Punto de partida: Juan Mari Montes y Umberto Tozzi

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«A Tozzi muchos lo embocarán directamente en el cajón de los horteras pero a mí siempre me ha parecido un músico increíble, extraordinariamente creativo, apasionado, inquieto, personal y originalísimo»

Juan Mari Montes es uno de los pocos letristas profesionales del pop español. Un tipo brillante que ha firmado textos para gente tan variada como Ana Belén, Cómplices, José Mercé, Loquillo, Litto Nebbia, Hilario Camacho, Sole Giménez, Sergio Dalma, Julio Bustamante, Danza Invisible, Javier Ojeda, Malú, Dúo Dinámico o Los Chichos… Además es colaborador ocasional de EFE EME.

 

 

Umberto Tozzi
“Tú”
CBS, 1978

 

 

Soy consciente de que dedicándome a escribir letras quedaría mejor diciendo que el primer disco de mi vida fue cualquiera de Cohen, Dylan, o Lou Reed, pero seamos sinceros: el primer disco que me compré, en realidad se titulaba “Tú” y era de Umberto Tozzi, un pelirrojo cantante turinés que muchos lectores embocarán directamente en el cajón de los horteras pero que a mí siempre me ha parecido un músico increíble, extraordinariamente creativo, apasionado, inquieto, personal y originalísimo.

Para rematar la jugada de lo incorrecto, debo añadir que el disco lo compré en casete en una tienda de electrodomésticos de Ciudad Rodrigo tras escaparme un cuarto de hora del colegio de curas en el que estaba interno. Yo tendría 13 años.

La canción que le daba título me gustaba mucho, aunque la que me mataba de verdad era ‘Te amo’, que también fue un gran éxito y que jamás dejó de estar de moda. Ahora, por ejemplo, es el tema principal de la película francesa de reciente estreno “Stella”. Pero en aquel álbum, que incluía algunas canciones de los dos primeros discos en solitario que había editado Tozzi en Italia (‘Donna amante mía’ y ‘E’nell aria ti amo’) no había ni una canción prescindible: ahí estaban ‘Perdendo Anna’, ‘Hei sole’, ‘Come zucchero’, ‘Zíngaro’ o ‘Yo caminaré’ (que había llegado por aquí con la pegatina del “número 1 en Italia” en una versión cazallera de Fausto Leali).

El tándem creativo era Tozzi y Giancarlo Bigazzi, que también ejercía de productor, una infalible pareja compositiva que a día de hoy lamentablemente solo se relaciona para dispararse puyas a través de la prensa sensacionalista. Eran canciones comerciales desde luego, pero también canciones construidas con preciosas melodías pop, las obsesivas armonías de Franco Monaldi, sonoridades mediterráneas, luminosa frescura y una pizca de erotismo latin. Los textos –incluidas las adaptaciones españolas que hicieron de esas canciones Óscar Gómez o Carlos Toro– aunque sugerentes, estaban escritos más en función de realzar la sonoridad de la pura fonética que de contar una historia inteligible.

Hoy sigo degustando con inmenso placer aquellas canciones pero no me pregunten el porcentaje de disfrute que debo atribuir al insano cultivo del entrañable ejercicio de la nostalgia. Lo que sí es seguro es que este disco me abrió puertas y oídos a muchos otros grandísimos autores italianos de modesto apellido –Battisti, Bella, Cocciante, Dalla, Baglioni, Zero, Conte, Mina, Simone, Venditti, Celentano, Rossi, Jovanotti…– pero que siempre me han emocionado bastante más que sus famosísimos coetáneos colonizadores anglo.

Anterior entrega de Punto de partida: Xoel López y Tom Zé.

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