100 lugares que ver después de morir, de Ken Jennings

Autor:

LIBROS

«No esperen nada de conjuros, ni de sobrenatural, ni de paranormal, y sí mucho cachondeo»

 

Ken Jennings
100 lugares que ver después de morir
GEOPLANETA, 2024

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Conocerá de seguro el lector esa serie de libros que lo enfrentan a tareas que lo tendrán entretenido hasta que pase al otro mundo, y además le van a dar experiencia, pátina cultural y entretenimiento. Si quieren aprovechar el tiempo que les queda, que espero que sea mucho, no tienen más que acudir a su librería preferida, donde encontrarán libros que les avisan de las mil novelas que han de leer o de los discos que escuchar, de los cien viajes en tren que no se puede perder, de otros tantos museos que visitar o de una cantidad indefinida de pueblos con encanto que ha de ver inexcusablemente. Sin embargo, estos volúmenes dejan toda la eternidad al albur del paisano que llega al otro lado, porque después de morir, ¿qué?, ¿aburrimiento para toda la eternidad? Pues bien, el volumen que acaba de editar Geoplaneta viene a solucionar este vacío.

Piensen una cosa: si obviamos los aspectos secundarios, la idea de la muerte no ha cambiado en los últimos cinco mil años de historia de la humanidad, un sitio de los que llaman estable. Lo que hace Ken Jennings es echarle salsita al asunto y plantear esta en principio estrambótica guía con las coordenadas de los libros de viaje al uso. Es decir, con el tono de cualquier guía de viaje que ustedes tengan por casa. No esperen nada de conjuros, ni de sobrenatural, ni de paranormal, y sí mucho cachondeo. Encontrarán, pues puntos de interés, visitas fuera de ruta, ambiente, atracciones, idiomas que se hablan, restaurantes…

La primera parte despliega qué puede encontrar el lector si quiere visitar determinadas culturas. Por ejemplo, puede ir al más allá de los inuit o los chinos —ahí tendrá que llevar pólizas o formularios— o realizar visitas turísticas al Hades de los maoríes, en una increíble aventura marinera. Siempre hallará anotaciones que le indican dónde alojarse, como desplazarse o el equipaje que se le permite llevar. Tras esto, la parte más clásica es la de las distintas religiones, aunque hay rutas modernas como la de los Santos de los Últimos Días.

Comenzamos aquí la visión de la literatura. Por supuesto, Dante es el viaje estrella, pero también podrán encontrar la saga Narnia y cuentos de Flannery O’Connor, Philip K. Dick o Mark Twain. El apartado de cine cuenta con tantas excursiones como la literatura o más. Ahí tenemos El sexto sentido o algunas cosas de Pixar, también la recurrente y navideña Qué bello es vivir o la genial Bitelchús, de Tim Burton.

Si pasamos a la televisión, tenemos la segunda parte de Twin Peaks, Lost, algunos episodios de la maravillosa Dimensión desconocida y algunas de las nuevas series de las nuevas plataformas, más allá del pozo sin fondo que supone Los Simpson para cualquier tema que afecte a la humanidad. Pero es que también hay canciones a (y con) las que uno puede viajar perfectamente. Ahí están “Heaven”, de los Talkin Heads, “The Afterlife” de Paul Simon o todo el musical Cats.

El último capítulo se dedica a una miscelánea de viajes. Tiras cómicas de periódicos, videojuegos o atracciones de Disneyland —el estadounidense— se alían con juegos de rol, como Dungeons&Dragons para proponer las excursiones más exóticas. Lástima que el campo de acción de los viajes sea la cultura anglosajona casi exclusivamente —aunque en el viaje por la obra pictórica de El Bosco haya una cita de Quevedo—, porque si añadiese Así en el cielo como en la tierra, el libro quedaría más divertido de lo que es ahora. Y lo es mucho.

Anterior crítica de libros: Qué me dices. Entrevistas, de José Miguel Ullán.

 

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