Operación Rescate: Barón Rojo

Autor:

Barón Rojo
«Grandes temas»
ZAFIRO, 1983

 

Texto: JOSEMI VALLE.

 

Este disco es una auténtica rareza. No figura en la discografía oficial del grupo y hasta hace muy poco tampoco se encontraban vestigios de su borrosa existencia en el e-mundo. No hay versión digital del vinilo y yo, salvo el ejemplar que guardo en mi casa, nunca lo he visto por ningún lado. La militancia más acérrima lo conoce, aunque no lo tenga, pero más allá de los devocionarios de reliquias es un disco fantasmagórico. Vio la luz en el año 1983, en plena eclosión del heavy patrio y sobre todo de Barón Rojo, cuando en el imperio del grupo no se ponía el sol. Pertenece a una colección que Zafiro lanzó bajo el epígrafe de «Viva». Hay que recordar que Zafiro era la entidad fonográfica que auspiciaba a Chapa, el sello capitaneado por el todoterreno Mariscal Romero en el que editaban su obra los barones y gran parte de los heroicos grupos de rock madrileño llegados de los polvorientos y antediluvianos años 70.

Recuerdo que en aquella colección también aparecía recopilado antológicamente el cancionero de Leño y el de otros nombres alejados del paisaje guitarrero, como María Dolores Pradera o Serrat. El LP atesora lo más granado de los tres primeros trabajos del grupo, con una mayor aportación de piezas de su obra magna, el inmarchitable «Volumen brutal». Realmente ahí se alojan los primeros singles que atraviesan de 1981 a 1983 (‘Con botas sucias’, ‘Barón Rojo’, ‘Los rockeros van al infierno’, ‘Resistiré’, ‘Casi me mato’), un conglomerado de partituras aliñadas de consignas contestatarias, inflamadas loas a la resistencia civil contra los poderes omnímodos, financieros y armamentísticos, literatura barrial, y la pertinente dosis de orgullo de pertenencia a la tribu rockera. Sólo la rockanrolera ‘Casi me mato’ escapa de este argumentario tan hierático. Incorpora por vez primera el recurso de la ironía, algo que en su momento descolocó al rockero que disfrutaba con la gravedad de las soflamas insurgentes y tremebundas.

La portada no tiene desperdicio. Ilustra de un plumazo la singular iconografía heavy de la época. Un tipo ataviado de muñequeras y collar picoteado por las sacrosantas tachuelas, camiseta negra de tirantes e imaginamos que una melena más larga que la muralla China, escupe rabiosamente fuego por la boca. ¿Estamos ante una impactante imagen visual o una metáfora de los principios fundacionales del ecosistema rockero de aquellos embrionarios años? Las poéticas del primigenio heavy rock guardaban algo de volcán en erupción arrojando lava en forma de proclamas insurrectas reivindicando lo auténtico, incendiarias filípicas contra un mundo que subyugaba a las clases de bajo poder adquisitivo, inquina y bilis contra todo lo que supusiera traición a unos ideales forjados contracorriente. Si en el 83 esa imagen resultaba potente y un poco intimidatoria, hoy regala candor. El rock forma una parte cada vez más asumida de la producción cultural destinada al consumo de masas, a la maquinaria encargada de manufacturar el entretenimiento social. Qué tiempos.

 

Anterior entrega de Operación Rescate: Flying Rebollos.

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