Objeto de deseo: «Historia de la canción española»

Autor:

«Tirando de su amplia visión de los usos de la época, de todas nuestras músicas populares del siglo pasado (cuplé, tonadilla, canción, copla, pop, ye-yé y beat) y de sus voces, el autor lograba abrir una completa panorámica costumbrista de nuestro país que desmenuzaba con su pluma ácida y socarrona, siempre brillante, cruel a veces»

Álvaro Retana
«Historia de la canción española»
EDITORIAL TESORO, 1967

Valor: 190 euros.


Una sección de VICENTE FABUEL.


Aquí tienen ustedes el primer libro español que con voluntad enciclopédica –510 páginas con profusión de fotos e ilustraciones– se dedicó a analizar toda la canción popular española del siglo XX, y que solo con un poco de suerte podrán incluirlo en su biblioteca por menos del precio que arriba se expone. Claro que al escribirse en 1967, la parte que nos resulta más cercana hubo de quedar necesariamente ausente. Créanme, poco importa. Es un placer personal sacar a colación al autor de este ímprobo trabajo, un delirio de lectura hecha al tiempo con capricho y rigor, chispeante, juiciosa y amena, a cargo de Álvaro Retana y Ramírez de Arellano (Filipinas 1890, Madrid 1970), si se hacen cuentas, pues, un libro escrito a los 77 años de edad por el gran novelista, cronista, figurinista, músico y letrista de canciones.

Musicalmente, el escritor Retana era sobre todo conocido por ser autor de un buen montón de cuplés que Lilián de Celis y otras damas del frívolo género le habían interpretado, a buen seguro siguiendo sus malévolas e infalibles indicaciones personales para lograr sensibilizar a los caballeros. Tenía Retana con las señoras ese curioso tipo de relación fatal consistente en venerar el mito femenino hasta extremos sublimes de adoración, capaz de dedicarles su vida profesionalmente y seguirlas por cualquier camino excepto el que, con ellas, le llevase a la alcoba. Aunque algunas malas lenguas, sin duda algún enemigo, llegase a afirmar que en sus años mozos tuvo un hijo con una gran vedette. Bueno, lo cierto es que en 1964, el escritor había publicado “Historia del arte frívolo” (Editorial Tesoro), otra majestuosa antología íntegramente dedicada a ellas, a las cantantes del género frívolo, también llamado ínfimo, y al mundo de las variedades. Un espectacular despliegue de su propia colección personal de fotos de vedettes, cantantes y bailaoras recorría las 420 páginas del libro, por cierto, reeditado en 1997 con el título de “Mujeres de la escena, 1890-1940”. No quisiera repetirme de nuevo, pero… impagable.

Pero esta “Historia de la canción española” aún nos implica mucho más. Tirando de su amplia visión de los usos de la época, de todas nuestras músicas populares del siglo pasado (cuplé, tonadilla, canción, copla, pop, ye-yé y beat) y de sus voces (y no solo sus representantes femeninas), el autor lograba abrir una completa panorámica costumbrista de nuestro país que desmenuzaba con su pluma ácida y socarrona, siempre brillante, cruel a veces, y que –terriblemente– alcanzaba sus momentos álgidos con el auge del jazz hot, el swing y el foxtrot a partir de la década de los 40 y ya definitivamente en los 60, cuando irrumpía en nuestro país eso que el autor recibía despectivamente como “ritmos extranjerizantes dispuestos a socavar lo más profundo de nuestras raíces musicales”, es decir, los sonidos del rock y del pop, popularmente conocidos por aquel entonces como el ye-yé.

¿Nos encontraríamos, entonces, frente a otra muestra de ese troglodismo integrista tan habitual en la España de esos años? Puede que no sea descabellado pensar eso si se llegan a leer fuera del libro algunos textos cazurros como, por ejemplo, este otro: “Por patriotismo, por buen gusto, porque les sobran facultades para oponerse a esa monstruosa ola musical extranjeroide que nos invade, nuestros músicos deberían agruparse en defensa de nuestro arte ligero”. Pero no hay que asustarse en demasía. Ocurre que a don Álvaro en realidad no le interesaba ninguna otra música que no anduviera cerca de la copla, el cuplé y la varieté y no solo, estando en su derecho, las rechazaba –memorables los furibundos ataques que dedica al Dúo Dinámico, Sandie Shaw, Bruno Lomas o los Brincos– sino que su pluma, que ni debajo del agua hubiese dejado de escribir, estaba dotada de tal gracia para descalificarlos que, ése a priori retrógrado ejercicio –por esnob y por absoluta incorrección– estoy por decir que a este servidor y en cierto modo, le ha proporcionado más disfrute que muchas de las rutinarias y aburridas lisonjas que éstos y otros intérpretes igualmente zaheridos por él hayan llegado a recibir.

[Versión puesta al día del texto publicado originalmente en EFE EME 61, de septiembre de 2004.]

Anterior entrega de Objeto de deseo: Robert Graves / Ramón Farrán.

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