicos»

 

James
All the colours of you

VIRGIN MUSIC/MUSIC AS USUAL, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Es una delicia constatar que un grupo que nació a principios de los ochenta, aunque triunfó en los noventa, saca nuevo disco sin recurrir al comodín de vieja gloria. Y es ya el placer máximo que esta reciente producción recoja todo el sabor de las canciones que nos marcaron en esa década, pero que a la vez suene rabiosamente actual. La prueba está en “Zero”, que poco a poco va tomando color de britpop hasta ser una pieza que podía haber aparecido en el 94, pero que parece también necesaria ahora.

Aunque James siempre fue un grupo tapado por los que copaban las portadas del New Musical Express, para los aficionados era nuestro reducto secreto, aquel que no estaba a todas horas en todos los sitios, pero del que podíamos disfrutar en secreto. No fue una banda de segunda fila, pero se le dio menos relevancia de la que merecían.

Se trata de un álbum —el decimosexto ya— grabado, en parte, antes de la pandemia —¿cuándo dejarán de aparecer discos grabados antes de la pandemia?—, excepto en algún caso muy especial: el de la canción más emotiva del disco, la primera que se sostiene en la electrónica para crear un ambiente nostálgico que se crece con cierta grandilocuencia. Se trata de “Recover”, que forma parte del duelo por la muerte a causa del COVID del suegro del líder del grupo, Tim Booth.

Por otra parte, este no es el tono general. El proyecto bebe de fuentes optimistas, alegres y coloristas, como se percibe desde la propia portada. Frente al barroquismo y la sobreproducción de sintetizadores de sus últimos trabajos, aquí la voz del carismático Tim Booth pasa a dominar el asunto y recupera el tono seductor de sus discos más clásicos. Igual de clásicas van a ser estas canciones, desde la que da título al conjunto, un alegato contra Donald Trump que se abre con un ritmo de tarantela calcado al de Gabinete Caligari en “Al calor del amor en un bar” y que, de golpe, acoge swing y un estribillo impactante para pasar por diversos estados rítmicos. Cada canción es como una pequeña sinfonía.

Tantos años de carrera, tantas cosas han pasado en la música que es inevitable que algunos temas recuerden a compañeros de viaje. “Beautiful beaches”, con su pop sencillo, escapista y electrónico, aunque va dedicada a los incendios de California, evoca a Pet Shop Boys, y “Hush” retrotrae a ese sonido lujoso y pasional, tecnificado y algo melancólico que surgió por el tiempo en que ellos nacieron. Yazoo, por ejemplo. Por su parte, “Getting myself into” es una perfecta balada, triste y nocturna, a lo Tindersticks, que parece pedir la cavernosa voz de Stuart Staples. Un último caso: “XYST” es pura Velvet Underground con distorsión y, en este caso, está pidiendo la voz de Nico, que potenciaría el tono que tiene, serena por fuera y tormentosa por dentro.

En todo caso, si la electrónica domina es para crear maravillosos ámbitos de pop bailable, cosa que no ocurría en ninguno de sus discos anteriores; “Isabella”, por ejemplo, tiene algo de krautrock, es rara, espasmódica, pero todos los elementos se acoplan a la perfección, como esas recientes colaboraciones de Iggy Pop con Underworld. Recuperamos a James para la música y esa es una buena noticia. Unos James quizás más festivaleros, pero que nos ofrecen lo que importa de ella: hacernos la vida más sencilla, más sensible y más bella.

Anterior crítica de discos: Van Weezer, de Weezer.

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