Operación rescate: Lucio Battisti

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«Imaginativo, se movía en los patrones de lo que podemos considerar pop de la escuela italiana, pero se salía de los márgenes con unas dosis de fantasía que le permitían elucubrar planos sonoros con los que desarrollaba temas largos que entendía como pequeñas suites»

 

Lucio Battisti
«Respirando. Sus grandes canciones en español»
RCA/BMG, 1999

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

Hubo un tiempo en el que era habitual que cantantes de todo pelaje, principalmente italianos y franceses, grabaran sus temas en castellano para ser lanzados tanto en España como en Latinoamérica. Eso, que puede parecer tan terrible como el doblaje cinematográfico, en cuanto a desvirtuar la creación original, dejaba, sin embargo, una discografía paralela de rarezas que hoy hace las delicias de los coleccionistas de singles y elepés peculiares, extraños o especiales. Aparte de facilitar la difusión de esos temas por aquí, esas tomas eran como una puerta abierta a visitar las discografías originales, prácticamente una suerte de tarjeta de visita.

En ese grupo de intérpretes que probaron fortuna en nuestro idioma estuvo Lucio Battisti (1943-1998), un italiano que además de cantar (pensaba de sí mismo que no tenía una gran voz) diseñaba unas melodías con las que poner música a las singulares (a veces oscuras, siempre originales) letras que para él escribía Mogol, y que, sencillamente, no son de este mundo. Imaginativo, se movía en los patrones de lo que podemos considerar pop de la escuela italiana, pero se salía de los márgenes con unas dosis de fantasía que le permitían elucubrar planos sonoros con los que desarrollaba temas largos que entendía como pequeñas suites en las que se perdía en densos pasajes instrumentales en los que podía suceder cualquier cosa: el funky se tropezaba con tradiciones mediterráneas, la canción italiana se hermanaban con el rock, las guitarras acústicas se encontraban con las eléctricas y los sintetizadores, las grandes orquestaciones corrían desbocadas, las capas sonoras se superponían, la belleza y el feísmo se daban la mano, podía resultar íntimo o totalmente bailable, incluso, en ocasiones, podía ponerse deliciosamente hortera (como en parte de la segunda mitad de los años setenta). En Battisti, en su cabeza, cabía todo.

De ello, aunque a grandes rasgos, dio cuenta el cedé Respirando. Sus grandes canciones en español, publicado a los meses de su muerte, en el que se recogían gran parte de sus grabaciones en nuestro idioma entre 1972 y 1980, el año en que la sociedad Mogol/Battisti se resquebrajó definitivamente, dejando para la historia el álbum «Una giornata oggiosa», del que aquí se incluye la inconmensurable canción titular, «Una triste jornada» («más, ¿cuál es el color de una triste jornada? / Más, ¿cuál es el sabor de una vida sin nada?» repite el estribillo), una de las grandes piezas de un recopilatorio que se abre, con ni más ni menos, «Mi libre canción» («Il mio canto libero», 1972), e incluye, entre otras, golosinas como «Respirando» (1976), «La canción del sol» («La canzone del sole», 1977), «Tengo un año más» («No un anno di pio», 1977) o «La colina de las cerezas» («La collina dei ciliegi», 1973).

Hoy, como en el periodo en el que los singles en castellano dominaban el pop, este recopilatorio (suponiendo que sea fácil de localizar), puede servir de invitación a curiosear en la obra de este italiano loco, introvertido y contradictorio, que fue y sigue siendo un misterio (sigue sin saberse, por ejemplo, de qué murió) y, al tiempo, una de las más grandes glorias de la música popular italiana y europea del siglo XX.

 


Anterior entrega de Operación rescate: Little Steven and The Disciples of Soul.

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