“Turbo” (reedición 30 aniversario), de Judas Priest

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DISCOS

“En 1986 era hora de rebajar los sonidos más agresivos y de aumentar la épica de estadio. Y Judas Priest lo hicieron muy bien”

 

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Judas Priest
“Turbo” (Reedición 30 aniversario)
SONY

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Los fans del heavy metal no suelen estar abiertos a cambios si estos van destinados a conseguir un público más amplio. Tiene lógica, querer gustar a todo el mundo no deja de ser una actitud con muy poco carácter, aunque no tiene nada malo intentar que tu música llegue al máximo público posible, siempre que no traiciones tu esencia. Teniendo esto en cuenta, la casuística es variada y nos encontramos de todo: bandas que se abrieron bien a la comercialidad, otras que no, bandas cuyo cambio fue rechazado con lógica, otras que sufrieron absoluta incomprensión… La cuestión daría para un artículo en sí mismo.

“Turbo”, de Judas Priest, es el disco con el que una banda de heavy metal quiso ir a más. Estaban muy arriba, habían conquistado Estados Unidos, la tierra prometida para cualquier banda británica, pero quizá aún se podía subir más alto. Estamos en 1986, bienvenidas sean las guitarras sintetizadas que escupen sonidos del futuro, hora de rebajar los sonidos más agresivos y de aumentar la épica de estadio. Y Judas Priest lo hicieron muy bien. No se puede decir que “Turbo” no suene a ellos ni que deje en ningún momento de ser un disco de heavy metal, aunque sí más accesible y con algún que otro gancho. He ahí su virtud. Canciones como ‘Locked in’ y ‘Private property’ iban a sonar muy bien entre el cuero y las tachuelas de los conciertos, mientras que ‘Turbo lover’ y ‘Parental guidance’ lo harían en los coches de las chicas monas camino al trabajo. Y es que “Turbo” tenía hasta algo sexy. Mención aparte merecen grandes canciones que quedaron relegadas al olvido como ‘Hot for love’ y ‘Reckless’, que contribuían y mucho, al buen acabado del álbum.

Hoy día, a toro pasado, “Turbo” es un disco que reivindicar, de ahí esta reedición por su trigésimo aniversario. No es un disco al que vayan a dedicar una gira conmemorativa, pero sí tiene el suficiente atractivo y morbo como para volver a ponerlo en la calle con una portada nueva muy chula y un doble cedé adicional en vivo. Si en su momento fue el álbum “Priest… Live!” (1987) el que sirvió de testimonio del tour, ahora es superado por estas diecinueve canciones grabadas en Kansas City, mucho más crudo y real.

 

 

Anterior crítica de discos: “Montemarte”, de Toulouse.

 

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