La cara oculta del rock: Bobby McFerrin; no te preocupes, suicídate

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«¿Cómo se atrevió a decir que merecía la pena ser feliz si acabó pegándose un tiro? ¿Qué consuelo se podía esperar si el autor de la canción más optimista había optado por quitarse de en medio a la primera de cambio?»

Si el optimismo tiene un himno, éste es ‘Don’t Worry, Be Happy’. No importan las dificultades ya que por encima de cualquier problema, lo principal es ser feliz. Es una lástima que Bobby McFerrin, el autor de la canción más alegre y buenrollista, no aprendiera su propia lección y acabara suicidándose. Por Héctor Sánchez.

 

Texto: HÉCTOR SÁNCHEZ.

 

Meher Baba, el sabio gurú indio, condensó toda una filosofía de vida en dos sencillas frases: “No te preocupes, sé feliz”. A pesar de todos los problemas que podamos tener, y aunque el cielo se nos caiga encima, nada debe preocuparnos ya que el objetivo principal de nuestra vida es lograr ser felices. El gurú sugirió una máxima digna de un eslogan publicitario que, aunque en muchas ocasiones resultaba muy difícil de seguir, sirvió de reclamo y apareció impresa con su fotografía en varias postales y carteles en la década de los años 60.

En 1988, Bobby McFerrin tuvo la suerte de encontrarse con uno de estos carteles en el piso de San Francisco del dúo de jazz y matrimonio Tuck & Patti, y quedó prendando de la simplicidad y, al mismo tiempo, de la profundidad de semejante lema. “Cualquier póster de Meher Baba normalmente dice ‘Don’t worry, be happy’, que, en mi opinión, es una filosofía bastante efectiva en cuatro palabras”, declaró el intérprete de jazz.

Esta efectiva filosofía en cuatro palabras sirvió de inspiración para McFerrin a la hora de componer la canción por la que se le recordará en los anales de la historia. ‘Don’t Worry, Be Happy’, incluida en el álbum “Simple Pleasures”, no sólo era una declaración de intenciones, sino también un ejercicio de lucimiento para su autor, que grabó el tema sin utilizar instrumentos y que empleó solo su voz y su cuerpo para crear la pegadiza armonía. El resultado no pudo ser mejor; la canción se colocó rápidamente en el primer puesto en las listas de Estados Unidos y Bobby McFerrin obtuvo tres premios Grammy en 1989: canción del año, disco del año y mejor intérprete masculino de pop. Además, esta canción sirvió al malabarista de la voz para ampliar su público y darse a conocer ante los ajenos al jazz.

Si algo funcionaba en el tema, más allá de los agradables y alegres silbidos, era su letra. ¿Quién dijo que las canciones deben ser tristes o tratar sobre decepciones y malos momentos? El lema ‘Don’t Worry, Be Happy’ de McFerrin es a la música lo que el “Carpe diem” de Horacio es a la literatura o el ‘Hakuna Matata’ de Timón y Pumba es a “El Rey León”. La canción sigue la estela de otros himnos optimistas como ‘Always Look On The Bright Side of Life’ de los Monty Phyton en “La vida de Brian”, aunque con menos mala leche. El consejo del ventrílocuo del jazz era muy sencillo: la vida tiene muchas dificultades pero hay que quitar hierro al asunto y ser más feliz que una perdiz. Así de simple. Ante las vicisitudes que nos puede deparar la vida, hay que tener la misma actitud que la protagonista de la novela infantil “Pollyanna” de Eleanor H. Porter.

Así de positivo se mostraba McFerrin en su canción: “No te preocupes, no te preocupes, no lo hagas / Sé feliz. Pon una sonrisa en tu cara / No deprimas a la gente. / No te preocupes, pronto pasará, sea lo que sea. / No te preocupes, sé feliz. / Yo no estoy preocupado, soy feliz”. Sin embargo, de la noche a la mañana, el hombre que repartía optimismo a sus oyentes y que les invitaba a derrochar felicidad, hizo oídos sordos a su canción y se suicidó.

Bobby McFerrin, en lugar de aplicarse el cuento del “no te preocupes, sé feliz” prefirió seguir el refrán “consejos vendo, que para mí no tengo”. Eso sí que fue dar mala imagen. Al final, ni el propio McFerrin se tragó su historia de lo bello que es vivir ni su buen rollo. ¿Cómo se atrevió a decir que merecía la pena ser feliz si acabó pegándose un tiro? ¿Qué consuelo se podía esperar si el autor de la canción más optimista había optado por quitarse de en medio a la primera de cambio?

En realidad, Bobby McFerrin no decidió tomar el camino rápido ante las dificultades. La noticia de su suicidio no fue más que un bulo que comenzó a extenderse en el año 1992. El bulo era tan macabro y “divertido” que llegó a ser tomado en serio. Era una historia que no podía fallar. A la gente le encanta la ironía, y el irónico suicidio del hombre más feliz del mundo funcionó como una buena leyenda urbana.

Existe otro mito falso relacionado con ‘Don’t Worry, Be Happy’, pero más que un mito es una equivocación. Es muy habitual que se acredite a Bob Marley como autor o intérprete del tema, pero el cantante falleció en 1980, ocho antes de la composición de este tema; el problema es que resulta un error muy común que cualquier canción con ritmo de reggae se atribuya al músico jamaicano.

Pero volviendo a Bobby McFerrin, en la actualidad el increíble músico vocal sigue en activo, graba álbumes y actúa en directo. Sigue vivito y coleando. Y sobre los rumores de su muerte, no le preocupan, es feliz.

Nos veremos en La Cara Oculta del Rock…

Anterior entrega de La cara oculta del rock: The White Stripes, más allá del incesto.

Puedes seguir a Héctor Sánchez en su propio blog.

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