Objeto de deseo: Pedro Iturralde

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«Estas ardorosas piezas juveniles editadas cuando Iturralde rondaba la treintena, recuerdan muy especialmente a aquel tipo de saxofonistas norteamericanos de sesión que eran capaces de dinamitar con un soplido salvaje cualquier temilla de rock ’n’ roll o rhythm & blues que les pusieran por delante»

Pedro Iturralde
Discografía inicial (5 EPs)
PHILIPS 1962-1963

Valor: 35 Euros cada uno.


Una sección de VICENTE FABUEL.


Las primeras grabaciones del gran jazzman Pedro Iturralde mientras trabajaba como músico de sesión en la discográfica Phillips durante los primeros años 60 fueron realmente estupendas. Cinco preciosos EPs de cuatro temas cada uno en los que recorría con su habitual prestancia ese largo trecho que va desde el twist a la clásica. Bien valoradas por coleccionistas de pop aunque nunca reeditadas, de modo que escasamente conocidas, la débil reputación de estos discos del navarro ha sido dañada por ese caché cultural usado por el mundo del jazz al mirar por encima del hombro cualquier grabación tachada de alimenticia, condición, por otra parte, sobre la que al menos en este caso no ha dudado nadie. Sin duda, para algunos debe de ser duro almacenar sus discos hechos  junto a Bill Coleman, Hampton Hawes o Gerry Mulligan, al lado de estas curiosas versiones del ‘Cucaracha twist’ o ‘Mi vaca lechera’. Por eso no los tienen. Comprendamos su desazón.

En fin, aquí no duelen prendas, y estas ardorosas piezas juveniles editadas cuando Iturralde rondaba la treintena, recuerdan muy especialmente a aquel tipo de saxofonistas norteamericanos de sesión (Plas Johnson, King Curtis, Red Prysock, Boots Randolph…) que eran capaces de dinamitar con un soplido salvaje cualquier temilla de rock ’n’ roll o rhythm & blues que les pusieran por delante. Aquí, el navarro igual manejaba músicas populares nuestras (clásicos de bolero y la copla, autores como García Morcillo, Luis Araque o Quintero-León y Quiroga) como sonidos de vanguardia internacional en claves próximas al jazz, y por supuesto, sus propias composiciones en todos y cada uno de esos cinco extended plays que venían globalmente titulados en base al contenido de los arreglos: Ritmo, Swing, Madison, Bossa Nova y Flamenco-Twist, este último, por cierto y como quien no quiere la cosa, de los primeros casos nacionales acreditados de fusión flamenca con el rock.

Soplados con su peculiar y aguerrida fuerza, los clásicos se sucedían en el repertorio de estos cinco discos: modernos temas tanto del repertorio USA: ‘Baby elephant walk’ (Mancini), ‘Night train’ (Jimmy Forrest), ‘Madison time’ (Ray Bryant), como del clásico cancionero local: ‘Ojos verdes’, ‘La niña de fuego’, ‘La violetera’… Con evidente buen ojo, el músico prestaba atención a las más jóvenes promesas de entonces: el primer Algueró (‘Brujería’) o el recién llegado de Francia Adolfo Waitzman (‘Sandy’), además de incluir uno de sus primeros trabajos para el cine con el score de ‘Nuevas amistades’ (del film del mismo título). Definitivamente, una soberbia cata inicial de la trayectoria de un jazzman grande –y además  modesto– que de ahí en adelante, él y su saxo privilegiado iban a colaborar gustosos con la plana mayor del pop español: Burning, Serrat, Miguel Ríos, Aute, Raphael, Bulldog, Alberto Cortez, Amancio Prada, los Pekeniques, Mari Trini, Urko, Paco de Lucía, Elia Fleta, Juan Carlos Calderón, Jayme Marques, etc., etc.. ¿De verdad no se sienten un poquito orgullosos de alguien así?

[Versión puesta al día del texto publicado originalmente en EFE EME 65, de enero de 2005.]

Anterior entrega de Objeto de deseo: John St. Field.

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