Wild card: Un viaje a «Babia»

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«Los cuatro en Babia son la punta de lanza de un colectivo no colegiado de músicos llegados de distintas partes pero casi todos formados en el ámbito de la música antigua y el folk»

 

Esta semana, Darío Vico recuerda a Luis Delgado y a sus compañeros de aventuras en Babia, así como a algunos sellos históricos dedicados al folk, como Guimbarda o Nubenegra.

 

 

Una sección de DARÍO VICO.
 

 

La primera persona que me dio una oportunidad profesional en el mundo de la música fue un madrileño de Chamberí, Luis Delgado. Yo le había conocido unos años atrás, siendo un chaval que hacía un fanzinito en fotocopias grabadas (se llamaba «666») y él trabajaba en EMI, donde me presenté con todo el morro y me trató como si fuera el jefe de cultura de «El País». Años después, nada más terminar periodismo en la Complu, le dije que andaba buscando curro y volvió a ayudarme; gracias a él entré en Grabaciones Accidentales, en parte encargado de llevar la promoción de su pequeño proyecto discográfico, El Cometa de Madrid. Hoy voy a hablar de Luis Delgado porque se cumplen treinta años de su primer disco, el “Oriente y occidente” que grabó en 1982 en compañía de Luis y Eduardo Paniagua amén de Chus Greus bajo el nombre colectivo de Babia; uno de mis discos favoritos y una verdadera joya de la fusión étnica que recomiendo a todo el mundo.

“Oriente y occidente” es un disco fuera de tiempos, lugares y costumbres que solo ha sido reivindicado por los «progretas» españoles. Es una reivindicación un poco asín, pero es que casi todo lo que se ha grabado entre finales de los sesenta y principios de los ochenta y no es «algo» o es directamente raro, o acaba por ser progresivo (he visto que hasta UA, el grupo de Raimundo Luengo, ha acabado por ser prog español, en fin). En realidad, los cuatro en Babia son la punta de lanza de un colectivo no colegiado de músicos llegados de distintas partes pero casi todos formados en el ámbito de la música antigua y el folk, interesados por la étnica y en muchos casos rescatados a principios de los ochenta por las denominadas «nuevas músicas» que no eran en muchos casos más que el reciclaje de lo que ellos llevaban haciendo muchos años; aparte de los hermanos Paniagua y Delgado estaban Juan Alberto Arteche (Finis Africae), Miguel Herrero, Javier Bergia (con una interesantísima carrera como cantautor), Eliseo Parra (más puramente folkie), Javier Paixariño (más jazzy), Suso Saiz, etc.

“Oriente y occidente» fue editado por Guimbarda, un sello (subsello de la CFE en realidad) con historia, y con un responsable al que habría que hacer un monumento: todos aquellos que dicen que los tíos de las discográficas son unas sanguijuelas y etcétera, que no tienen ni idea de música, deberían conocer a Manuel Domínguez. Manuel creó Guimbarda en 1978 y a lo largo de varios años editó trescientos y pico discos de música folk de todo el planeta, muchos inencontrables incluso en sus países de origen y no digamos en la España de entonces. Muchos de ellos, por ejemplo, el caudal de donde hoy bebe lo que ahora se llama «americana». Todos aquellos discos venían además con unas hojas llenas de información que muchos aficionados recordarán. Luego Manuel fundaría Nubenegra, ya una historia totalmente personal donde editaría verdaderas maravillas, y entre otras cosas sería el introductor en nuestro país de la vieja trova cubana y, más aún, el arquitecto (su otra profesión) de la Vieja Trova Santiaguera. Un abrazo y mi admiración para Manuel.

Creo que Luis Delgado entró en EMI para poner en marcha un sellito muy parecido a Guimbarda, Rabel, con intenciones muy similares y buenos resultados artísticos también. Por esa época, Babia ya habían pasado a la historia, y Luis le debió coger cariño a la idea de tener su propio sello y acabó fundando El Cometa de Madrid, una idea preciosa de «sello de autor»: desde 1985 y hasta principios de los noventa editó varias referencias muy interesantes, en un principio dirigidas al público que empezaba a consumir la nueva música instrumental, nueva era o como se la llamara, pero en realidad a cualquiera con los oídos abiertos. El Cometa aspiraba a ser un Windham Hill a la madrileña y por ejemplo repetía alguna de sus constantes, como una cuidada presentación de cada una de sus referencias, con un fondo negro y grafismos muy similares, fotos en blanco y negro, una historia contada a lo largo de un álbum…

Con Bergia y Miguel Herrero editaron el debut de Ishinohana, un disco precioso, instrumental también muy fuera de época, “Iolantha” de Miguel Herrero, el intrigante “Satie Sonneries” de Patricia Escudero y proyectos propios como la segunda referencia de Mecánica Popular –un dúo a lo Art of Noise, pero más industrial y más bruto, junto al ingeniero de sonido Eugenio Muñoz–, “Baku 1922” y el que quizás es mi preferido de todo su catálogo, “Vathek” , inspirado por las historias de William Beckford –fueron reeditadas hace tiempo, dentro de sus colecciones dedicadas a literatura gótica, creo que primero por Siruela y posteriormente por Valdemar– y dejan bien a las claras sus filias orientalistas.

Creo que los discos con más repercusión de la carrera de Luis Delgado fueron los dedicados a la banda sonora de la serie documental  “Alquibla”, producida por RTVE y con guiones y presentación de Luis Goytisolo, en la que se exploraba la cultura y sociedad del mundo del Islam (eran otros tiempos y otras percepciones). Aquella serie tuvo bastante audiencia y el sello propio del ente decidió editar los discos, que con una distribución aceptable llegaron a bastante gente y se vendieron más o menos bien, lo que era merecido porque sin duda entran entre lo mejor que se ha grabado en el género de BSO en nuestro país, y también absolutamente recomendables y autárquicos para la mera escucha fuera de su marco audiovisual. Con la electrónica como recurso, no como intención, la recreación de sonoridades arábigas en un contexto mucho más contemporáneo es impresionante, y al mismo tiempo muy fácil de digerir para el neófito.

Aquello fue a principios de los noventa, y desde entonces Luis se ha dedicado fundamentalmente a escribir música para teatro (y de hecho hay discos monográficos bastante interesantes que recopilan sus trabajos para directores escénicos del prestigio de Gerardo Vera o José Luis Gómez) aunque regularmente ha publicado discos en solitario bastante interesantes la mayoría dedicados a su obsesión favorita, el mundo árabe y sus ecos en nuestra música. Aparte de ello, ha colaborado en numerosísimos proyectos (destaco, por ejemplo, su participación en colectivos como La Musgaña) y sus producciones (el ya mencionado Bergia, por ejemplo) siempre son interesantes.

De sus compañeros de viaje recordar que conviene buscar las obras de los hermanos Paniagua, por lo extrañas y sorprendentes; Luis comparte con Delgado sus filias arabistas y tiene discos extraordinarios, como “De mágico acuerdo” o “Neptuno”, grabado para El Cometa de Madrid. Eduardo tiene los buscadísimos “Batiscafo” y el extrañísimo, buscadísimo y homenajeado por Single “Io Pomodoro” junto a la simpar Lucía Bosé.

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