El disco del día: The Hurts

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«Escuchen: recorridos melodramáticos, afectación en la voz y los coros, fondos que van creciendo, producción llena de juguetes lujosos, trucos de efectismo sentimental, violines y pianos decadentes, baladas a lo italiano»

The Hurts
«Hapiness»
SONY


Texto: CÉSAR PRIETO.


Reconozco que lo primero que escuche de The Hurts fue ‘Sunday’ y que la canción hizo bascular mí ánimo entre, por una parte, su perfecta arquitectura y por otra la sensación de que era otro grupo más atento a los ochenta saltarines y sobreproducidos. Había una gotita de The Killers, pero la báse del cóctel era synth-pop que –ya era hora, sin duda–tiraba a los grupos más tardíos y más despreciados. ¿Quién se acuerda de A-Ha o de Tears for Fears? Bien, ahí estábamos, una canción de 2010 que podía encajar perfectamente en un CD de hipermercado con lo mejor de los ochenta. O en el hilo musical del propio hipermercado.

Pero el enfrentarme con el disco entero el edificio se derrumbó. Es cierto que hay por lo menos otra canción con bases prodigiosas y animadas –‘Better than love’– pero la esencia que destila el resto del disco es en apariencia opuesta. Empezando por los títulos, ¿quién se atrevería a titular hoy en día una canción como ‘Blood, tears & gold’? Escuchen: recorridos melodramáticos, afectación en la voz y los coros, fondos que van creciendo, producción llena de juguetes lujosos, trucos de efectismo sentimental, violines y pianos decadentes, baladas a lo italiano. Un epígono neo-romántico que, al fin y al cabo, no tiene malas canciones, ni siquiera parecen prefabricadas –‘Water’, ‘Silver line’ o ‘Wonderful life’ son estupendas–. A veces incluso uno se pregunta si no será una ironía tan extrema que ni se ve; como en la canción escondida, perfecta muestra de lirismo y sarcasmo a lo OMD.

Ya ven, es la primera vez que un disco me descoloca. En la plaza de pueblo en que se han convertido los foros de internet para unos el dúo británico –tan elegante y frío en su vestuario– es un «hype» para modernos ignorantes y para otros un prodigio de sensibilidad. Péguenle una escucha y ya me dirán. Ah, sí, mi opinión como crítico, claro… Bueno, pues yo diría que es las dos cosas a la vez.

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