Libros: «Fiesta en una botella», de John Collier

Autor:

«No es extraño que clásicas series de televisión utilizasen sus relatos y sus guiones para programas que hoy resultan míticos; ‘Alfred Hitchcok presenta…’ o ‘La dimensión desconocida”

John Collier
«Fiesta en una botella»
CONTRASEÑA

 

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 
Se agradece sobremanera –como un lujo inesperado– que pequeñas editoriales independientes recuperen libros del siglo XX que han quedado olvidados u oscurecidos. En otras ocasiones ya hemos hablado de ellas y en esta le toca el turno a la zaragozana Contraseña, que publica una selección de cuentos de John Collier. Quizás el nombre no les diga nada, pero si advertimos que Ray Bradbury dijo de él que nadie le había producido “un placer tan constante”, seguro que afilan las orejas. John Collier pertenece a esta estirpe, narradores que evocan la tristeza de la fantasía con gotas de humor negro o ternura –según la ocasión– y un estilo lacónico, breve, elíptico.

También en la estructura son cuentos extraños, más que cuentos parecen pequeños esbozos de trabajo, sinopsis de desarrollos que piden ser más extensos, brutalmente dialogados, guiones. No es extraño que clásicas series de televisión utilizasen sus relatos y sus guiones para programas que hoy resultan míticos; “Alfred Hitchcok presenta…” o “La dimensión desconocida”, por ejemplo, que se basaron en relatos incluidos en esta antología.

Los hay espléndidos, en los tres escogidos por la serie del director londinense –’De mortuis’, ‘Volver por navidad’ y ‘Sábado de lluvia’, estos dos últimos dirigidos por él personalmente– las sospechas sobre asesinatos no cometidos conducen a sorprendentes finales. Otros son también sorprendentes, pero en otro sentido: ‘Onagra’, por ejemplo, impacta en su trama, un poeta que decide escapar del mundo burgués y vivir de noche en tiendas de lujo, percibe que hay una población oscura en ellas, millonarios que lo han perdido todo y habitan allí. Casi parece un cuento de Cortazar, a la manera de ‘Texto en una libreta’. O ‘Dinero embrujado’, en el que el protagonista, un pintor loco que se instala en una masía de Perpiñán y habla del surrealismo, es un trasunto de Dalí. Quizá el mejor –a la manera de Lovecraft– sea ‘Por consiguiente refuto a Beelzy’, con amigos invisibles en jardines destartalados.

El propio Bradbury había preparado un epílogo para una antología de su ídolo, que aquí se recoge y es tan buena como cualquiera de los cuentos. La situación que se produjo en una cena en la que coincidió con Collier puede pertenecer perfectamente a esa literatura de ambos, triste por lo que se pierde sin haberlo tenido.

Anterior entrega de Libros: “El muñeco”, de Daphne du Maurier.
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