Alejandro Escovedo: Salvado por el rock and roll

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«Mientras tenga una buena banda y me pueda permitir salir a la carretera con ella y mantener el interés de alguna gente, me siento feliz»

Ofreció una lección magistral en el pasado Día de la Música, celebrado en el Matadero de Madrid, y se rumorea que volverá de gira el próximo año. Alejandro Escovedo, leyenda viva del rock americano, tiene nuevo álbum: El estupendo »Big station». Una excelente excusa para charlar con él.

 

 

Texto: EDUARDO GUILLOT.
 

En 1998, la revista «No depression» le consideró el artista más importante de la década de los noventa. No exageraba. El cantante y guitarrista de San Antonio (Texas) es una auténtica leyenda del rock and roll, y su último trabajo, «Big station», editado este mismo año, vuelve a mostrarle en un estado de forma envidiable. Lo puso de manifiesto en el Matadero de Madrid, durante la celebración del Día de la Música. Antes, por la mañana, y tras la prueba de sonido, se animó a charlar un rato sobre su larga trayectoria. Una conversación que comenzó de manera informal, hablando de sus orígenes latinos (aunque apenas habla castellano), que propiciaron la primera pregunta de la entrevista.

¿Te consideras un músico latino?
Soy un músico de rock and roll. Es algo universal. Ritchie Valens era un escritor de rock and roll, y así me considero yo. Nunca me ha interesado ser definido por mi cultura. Me gusta ser libre, poder moverme en direcciones diferentes. Mi familia siempre ha estado marcada por la música, todos mis hermanos tocan latin jazz o salsa, y yo me incliné por el rock and roll. Es el estilo que siempre me ha gustado por encima de cualquier otro.

¿Y por qué escogiste el rock and roll?
Nací en 1951, y el rock and roll estaba permanentemente en la radio. Crecí con mi prima Dolores y nos encantaba oír a Elvis Presley, Chuck Berry, The Big Bopper, Jerry Lee Lewis… Fue lo primero que escuché, cuando era niño. Y me convertí en adicto. Poco después, cuando tenía 16 años, nos fuimos de Texas a California, y allí pude ver bandas geniales, como Love, Buffalo Springfield, The Doors, The Stooges, MC5… Caí rendido ante todas ellas. Y en los setenta descubrí el rock inglés: The Rolling Stones, Led Zeppelin, The Yardbirds, The Pretty Things… Mucha gente me pregunta a menudo cómo defino mi música, y les digo que es producto de una enorme colección de discos, que también incluye los que tenía mi hermano mayor.

Sin embargo, empezaste haciendo punk rock, con The Nuns. ¿Qué significaba para ti en aquellos momentos?
Para todos los que empezamos a tocar en San Francisco a mediados de los setenta era una manera de poder decir algo. No importaba el qué, se trataba de un reflejo de nuestro estilo de vida. Había un componente político, pero no siempre, básicamente era un modo de expresarnos. No importaba tu género, raza o cultura, sino que tuvieras algo que contar. Y lo que más me gustaba era que nos permitía romper las barreras entre el público y los músicos. En los setenta había grandes estrellas del rock que trataban a la gente como siervos. Para nosotros era diferente. La gente que nos gustaba, como Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, Iggy Pop & The Stooges o New York Dolls, eran rebeldes, habían ido a su bola. Eran bandas muy individualistas y eso era lo que nos inspiraba. Deseábamos ser como ellos. No sé si lo conseguimos, pero The Nuns queríamos ser una combinación entre MC5 y The Velvet Underground.

La escena punk de la costa oeste siempre tuvo menos repercusión que la de la costa este, focalizada en Nueva York y el club CBGB. ¿Por qué?
Se desarrollaron de manera simultánea. Cuando leíamos el «NME» u otras revistas inglesas era cuando descubríamos que había grupos como los nuestros en Nueva York, inspirados por los mismos artistas. Pero es evidente que la costa este tuvo mayor repercusión, quizá porque había muchas bandas concentradas en un área geográfica muy pequeña, mientras que San Francisco tenía una escena propia que era muy diferente, por ejemplo, de la de Los Ángeles. Pero empezamos a la vez, y tienes razón, no recibimos la atención que merecíamos. No sé el motivo, aunque puede que se deba a que nunca tuvimos una banda que realmente se hiciera famosa, como Ramones, Blondie, Patti Smith o Talking Heads.

¿Cambió tu idea sobre el punk cuando The Nuns telonearon a los Sex Pistols en el último concierto de su carrera, en enero del 1978, en el Winterland de San Francisco?
La verdad es que sí. Lo que ocurrió es que me di cuenta de que habíamos llegado a un punto en que ya no se trataba de música. Crecí en los sesenta, pensando que la música podía salvar el mundo. Y sé que a mí me salvó de muchas cosas, así que pensaba que podía sucederle a otras personas. Pero cuando vi a los Sex Pistols me di cuenta de que todo giraba en torno al dinero. Escuchar a Johnny Rotten diciendo al público: “¿Alguna vez os habéis sentido engañados?”, resumía perfectamente la situación. Para mí, que era un devoto ferviente del rock and roll, fue un shock. Vi todo lo que había detrás, el negocio, el hype, y no era nada bonito.

Después reaparecerías en Rank And File, una banda que ya reivindicaba la música de raíces americana. Supongo que te parece gracioso que sea una de las corrientes de moda en los últimos años.
A la gente que ha sobrevivido todos estos años, como John Doe (X), Dave Alvin (The Blasters) o yo mismo, nos provoca una sonrisa escuchar a esas bandas supuestamente nuevas influidas por el country o el rock de raíces, porque nosotros lo estamos haciendo desde los ochenta. Pero es saludable que las cosas sigan adelante, creo que es interesante ver cómo se ha desarrollado. Antes hablabas de la consideración del punk rock de la costa oeste. Pues Rank And File ni siquiera han sido mencionados nunca en los artículos sobre roots rock, alt-country, americana o como lo llamen. Y fuimos pioneros, como Jason & The Scorchers.

De hecho, entonces se decía que ambos grupos hacíais cowpunk.
Sí, es una palabra horrible. No nos gustaba nada.

¿Por qué?
Porque era meternos en una jaula, cuando éramos más que eso. En Rank And File tratábamos de maridar a Waylong Jennings con el reggae y el dub, era una banda muy rítmica, y ya abordábamos temas políticos que hoy en día siguen vigentes y sin resolver.

Si nunca se nombra a Rank And File, con tu siguiente banda, True Believers, ocurrió lo mismo. ¿Qué pasa contigo?
Siempre se olvidan de mí [risas]. No lo sé, supongo que debe ser una maldición. Los True Believers, una vez más, fue una banda en el sitio incorrecto en el momento inadecuado. Aparecimos justo un poco antes de la ola. Nos inspiraban Mott The Hoople y New York Dolls, seguíamos siendo un grupo con sonido americano, con tres guitarristas compositores y cantantes, entre ellos mi hermano Javier [The Zeros]. Creo que quizá éramos demasiado salvajes. Llegamos antes que los Replacements, Guns N’Roses y todas esas bandas de rock and roll que se harían muy populares en aquella época.

Esa maldición de la que hablabas en broma ha hecho de ti un músico de culto. ¿Te sientes cómodo en esa posición?
Bueno, es algo que te otorga mucha libertad. Mientras tenga una buena banda y me pueda permitir salir a la carretera con ella y mantener el interés de alguna gente, me siento feliz. Es lo que siempre he querido. Ser un artista de culto te permite hacer lo que quieras, nadie te dice lo que debes hacer. Las compañías de discos siempre se han portado bien conmigo, y eso que he pasado por muchas. De hecho, creo que ya he estado en A&M dos o tres veces en diferentes periodos [risas]. Creo que lo más importante es la libertad de hacer lo que quieres.

 

«Yo voté por Obama, pero debería ser más duro, alzar más la voz. Creemos en todo lo que nos prometió, así que debe cumplirlo»

En 2003 se te diagnosticó hepatitis C y pasaste por una situación crítica al carecer de seguro médico. Fueron tus colegas, a través del disco tributo «Por vida» (2004) y otras acciones, quienes lograron recaudar fondos para ayudarte. En ese sentido, ¿cómo valoras el programa de salud de Obama?
Solo puedo decir que es una vergüenza que no haya salud pública en Estados Unidos. En mi opinión, el gobierno del país nunca se ha preocupado por la gente mayor ni por los enfermos. En los últimos años, cerraron muchos hospitales. Y es el único cuidado médico que le queda a la gente pobre, que entra por urgencias para recibir atención. Por eso están muriendo en los guetos y los barrios, donde viven las minorías. Creo que la salud pública para todos es un derecho. Yo voté por Obama, pero debería ser más duro, alzar más la voz. Creemos en todo lo que nos prometió, así que debe cumplirlo.

¿Te sientes decepcionado con él, como le ha pasado a Bruce Springsteen?
Hay algo que aprendí cuando estuve enfermo. Creía que mi familia se limitaba a mis hermanos y hermanas, pero descubrí que era mucho más amplia, y que había mucha gente que se preocupaba por mí de una manera muy profunda. Nunca te paras a pensar en quién te aprecia y quién no. Simplemente, tocas y tocas y sigues tocando. Llegué a ofrecer trescientos conciertos en un año. Y en esas circunstancias todo va bien, iba grabando discos y no había ningún problema. Pero de repente me puse muy enfermo, y vino en mi ayuda toda esta gente maravillosa, muchos de ellos extraños. Creo que hubo unos cincuenta actos benéficos. Hicieron un disco en Canadá, otro en Estados Unidos, un concierto en Inglaterra… Fue maravilloso, y me di cuenta de lo importante que es construir una comunidad, porque el gobierno no va a hacerlo por ti. En ese sentido, me siento muy afortunado. Hubo un montón de excelentes artistas que colaboraron, todos mis héroes: John Cale, Lenny Kaye, Lucinda Williams… Intento participar en discos así cuando me lo piden, creo que es la sensación de comunidad lo que nos ayuda.

¿Cuándo decidiste probar como solista?
Siempre dije que no quería, pero al final lo hice. Casi me forzaron. Pensé que True Believers sería mi última banda, porque estaba con mi hermano, me gustaba mucho y me hubiera encantado que siguiéramos juntos, pero la gente evoluciona, las cosas cambian, no me gustaba volver a ser líder de una banda y tomé una decisión, porque tenía canciones, seguía componiendo. Stephen Bruton, que produjo mis tres primeros discos en solitario, fue una influencia decisiva, me hizo ganar confianza y me ayudó. Así empezo todo, en realidad fue culpa suya.

Los tres últimos los has grabado con Tony Visconti. Imagino que para alguien tan amante de la mitología rock como tú, es un lujo que te produzca un tipo que trabajó con David Bowie o T. Rex.
Lo escogí por el sonido. Escribí las canciones de “Real animal” (2008), un disco autobiográfico, con Chuck Prophet. Queríamos alguien de aquella época, y pensamos en Glyn Johns o George “Shadow” Morton. Alguien con historia en el rock and roll. Y Tony ha hecho discos increíbles, los mejores. Amo a Bowie, y todos aquellos discos de T. Rex. También me gusta mucho cómo graba las cuerdas, sus arreglos. Era una elección perfecta, y hemos disfrutado en estos tres discos.

Las canciones de «Big station» (2012), tu último disco, también están compuestas con Chuck Prophet. Ya es hora de montar algo juntos, ¿no?
Pues sí, hemos hablado de ello. Y quizá vuelva a España en abril del año que viene y vengamos juntos. Queremos hacerlo, porque nos involucramos mucho cuando componemos, siempre tenemos un objetivo claro.

Es una lástima que «Big station» no esté editado en España.
No lo entiendo. Creo que es cosa de Universal Records. A veces no estás en lo alto de su lista, no eres una prioridad. Es una pena. Me gustaría que estuviera en España, pero poca gente lo conoce. Y creo que es un gran disco.

Estoy de acuerdo. Es un álbum muy diverso, y me gustaría saber qué objetivos tenías cuando empezaste a trabajar en él.
Chuck y yo volvimos a escribir las canciones juntos. Habíamos estado escuchando a Suicide, el “Sandinista!” de The Clash y gente como Tinariwen o Rachid Taha. Nos interesaba mucho el ritmo. Incluso hablamos con mi sobrina, Sheila E (ex percusionista de Prince). Buscábamos que las canciones tuvieran espacio. Y también había una intención de decirle a la gente que despierte, que el mundo está cambiando a su alrededor, y hay que ser parte de él.

En los últimos años has sido muy prolífico. ¿Preparas algo ahora?
Otro disco [risas]. Lou Reed dijo una vez que el noventa por ciento de escribir canciones es pensar en ello. Es lo que yo hago.

Pero no grabes un disco con Metallica, ¿vale?
¡No, no, no [risas]! ¡Eso no ocurrirá nunca!

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