Capitán Cobarde: Folk valiente


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“Al final he ido por el bluegrass y el folk, que es lo que más escucho. Es lo que me pongo por la mañana, cuando me levanto me pongo esta música, estoy cómodo y me siento en mi casa con este tipo de sonidos. Soy muy dylaniano”

 

Alberto Romero ya no es Albertucho, y desde que se esconde bajo Capitán Cobarde, ha cambiado algo más que el nombre: navega más entre el bluegrass y el folk. Chema Domínguez conversa con él.

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Transcripción y fotos: NOEMÍ SÁNCHEZ.

 

 

Siempre es un gusto encontrar a músicos tan sinceros como atrevidos. Capitán Cobarde es la mutación perfecta del músico sevillano Alberto Romero, anteriormente conocido como Albertucho. «Que se callen los profetas» (2004) ya advertía de un compositor inquieto, navegando entre el rock y la canción de autor. Todo se confirmó hasta terminar con «Alegría!» (2012). Ahora, Capitán Cobarde sirve de enganche entre el pasado y el futuro. Lo mejor del ayer se mezcla con nuevas canciones en un fantástico cedé y deuvedé que cuenta con nombres tan destacados como Lichis o Carlos Tarque. Let’s folk!

 

¿En qué momento decides darle todo el protagonismo a Capitán Cobarde y cómo surge la idea de hacer este nuevo disco con tantos caminos musicales?
Realmente es una cuestión de inquietud y de ir escuchando música. Empecé muy joven, con 17 años vine a Madrid a trabajar y fue como un rebote. Empecé a grabar discos cuando a esa edad, escuchaba otras músicas, muy variadas. Soy muy melómano, soy coleccionista de vinilos, me gusta mucho la música. Quería que se viera que la cosa va avanzando, que caminamos, sobre todo por la comodidad de encontrarte a gusto con lo que haces. Creo que hay que ser honesto con uno mismo, por eso el cambio.

 

Este salto evolutivo hacia el folk-rock no es de repente, ya iba haciéndose hueco en tu repertorio, además de llevarlo dentro.
Sí, claro. Por ir escuchando, pillando discos por el Spotify, por ir conociendo música, al final he ido por el bluegrass y el folk, que es lo que más escucho. Es lo que me pongo por la mañana, cuando me levanto me pongo esta música, estoy cómodo y me siento en mi casa con este tipo de sonidos. Soy muy dylaniano.

 

¿Dylan es tu mayor referente en este cambio de rumbo?
Hay muchos, pero Dylan evidentemente sí, porque es el cantautor folk por excelencia.

 

Contigo están Lichis, Carlos Tarque, Kutxi Romero y La Maravillosa Orquesta del Alcohol. De todos ellos, ¿Lichis es con quien tienes mayor afinidad estilística?
Sí… a Lichis lo llevo escuchando desde chico, cuando me compré el primer disco de La Cabra Mecánica tenía 13 ó 14 años. Me compré la cinta y ahí ya había country, siempre ha sido un tipo superecléctico: lo mismo te hacía una rumba, que country… También por admiración, porque es muy importante la pluma, la letra, y el Lichis es uno de los mejores escritores de canciones del mundo, junto con las letras de Sabina.

 

En ocasiones se espera al texto con más atención que a la música.
Sí, pero al fin y al cabo lo que me gustan son las canciones. Me gusta mucho la música, pero sobre todo las canciones. El conjunto de todo.

 

Cuéntame la idea que hay detrás del tema que interpretas con Carlos Tarque, ‘Él no murió’.
Leí en el periódico una historia verídica, la noticia sobre un toro que en el matadero cogió, se dio media vuelta y se fue. No era un toro bravo para torear, sino un toro de comer. Estuvieron tres días persiguiéndolo y no tenían huevos de cogerlo, al final lo cogieron pero lo indultaron, y supongo que habrá muerto ya.

 

Y eso que era manso.
Sí, pero no quería morir. Dijo: «A mí no, yo por aquí no paso».

 

Está muy bien la figura del corredor de la muerte…
Sí, porque están ahí todos enfilaítos, y bueno, él no quiso y se piró.

 

La mezcla o evolución de estilos que van conformándote también es una seña de identidad en tu Sevilla natal. Ahí están Silvio o Triana como referentes clásicos.
Kiko Veneno es nuestro Dylan, aparte de Sabina y tal, Kiko es más dylaniano; y en Sevilla siempre se ha respirado mucho la música americana, desde Triana hasta Silvio siempre ha sido una tierra muy rockera. Ahora mismo hay muchos grupos interesantes como los Milkyway Express, y muchos otros como Los Labios que siguen teniendo a Sevilla como un referente del rock más natural.

 

Y también está el rap más cercano al rock, como el de otro ilustre sevillano, Tote King.
Él es rockero, siempre lo ha dicho, lo que pasa es que hace rap, pero también escucha a los Kinks, Black Sabbath, Led Zepellin… Tiene una base importante de rock, el tío.

 

¿Te has cruzado alguna vez con él sobre un escenario?
Qué va, yo ensayaba muy cerca de su casa en la Plaza del Pelícano y lo veía por allí y tal, pero nunca he coincidido en ningún festival con él. El Canijo sí ha colaborado con él en su disco nuevo.

 

He citado antes algunas de las colaboraciones de lujo que has logrado, pero la nómina de músicos también es de oro, con nombres como Fredi Marugán al banjo, mandolina y kazoo, o David Gwynn con la acústica y la eléctrica. ¿Cómo ha sido trabajar con él?
Él es un doctor, casi siempre va con la eléctrica, pero en mi disco va con la acústica y tiene un concepto del arreglo completamente distinto. Te pones a escuchar las guitarras que hace David en el disco y va como a su bola, pero en conjunto es una pasada. Aparte, él forma parte de la música, bueno, su familia forma parte de la historia de la música country, su padre en los años 40 y 50 fue compositor de Jimmy Carter, compuso también para Willie Nelson.

 

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Así que te debes sentir más que honrado con que haya participado.
Totalmente, además es una persona encantadora.

 

Con Fredi Marugán debe ser una sensación parecida. Del folk a la canción de autor, ha estado con lo más granado.
Sí, yo creo que es el banjista de nuestro país. De los 70 para acá creo que ha grabado todos los banjos, cada vez que ha hecho falta un banjo para un disco, ha estado él.

 

¿Tenías relación previa con ellos, o les has pedido expresamente que vinieran?
Hombre, hablamos con ellos porque yo necesitaba músicos experimentados en el folk, en el bluegrass y en este tipo de música. Además, les hizo muchísima ilusión. Fredi me decía: «Tío, me ilusiona muchísimo que me llames para tocar el banjo, porque yo me he tenido que ganar la vida tocando la guitarra y produciendo, porque en este país el bluegrass, el folk, es algo que no se ha hecho mucho».

 

¿Cómo has enfocado la producción de «Capitán Cobarde», un disco en directo y algo de estudio en el que incluyes todas tus fases musicales?
Realmente es un concierto grabado con la mayoría de canciones de toda mi carrera, trasladadas a este tipo de música para llevarme a mi gente conmigo, que aunque sea otro proyecto y tenga otro nombre, tampoco reniego de nada. Simplemente quiero evolucionar, pero no reniego de nada. Hay otra parte que es de estudio. De todas maneras, incluso el directo ha tenido una postproducción que la ha hecho Dani Alcover, porque yo quería un sonido de new folk moderno, con los bombos grandes, los banjos como los Mumford & Sons, las voces…

 

También hay nuevos temas, como ‘Jovencito Frankenstein’.
Para temas nuevos como ‘Jovencito Frankenstein’ quería darle una dimensión de estudio, porque voy a tirar por ahí ahora, por ahí estoy componiendo. Lo mismo para ‘Lo que importa y lo que no’, también es un tema de estudio con ese carácter del new folk, la simplicidad y la emoción, que es lo que tiene el new folk.

 

Una producción y una nueva etapa donde los textos también brillan.
Sí, totalmente, pero es que eso es así, la música ayuda a que la letra entre por los poros.

 

‘Jovencito Frankenstein’, cargado de simbología, es un excelente personaje para un nuevo comienzo.
‘Jovencito Frankenstein’ habla de ese monstruo que nos vamos creando poco a poco y que de repente, cuando la vida te da palos en el lomo, el monstruo se va y te quedas solo. Y de la manera de revindicar al monstruo, y de que vuelva es la música… ¡Es la música lo que le hace volver!

 

También has recuperado ‘El pisito’.
‘La gata’, por ejemplo, era un tema de mi disco «Amasijo de porrazos», era una especie de rumbita dylaniana así con armónicas, aquí he querido hacerla un bluegrass, con tabla de lavar, una historia más purista. En ese sentido el principio ya era country, pero un country muy adolescente, muy de rock urbano, y ahora me la he llevado realmente a un western swing un poco mas rapidito, y más pegadito a la música que escucho ahora.

 

Parece que vuelve a ser un buen momento para la música que busca raíces, ya sean americanas o mediterráneas, cada uno a su manera. Pienso en grupos como La Pegatina, ¿qué te parecen?
Me siento identificado con quienes llevan a cabo lo que quieren, y a La Pegatina les conozco y me llevo de puta madre con ellos. Tenemos influencias distintas pero al fin y al cabo son, como digo yo, artistas muy naturales.

 

¿Llegará rápido el nuevo paso de Capitán Cobarde?
Sí, ya estoy componiendo, y si me dijeran «vámonos a un estudio», me tiraba de cabeza.

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