Lo que hay que tener: Gene Clark

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«Clark fue un cantante y compositor de increíble talento, amamantado en el country y el folk, fascinado por el pop inmaculado de The Beatles, fue en busca de la piedra filosofal del pop»

 

Gene Clark
«Flying high»
A&M, 1998


Una sección de LUIS LAPUENTE.


«–¿Qué os proporcionaba Gene Clark?
–Era un foco.
–¿Quieres decir que no era un líder?
–Exacto. Se le daba muy bien actuar como un proyector emocional a niveles increíbles. Si le pillabas de buen humor, sabía poner a todo el mundo –a cualquiera que estuviera cerca de él– de buen humor. ¿Lo entiendes? McGuinn, en cambio, no era capaz de nada parecido.»
David Crosby, a la revista «Rolling Stone».

No, muy a su pesar, Gene Clark nunca fue un líder, como tampoco lo fuera su amigo Brian Jones –con quien le une también un trágico destino marcado por el alcoholismo y los múltiples problemas de salud–: de ahí que, como se ha señalado más de una vez, estas dos figuras primordiales en la formación, respectivamente de The Byrds y The Rolling Stones hayan pasado a la historia como meros comparsas de los Roger McGuinn/David Crosby y Mick Jagger/Keith Richards. Nada más lejos de la realidad, por su puesto en el caso de Clark (17 de noviembre de 1941 / 24 de mayo de 1991), un cantante y compositor de increíble talento, amamantado en el country y el folk y miembro activo, a fines de los años cincuenta, de los tradicionalistas The New Christy Minstrels. Fascinado por el pop inmaculado de The Beatles, Clark abandono a los Minstrels en 1963 y emigró de Kansas City a Los Ángeles en busca de la piedra filosofal del pop.

Allí conoció a Jim –luego, Roger– McGuinn, otro «freak» de las guitarras transparentes y las exquisiteces melódicas, y formó el embrión de The Byrds con un tercer pirado, de nombre David Crosby –enseguida se añadirían al grupo los también infravalorados Michael Clarke y Chris Hillman–. La aventura duró poco para Gene Clark, tan solo dos álbumes sensacionales («Mr. Tamburine man» y «Turn! Turn! Turn!») y algunos singles memorables –en especial su imprescindible ‘Eight miles high’, obra maestra mayor del pop psicodélico–: Maniatado por su terror patológico a volar en avión y relegado a un segundo plano por McGuinn y Crosby, Clark abandonó The Byrds en 1966 e inició una brillantísima carrera en solitario, que terminó abruptamente en 1991 por culpa de un aneurisma de aorta.

Afortunadamente, este doble CD antológico contribuye a reparar tamaña injusticia histórica, acercando al aficionado atento la obra de uno de los grandes del pop norteamericano, una figura seminal en la estela de quien sería uno de sus sucesores en The Byrds, Gram Parsons. «Flying high» arranca con la deliciosa ‘You showed me’, una de las gemas del álbum «Preflyte», registrado por The Byrds en 1964, aunque publicado a fines de los años setenta; y cierra con una espléndida toma de ‘Mr. Tamburine man’, interpretada al piano por Clark veinte años después. En medio quedan treinta y nueve piezas maestras, apenas un pequeño muestrario de discos tan portentosos como «Gene Clark with The Gosdin Brothers» (1967), «The fantastic expedition of Dillard & Clark» (1968), «White ligth» (1971, con la fantástica ‘Spanish guitar’) o los extraordinarios «No other» (1974) y «Two sides to every story» (1977), además de un puñado de inéditos entre los que destaca la impresionante recreación country-rock del clásico de Dylan ‘I Pity the poor immigrant’. Eso, y la sensación permanente de encontrarnos frente a un gigante del pop de cielos abiertos y horizontes luminosos, un nombre a reivindicar con entusiasmo por los amantes de la música con sabor a ozono.

Anterior entrega de Lo que hay que tener: Elvis Costello and The Imposters.

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