Rockola, Discos. 18 de septiembre de 2009

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CD DE LA SEMANA: «La fortaleza de la soledad», de Parade.

«Este disco responde con creces a la carrera y a la fama de Parade. Los referentes siguen siendo los mismos, estructura y melodías deudoras de la música italiana con sus desarrollos morosos, letras que se adscriben a la ciencia ficción, mucho más Bradbury que Gibson, avances científicos como escondrijos de inmensa soledad»

PArade-18-09-09Parade
«La fortaleza de la soledad»

JABALINA

Antonio Galvañ lleva diez años creando un mundo. Un mundo que va surgiendo idéntico y distinto en cada una de sus canciones, como uno de esos arrecifes de coral en que la raíz es la misma y las formas diferentes.

Obvio la salud estética que se encontraba en sus cuatro lps anteriores y obvio su aparición en cada lista de talentos escondidos de la música española. De alguna manera eso no tiene ningún valor porque un músico debe responder por cada disco que hace y en «La fortaleza de la soledad» responde con creces a su carrera y a su fama. Los referentes siguen siendo los mismos, estructura y melodías deudoras de la música italiana con sus desarrollos morosos, letras que se adscriben a la ciencia ficción, mucho más Bradbury que Gibson, avances científicos como escondrijos de inmensa soledad. Déjenme hacer una conexión inconsciente y seguramente falsa, pero el mundo que despliega siempre me ha parecido equivalente al del malogrado Randy Vanwarmer en «Terraform».

Sin embargo, en esta ocasión aparece el pespunte de una historia que se desarrolla en siete tiempos, una opereta que hace surgir un disco diferente dentro del disco ortodoxo y en la que potencia esta melancolía costumbrista que Parade siempre apuntaba pero no desarrollaba nunca del todo. Preciso narrador, siempre parecía deseoso de explayarse, pero siempre lo encarcelaban los tres minutos de rigor pop. En ‘Rainbow’s Avenue’, la calle de las capillas de boda, puede por fin trucar esas limitaciones. Don Ricardo Gil Muñoz, propietario del imperio, solterón a su pesar, se dirige a apadrinar la boda un millón y encuentra a la novia –Soledad–abandonada por el novio y poseída por las lágrimas.

La historia sigue y la idea básica coincide: el derecho a escapar, a superar un destino que no tiene derecho a condicionar. Y todo lo envuelve con aires de cabaret –’Don Ricardo pasea’–, con toques eurovisivos como en el corte que da título al disco o con un melodramatismo que siempre parecía frenar en sus producciones y que aquí deja libre para que nos desate oleajes en la piel. Escuchen ‘Soledad sola’ y me cuentan.

Aun así, ninguna de éstas es la joya del disco. Vamos a ella. Imaginen que Parade compone una canción a lo Bob Dylan y la arregla usando su primoroso cuidado tecnológico. Pues cuando la hayan imaginado y escuchen ‘El aerolito Dylan’ notarán que se han quedado cortos. Un relato de la epifanía del tejano el día antes del festival de Newport con meteoros y luces del espacio, un fraseo ligero de blues, una armónica que de tan suave se vuelve viento,… Y unas palabras que se enganchan a la melodía como si fuesen naciendo desde ella.
CÉSAR PRIETO.



Sidonie-18-09-09Sidonie
«El incendio»

SONY

El quinto disco de Sidonie deviene en un monográfico sobre ese sentimiento que te hace amar la vida con todas tus fuerzas o te hiere lo suficiente como para desear una muerte prematura. Hay amor apasionado y hedonista, amor acaramelado, amor ocasional, amor como hibridación de dos biografías. El trío de Barcelona lo envuelve con un sonido cuya veta está en el pop español de los sesenta y su inagotable metabolización del legado beatle. Vuelven a ofrece reconocible marchamo de calidad y buen gusto, personalidad, voz agradable y canciones bien aleccionadas en el vademécum del pop.

El álbum arranca irrefrenable con ese ejercicio de pop vigoroso que es la acelerada y ardiente ‘El incendio’ (sin llegar al power pop que han publicitado por ahí), la encadenan a ‘La sombra’ (candidata a single) y cierra la tríada de pop trepidante ‘Un día más en la vida’ (con la ya habitual dulce voz de Miri, que siempre aparece en un corte de los discos de Sidonie, pieza que frecuentemente rivaliza con ser la mejor). A partir de aquí el disco ofrece demasiadas áreas de descanso. Yo prefiero a Sidonie cuando se ponen impulsivos y descorchan ligereza popera (‘A la vera del mar’, ‘Sin querer’, ‘New York’) que cuando se acunan dulces y ligeramente almibarados tanto en temáticas como en búsqueda de estilos que otorguen al álbum variedad cromática (el medio tiempo ‘Algo nos pasará’, las amarteladas ‘Por ti’ y ‘En mi garganta’, el vals ‘Al viento’, el rockabilly ‘Viva el loco que inventó el amor’). Eso sí. Su capacidad para alumbrar preciosas melodías continúa intacta. Muy por encima de lo que se estila en grupos de corte similar.
JOSEMI VALLE.



Casa-Azul-18-09-09La Casa Azul
«La nueva Yma Sumac. Lo que nos dejó la revolución»

ELEFANT

Todas las revoluciones tienen sus consecuencias y «La revolución sexual» de La Casa Azul no podía ser menos. El disco, editado hace dos años, supuso un paso importante en la carrera de Guille Milkyway, ya que resultó su confirmación como uno de los personajes más importantes del pop independiente español. «La nueva Yma Sumac. Lo que nos dejó la revolución» es una amalgama de versiones de algunos de los temas más destacados de «La revolución sexual», algunos adornados con las voces de artistas de otros países. Así, podemos escuchar una germánica y marcial ‘Die Sexualle Revolution’, cantada por Françoise Cactus o ‘La nueva Yma Sumac’, interpretada en japonés por Imai, líder de la banda nipona The Aprils.

El CD incluye emotivas versiones en directo de ‘El momento más feliz”, ‘Superguay”, ‘La revolución Sexual” y ‘Chicos malos’. También versiones de temas inéditos en la discografía de La Casa Azul como ‘Señora’, de Joan Manuel Serrat; ‘I want your back’, de los Jackson 5; y ‘Love is in the air’. Por tanto, «La Nueva Yma Sumac» es un disco de rarezas, que servirá de placebo a los fans de Guille Milkyway hasta que La Casa Azul nos entregue nuevas grabaciones. Un disco para completistas, sí, pero como siempre que hablamos de La Casa Azul, un disco lleno de encanto, referencias y guiños al sunhine pop, el surf, el rock de los cincuenta, al tecno pop y la new wave.
ÀLEX ORÓ.



Debashsis-18-09-09Debashish Bhattacharya
«O Shakuntala!»

RIVERBOAT/KARONTE

Debashish Bhattacharya es un virtuoso de la slide guitar en el sentido que los músicos indios le dan a su música clásica. A través de su propio modelo autofabricado de slide, el “chaturangui”, Bhattacharya rinde sublime interpretación de la inmortal obra india que celebra el amor eterno. Por supuesto alcanzando el trance que caracteriza este tipo de “ragas” en la mayoría de las piezas, pero también –y esto es muy importante– dejando aflorar su personal virtuosismo como músico. Y es de los que está en el circuito: ganó el premio de la BBC con su primer trabajo, y con el segundo estuvo nominado a un Grammy. En “O Shakuntala!”, el tercero, cuenta con su hermano Subhasis en la tabla, Chitrangrana Agle Reshwal en el “pakhawaj” y Charu Hariharan en el “mridangam”, lo que prueba la fuerte importancia que la percusión cobra en su música. Y no sólo de un punto geográfico, puesto que dos son las corrientes que ha fusionado en este trabajo: la música karnática del sur de la India y la hindustaní del norte.

Que nadie se asuste: los más mayores, que escuchaban a los Beatles, han crecido en paralelo sabiendo de Ravi Shankar. Y los más pequeños ya están plenamente familiarizados con ese invento llamado Músicas del Mundo. Es cuestión de buscar el mejor momento para ello y dejarse llevar.
GERNOT DUDDA.



Vian-18-09-09Varios
“On n’est pas là pour se faire engueuler”

AZ/UNIVERSAL FRANCIA

“Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”. Si Boris Vian, artista prolífico y agitador incansable, levantase la cabeza, ¿cómo se tomaría que varios artistas franceses (¡¡incluso la mujer del presidente de Francia!!) grabasen nuevas versiones de sus canciones en un extenso disco-homenaje con motivo del 50 aniversario de su muerte? Seguramente se reiría puesto que Vian era, además de un fracasado, un gran adepto del humor negro y un ilustre sátrapa del colegio de la patafísica (la ciencia de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones). Sus brillantes composiciones (sólo los vulgares osarían llamarles simplemente canciones) toman otra voz para poder acercarse a los jóvenes que aún no habían nacido cuando él trompeteaba sin parar.

“On n’est pas là pour se faire engueuler” (el título es un homenaje a un disco de Vian que podría traducirse por algo así como “no estamos aquí para que nos chillen”) está compuesto por dos discos. El primero, titulado “Chansons probables”, hace una revisión de sus composiciones más famosas (véase, las canciones de las ciencias exactas) en clave siglo XXI con ayuda de los sintetizadores (se puede comprobar rápidamente en el corte que interpreta Christian Olivier, ‘Les Joyeux Bouchers’) y gracias a varios cantantes francófonos nacidos después de que Boris Vian dejara su hermoso cadáver en el patio de butacas de un cine de París. La aportación de Olivia Ruiz es bien curiosa ya que, además de aportar su hermosa voz, cambia completamente la letra en la tercera estrofa de ‘La Java des Bombes Atomiques’. En el segundo disco, “Chansons improbables”, las canciones de las ciencias absurdas, se incluyen los temas menos conocidos de Boris Vian, además de tres poemas recitados por Caroule Bouquet, Antoine de Caunes y Jeanne Moreau, respectivamente.

Cante quien las cante, no hay nada más allá de las canciones del trompetista, dramaturgo, ensayista, novelista y presidente de la Subcomisión de las Soluciones Imaginarias del Colegio de la Patafísica. Al fin y al cabo, Boris Vian era un artista polifacético. “À Boris Vian: On n’est pas pour se faire engueuler” es una buena forma de recordar que las canciones de Boris Vian siguen teniendo vigencia.
AINHOA REBOLLEDO.



Yetis-18-09-09Los Yetis
«¡Nadaismo a Go-go!»

MUNSTER

La cantera sudamericana de grupos de beat, garaje y psicodelia parece inagotable. Munster y sus filiales Vampisoul y Electro Harmonix se han especializado en recuperar la discografía de muchas de estas bandas que en sus países representaron a los movimientos más contestarios y vanguardistas sin que hubiera una conexión clara entre lo que pasaba, por ejemplo, en Argentina o México. En esta ocasión Munster rescata a Los Yetis, formación colombiana que militaba en el Nadaísmo, el movimiento que la vanguardia intelectual de ese país inició a finales de los cincuenta. Los Yetis se alinearon con la beatlemanía, la revolución capilar representada por los flequillos de los Fab Four y también se acercaron al imaginario hippie. Por eso, Los Yetis interpretaron canciones de corte pacifista como ‘Llegan los peluqueros’. Precisamente las letras son uno de los puntos fuertes del grupo, algo que les diferencia del resto de bandas sudamericanas contemporáneas. Están más trabajadas y siempre tienen un mensaje entrelíneas que merece la pena escuchar, mensajes con mucha enjundia que el paso de los años ha convertido en arengas inocentes y entrañables.

Y como curiosidad, Los Yetis versionearon a Los Sírex, concretamente ‘Yo grito’ y ‘Cantemos’, dos de las composiciones de rabia juvenil del quinteto de Barcelona, lo que demuestra que tenían buen ojo y buen gusto para elegir repertorio.
ÀLEX ORÓ.



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