Punto de partida: Manuel Malou y Ted Nugent

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«Me impactó sobre todo el sonido, porque yo lo más rockero que había escuchado era a Johnny Halliday, en la época en que vivía en Francia con mis padres. Pero esto para mí era como otra dimensión»


Ted Nugent
«Ted Nugent»
EPIC, 1975

 

En 1976, yo tenía 15 años, y en un guateque que dieron unos amigos llegó mi coleguita Marcial, que empezaba a tocar la batería en un grupo del barrio, y puso un LP del que me quedé prendado: del sonido, de la voz, del swing… en fin, de todo lo que a mis oídos estaba llegando, además sonaba en un equipo potente y con buena ecualización.

Por entonces, yo estaba acostumbrado a escuchar, sobre todo, sonido acústico, flamenco, rumba, y música latina. De repente llega a mis oídos ese disco y cogiendo la carpeta flipé aún más con la foto de Ted Nugent con el pelo echado a la cara y ese pedazo de Gibson de media caja, aunque en esa época no sabía qué modelo de guitarra era esa. Pero me impactó sobre todo el sonido, porque yo lo más rockero que había escuchado era a Johnny Halliday, en la época en que vivía en Francia con mis padres. Pero esto para mí era como otra dimensión.

La primera canción, ‘Stranglehold’, es una obra de arte por su sencillez, su melodía, el peso y la cadencia de tema; y ese reverse de plato con efecto de guadaña que pasa de un lado al otro del sistema estereofónico. Pero también ‘Hey baby’, ‘Queen of the Forest’, ‘Stormtroopin’ y, por supuesto, ‘You make me feel right at home’, que tiene un clima impresionante con ese sonido de marimba y ese tecladito un poco free jazz.

Esa tarde pusimos ‘Stranglehold’ varias veces, porque ademas venía muy bien para cogerse al talle de las chicas y bailar tranquilos [risas], que también molaba. Además, mi colega Marcial me contó tremendas historias sobre este artista diciéndome que Ted Nugent vivía como un salvaje en el monte y que comía de lo que cazaba, en fin, que me dejó aún mas fascinado. Porque, además, esa imagen en mi coco se correspondía bien con ese sonido duro y salvaje pero lleno también de melodía y de musicalidad.

Dos o tres días después, me lo compré, en Discoplay, en los Sótanos de la Gran Vía de Madrid. Aún lo conservo, y también tengo una edición en CD, en la que se incluyen algunos bonus en directo, pero a mí me gusta más el vinilo, el disco grabado en estudio. Este fue el primero que compré de Nugent, pero en casa siempre hubo vinilos, yo compraba algún single que otro de canciones españolas que estaban sonando en esa época, pero sobre todo el que compraba los discos era mi padre: rumba, flamenco, salsa y música francesa, puesto que vivimos en Francia muchos años pues también teníamos discos de Bècaud, Aznavour, Brel, Piaf, Brassens, Sylvie Vartan, Jacques Dutronc y un largo etc… Después de comprar los tres primeros de Nugent me desconecté un poco y fui descubriendo otras cosas, como Hendrix, Deep Purple, Led Zeppelin… En 1984 fui a verle al pabellón de deportes del Real Madrid y la verdad es que me quedé un poco decepcionado, el sonido era muy regularzillo y si mal no recuerdo creo que Ted Nuget saltó del escenario en un momento dado porque alguien le estaba tirando cosas y bajó a currarlo [risas], sí, en serio, ¡fue a darle un cate al gambilla de turno!

Creo que este es su mejor disco, aunque «Free-for-all» y «Cat scratch fever» también son la bomba, a partir de ahí ya es un poco repetitivo ya que tampoco Ted Nugent es un gran virtuoso, aunque tiene una buena forma de componer, una voz muy musical y buenos riffs. Esos tres discos son muy personales y tienen buenos temas, pero «Ted Nugent», quizá por ser el primero que escuché, me parece irrepetible. Hacía tiempo que no lo oía, pero hoy está sonando mientras escribo y me da mucho placer oírlo de nuevo [risas], me transporta… Lo escuché mucho en la época en que grabé el disco «Bumba rumba», para mí, ese LP es un referente en el rock.

Anterior entrega de Punto de partida: Pablo Maronda (Maronda) y Oasis.

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