Fotopress: Jordi Bianciotto

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«Muy pronto me convertí en un devorador de revistas musicales y me planteé que dedicarme a esto podía ser fabuloso. Lo conseguí. ¿Es fabuloso? Sí, a veces»

Comenzó en los años 80 en «Popular 1» y, pese a ello, ha terminado por ser uno de los periodistas musicales más «cool», manejando un abanico amplio y riguroso. Ha compaginado las colaboraciones en publicaciones especializadas (“Rockdelux”, “Enderrock”, “EFE EME”) con la prensa generalista (“Diari de Barcelona”, “Avui”, “La Vanguardia” y, desde hace más de una década, “El Periódico de Catalunya”). Es guionista del programa ‘Música moderna’ (Barcelona Televisió) y ha publicado monografías biográficas de, entre otros, Nirvana, Pink Floyd, Björk y Jimi Hendrix, así como dos volúmenes de “Guía universal del rock”.



Fecha y lugar de nacimiento.

8 de octubre de 1964, Barcelona. Aprovecho para decir que ni soy medio italiano ni tampoco “un argentino asentado en España”, como he visto escrito en algún medio de internet. Tuve un bisabuelo piamontés a quien no tuve el gusto de conocer.

¿Qué música sonaba en tu casa cuando eras niño?
Una curiosa mezcla: Jorge Negrete, Simon & Garfunkel, Mireille Mathieu, Wagner, Bizet, cançó y folk catalán (Llach, Sisa, Ramon Muntaner, Falsterbo 3), The Bar-Keys, Cliff Richard, Abba… y las canciones de cada año del Festival de Eurovisión, que… ¡grabábamos con un cassette colocado frente al televisor!

¿Cuál fue el primer disco que compraste?
Un vez dije que “Qualsevol nit pot sortir el sol”, de Sisa, pero, en realidad, fue el siguiente del mismo artista, “Galeta galàctica”, y “Qualsevol nit…” fue el segundo. Tenía 11 años.

¿Y el último?
Estuve en Londres hace unos días y, aunque desolado por la desaparición de algunas tiendas, compré unos cuantos discos: Murry Wilson, una recopilación de grupos producidos por Brian Wilson en los 60, Noel Coward, música de cine (John Barry, Morricone, Elmer Bernstein, Danny Elfman)… y los nuevos de Marc Almond y Françoise Hardy.

Selecciona tres discos internacionales esenciales de tu colección.
Hum… Velvet, Joy Division, Sonic Youth… ¡Basta! Vale, esos también, pero, con sinceridad, Los Discos Que Cambiaron Mi Destino podría decir que fueron “Made in Japan”, de Deep Purple (mi primer disco de rock, a la edad de 14 años), “The river”, de Bruce Springsteen (mi despertar a un “rock con rostro humano”, a los 19), y quizá “Steve McQueen”, de Prefab Sprout (el descubrimiento del pop moderno, a los 20). Aunque me sabe fatal no mencionar a David Bowie, Lou Reed, The Beach Boys, Leonard Cohen, Elvis Costello, Steely Dan, Marvin Gaye, Neil Young, Kate Bush, Pet Shop Boys, Caetano Veloso, Brel, Gainsbourg, Jobim, Ovidi Montllor, Bacharach, Cole Porter… Vale, ya paro.

Selecciona tres discos nacionales esenciales de esa misma colección.
“Nacionales” quiere decir del estado español, ¿no? (ejem). Bien, pongamos “Qualsevol nit pot sortir el sol” (Sisa), “Blues de la frontera” (Pata Negra) e “Indicios” (Carlos Berlanga).

Un disco doble al que no le sobra nada.
“Blonde on blonde”, de Dylan.

Un grupo o cantante a quien rescatarías del olvido.
Hall & Oates, Carter USM, Lloyd Cole & The Commotions, Ph. D. y… UFO. Sí, en serio.

¿Cuál fue el primer concierto al que asististe?
Ritchie Blackmore’s Rainbow + UFO + Def Leppard, plaza de toros Monumental, Barcelona, 3 de julio de 1981.

¿Y el mejor concierto que has visto?
Madre mía… ¿Elvis Costello con Steve Nieve en el teatro Tívoli, de Barcelona, 1999? ¿Patti Smith en el Palau, 2004? ¿Rufus Wainwright en Apolo, 2005?

Elige y razona tu elección:

Serrat/Aute.
Serrat… hasta 1978. Su primera década discográfica fue apabullante. Luego, creo que Aute ha mantenido un nivel más atractivo en su obra de madurez.

Sabina/Calamaro.
Calamaro. Es capaz de lo mejor y lo peor, pero sus referentes rockeros me pillan más de cerca y su posible exceso de ambición no me molesta. Ha publicado obras totémicas… y tengo una debilidad por el rock’n’roll a la argentina. El registro canallesco de Sabina se me hace un poco abusivo, aunque alabo su álgido «19 días y 500 noches».

Nacha Pop/Los Planetas.
Creo que me llegan un poquito más Nacha Pop, pero Los Planetas son cosa seria.

Nacho Vegas/Quique González.
Nacho Vegas, pero no desestimo a Quique González. Son como una versión española del tándem Dylan-Springsteen; aura divina vs. accesibilidad. Ambos son valiosos.

La Mala/La Bien Querida.
Quizá La Bien Querida, si bien creo que la euforia desatada por su primer disco ha sido un pelín exagerada. El «personaje Mala» me echa un poco para atrás, aunque tiene rasgos de genialidad.

Jacques Brel/Serge Gainsbourg.
Aquí no puedo desempatar. El poder y la profundidad del primero, y la combinación de intuición, provocación y sensibilidad extrema del segundo me impiden, por imperativo de conciencia, resolver el dilema.

Frank Sinatra/Elvis Presley.
Pues creo que Sinatra. Decía que el secreto del éxito era, sencillamente, elegir las mejores canciones, y así lo hizo. Algunos clásicos de Cole Porter son de su absoluta propiedad.

Marvin Gaye/Bruce Springsteen.
Otra caso de imposible elección. Me ha marcado más Springsteen por ser contemporáneo, haber seguido su evolución a tiempo real y haberlo visto mucho en directo, pero “What’s going on” es uno de mis 100 discos de cabecera.

Tom Waits/Lou Reed.
Desempate en la tanda de penalties a favor de Lou Reed, tanto el de Velvet como el de “Transformer”, “Berlin”, “Coney Island baby”, “The blue mask”, “New York”, “Magic and loss”… El rock’n’roll como lenguaje literario adulto sin rebajar su carácter. De Waits, añoro sus días de pianista ebrio, me fascina su reconversión de los 80 con “Swordfishtrombones” y dedico más admiración cerebral que entusiasmo a su producción moderna.

Michael Jackson/Prince.
Prince. Como dijo Bowie en su día, los 80 eran suyos. “Sólo” los 80, debió añadir. Pero hasta 1988 fue deslumbrante. A Jackson también le aprecio como rara especie animal que fue (y por sus fastuosas citas con Quincy Jones), pero lo suyo juega en otra liga; con él no hablamos solo de música.

The Rolling Stones/The Velvet Underground.
Velvet, pero sobre todo por su primer disco. Nunca he sido un stoniano de pro, aunque su papel en la historia es clave y torrencial, etcétera.

Bob Dylan/John Lennon.
Dylan. Él es la enciclopedia del rock, y la forma en que ha afrontado su madurez es asombrosa.

Neil Young/Elvis Costello.
Los dos, y a fondo. Carreras con puntos en común: inquietud, cambios estilísticos, estética de extremos, de lo más crudo a lo más sensible.

Youssou N’Dour/Fela Kuti.
Por razones espaciotemporales he seguido más de cerca a Youssou N’Dour, a quien al principio (cuando, en los 80, vino a actuar con Peter Gabriel) no valoré en su justa medida y que con el tiempo me ha sorprendido y emocionado. Pero Fela Kuti es esencial. Es, no sé, como elegir entre Jimi Hendrix y Robert Johnson.

¿Por qué decidiste dedicarte a la crítica musical?
A los 14 o 15 años me lo pasaba tan bien escuchando música como leyendo acerca de ella. Muy pronto me convertí en un devorador de revistas musicales y me planteé que dedicarme a esto podía ser fabuloso. Lo conseguí. ¿Es fabuloso? Sí, a veces.

¿Quién fue tu maestro periodístico?
La escuela de “Vibraciones”, la primera revista que comencé a comprar. Creo que las firmas que más me engancharon fueron Diego A. Manrique (mezcla irresistible de enciclopedismo panorámico, sarcasmo y habilidad para descubrir detalles e informaciones invisibles o inaccesibles para los demás) e Ignacio Julià (inmersión rigurosa y apasionada en microcosmos concretos: Velvet, Joy Division, Neil Young, Springsteen… combinando erudición y un punto de fuga muy gracioso y muy rock’n’roll). En mis primeros tiempos también me encantaba leer a Oriol Llopis, que daba la impresión de ser un auténtico kamikaze (ya no hay periodismo así). Y no quiero olvidarme de Patricia Godes: extraordinaria función didáctica, con agudez y descaro, para divulgar la música negra, muy despreciada/ignorada en España en los años 70 y 80. Por cierto, ¿por qué ha habido siempre tan pocas chicas en la crítica musical?

Un equipo de fútbol.
No soy futbolero, pero… el Barça.

Un político.
Robespierre es interesante.

Una ciudad para vivir.
Barcelona. Pero no me importaría pasar una temporadita en París, Nueva York, Berlín, Buenos Aires o México DF. Sí, me gustan las ciudades grandes.

El disco que detestas y que despierta alabanzas entre tus compañeros.

Pensándolo un poco, creo que algunos de esos discos que suenan deliberadamente mal, con un sonido pobre, el «lo-fi» y sus cercanías. Sin llegar a detestarlos ni mucho menos, nunca he entrado en el mundo de grupos como Yo La Tengo, Sebadoh o Guided By Voices.

¿Vinilo, CD o mp3?
Por volumen de existencias en casa, CD y, luego, vinilo. El mp3 me resulta un poco antipático y creo que se carga una buena parte del mensaje de un artista; el aura que envuelve una obra.

La película que nunca te cansas de volver a ver.
“Eva al desnudo”, “Rebecca” o “Brazil”.

El libro que nunca te cansas de releer.
Prefiero dedicar el tiempo a leer que a releer, pero no sería una mala inversión retomar algún relato de “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”, de David Foster Wallace.

Una serie de televisión.
¡“The Twilight Zone”!

Si estuviera en tus manos elegir la música que suena en los supermercados, ¿qué discos seleccionarías?

Brian Eno, Harold Budd, Gavin Bryars… Algo ambiental y ligerito…


Anterior entrega de Fotopress: Darío Vico.

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