Xoel López: el antídoto y la celebración colectiva de la música

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“Eso es lo que su público quiere, al verdadero Xoel. Ser testigo de su interpretación y comprobar su paz de espíritu, que no hay trampa ni cartón en ninguna de sus canciones”

 

 

El coruñés volvió a tocar en Madrid para seguir presentando su último trabajo, “Paramales”, considerado el mejor disco de 2015 por Efe Eme. En el directo del Circo Price estuvo Wilma Lorenzo.

 

 

Xoel López
Circo Price, Madrid
15 de enero de 2016

 

 

Texto y foto: WILMA LORENZO.

 

 

No todo son construcciones. El mundo del directo a veces peca de buscar el disfraz. Con buena intención se persigue la apariencia, y el resultado es la incoherencia entre persona y artista, siendo la distancia entre el show y el público un muro inquebrantable. Con Xoel López ocurre todo lo contrario. Un concierto del gallego es una celebración colectiva de la música. No es un sermón en el que uno habla y los demás escuchan, es una mesa redonda de la que todos sienten que forman parte. Y así fue esta vez.

El viernes 15 de enero, en el Teatro Circo Price con todo vendido, Xoel López presentaba su último trabajo, “Paramales” (Esmerarte, 2015). A diferencia de lo acontecido en Joy Eslava meses atrás, en esta ocasión sí sonaron todos los temas de su último elepé: “Esta vez nos vamos a atrever”, bromeó Xoel. Acompañado por su banda o “la banda” en mayúsculas –formada por Iván González “Chapo”, Miguel Rivera, Charlie Bautista, Andrés Litwin, Antonio Pérez y Lola García Garrido– arrancaba el concierto a las 21:30 horas, dibujándose una línea ascendente con origen en ‘Un año más’. Un directo en crecimiento, como una cita de reencuentro en la que los minutos avanzan a la par que la complicidad.

En un repertorio dividido entre “Paramales” y “Atlántico” solo se colaría un retal de Deluxe con ‘Ver en la oscuridad’, ‘Adiós corazón’ y una improvisada ‘Historia universal’ a petición del público. Xoel López tiene claro cuál es su presente, su inspiración es consecuencia de sus experiencias y defiende en directo su última etapa, porque es la personalidad de uno y su realidad lo que verdaderamente importa. Y eso es lo que su público quiere, al verdadero Xoel. Ser testigo de su interpretación y comprobar su paz de espíritu, que no hay trampa ni cartón en ninguna de sus canciones. Que de alguna manera pueden formar parte de su historia y disfrutar del relato de una vida que lleva años atrapando a propios y extraños en la evolución de sus composiciones.

Esa evolución no se salva de la mirada al pasado: espectacular fue el desarrollo instrumental de ‘El asaltante de estaciones’ ,en el que Xoel López convirtió el paso del ritmo mestizo al rock más clásico en una transición tan natural como estremecedora. Todas sus personalidades en unos diez minutos de despliegue sonoro que vuelven a recordarnos que Xoel López es un abanderado de la versatilidad, y que como conocedor del lenguaje de las siete notas, dispone de él para manejarlo a su antojo.

La intimidad de ‘Caracoles’, el idioma universal alcanzado con ‘Aserea e o mariñeiro’ y el conmovedor dúo con Lola en ‘La casa hace ruido cuando no estás’ convivieron con los ya considerados himnos ‘Tierra’ o ‘Patagonia’. Temas que sirven de soporte de la emoción en positivo que desprende Xoel, que si bien considera que hacer canciones es su antídoto, debería empezar a ser consciente de que el antídoto es él mismo. Con unas palabras de despedida a David Bowie terminaría un concierto de esperanza en el que Xoel López devolvió a la música lo que él asegura que la música le ha dado.

 

 

 

 

 

 

 

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