Operación rescate: Kiki d’Akí

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«Las únicas cinco canciones que publicó durante 1983 y 1984 prometían disfrutar con una suerte de deliciosa vocalista pop a la española y a lo años ochenta. Con su compositor de cabecera, incluso, el muy inspirado Fernando Márquez El Zurdo”

Kiki d’Akí
«Kiki d’Akí»
NUEVOS MEDIOS, 1984


Texto: JUAN PUCHADES.


El quinteto Las Chinas fue el único grupo de los surgidos de la primerísima Nueva Ola integrado exclusivamente por chicas; hacían pop directo, sin grandes aspavientos pero con muchísima gracia. Solo publicaron un par de gloriosos singles (en realidad uno y medio: el segundo únicamente incluía una canción para la película «La próxima estación») y de ahí a las páginas de historia. Además, parece que permanecerá para siempre en el limbo de las desgracias pop el, supuesto, posterior álbum que grabaron y que nunca se llegó a editar.

Pero si efímera fue la vida de Las Chinas, no menos lo fue la de Kikí d’Akí, el heterónimo tras el que se escondió un par de temporadas María José Serrano “Jose”, la cantante de aquellas. Y eso que las únicas cinco canciones que publicó durante 1983 y 1984 prometían disfrutar con una suerte de deliciosa vocalista pop a la española y a lo años ochenta. Con su compositor de cabecera, incluso, el muy inspirado Fernando Márquez “El Zurdo”, que le regaló las cinco golosinas que recogió este único maxi (antes había salido un single con ‘La ciudad y tú’ y ‘Accidente’, también incluidas aquí). Golosinas cargadas de los habituales referentes en la obra del Zurdo: la desesperanza, la soledad, los amores frustrados y los deliciosos aromas pop franceses.

Aunque una excesiva carga de programaciones afea un tanto la producción, no logra empañar las maravillosas maneras vocales de Jose, con esa excitante y elegante indiferencia con la que recita unas canciones atemporales (¡qué listo fue “El Zurdo” y que bien trabaja cuando de hacer canciones a mujeres se trata!), brillantes en su sencillez pop y diseñadas como un guante para su intérprete.

Desgraciadamente, Jose se olvidó pronto de Kiki d’Akí y optó por ejercer de bibliotecaria a tiempo completo. Hasta en esto fue elegante y consecuente: qué mejor oficio podía uno imaginar para alguien que cantaba, como si no fuera con ella, cosas como: “Puedo pasar casi dos siglos sin ti / y volver a las andadas / nuestros lazos no se entienden aquí / porque aquí no entienden nada” (“Unidad de destino”). O ese canto a los “accidentes” de pareja (cuando entra un tercero, vaya): “Es una tormenta en una bola de cristal / es ese tornado / que limpia el polvo en tu hogar. / Es el tonto incendio / de un bistec a medio hacer / es el gris naufragio / de una tacita de té. / Accidentes tan pequeños / no me pueden afectar jamás” (“Accidente”).

Un disco tan breve como encantador y sugerente que, afortunadamente, fue recuperado en CD. Pero antes, en 2003, Kiki d’Akí regresó a la vida pública y, hasta ahora, ha grabado tres álbumes. Pero el tiempo había pasado y el nuevo proyecto, aunque muy estimulante, ya no era exactamente el mismo.

[Texto actualizado del publicado originalmente en EFE EME 38, de abril de 2002.]

Anterior entrega de Operación rescate: Boris Vian.

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