“Trumbo”, de Jay Roach

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CINE

 

 

“Lo que podría haberse revelado como valiente contracrónica necesariamente compuesta de agitación y conflicto termina muriendo en el olvido del biopic al uso”

 

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“Trumbo”
Jay Roach, 2015

 

Texto: JORDI REVERT.

 

En esa parte del cine que mira a sus propios mitos e historia, la Caza de Brujas y su empeño en aniquilar cualquier brote comunista en el seno de la industria del cine, ocupa un lugar agradecido. Especialmente, para aquellos cineastas que, como Martin Ritt en “La tapadera” (“The front”, 1976) o George Clooney en “Buenas noches, buena suerte” (“Good night, and good luck”, 2005) han aprovechado el tema para conjugar en firme su activismo. El episodio en cuestión se trata de una herida no cicatrizada, como bien explicitó la controvertida entrega de un Oscar honorífico a Elia Kazan despertando tantos aplausos como brazos cruzados. El relato más traumático de Hollywood, aquel que cercenó abruptamente las carreras de tantos y permitió a otros continuar con las suyas al precio de la traición, nunca ha encontrado una catarsis oficial.

“Trumbo” bien podría ser esa ficción que se postula como cierre de la herida. Centrada en la figura de Dalton Trumbo (Bryan Cranston), guionista capital en el Hollywood de la década de los 40, la película de Jay Roach ubica al escritor de afiliación comunista como uno de los mártires de la infame persecución del comité de actividades antiestadounidenses. A priori, la propuesta se antojaba interesante por al menos dos motivos: uno, comprobar cómo Jay Roach, artífice de las sagas “Austin Powers” y “Los padres de ella”, se enfrentaba a un material fuera de los márgenes de las limitadas transgresiones de su comedia; otro, ver a Bryan Cranston enfrentándose a un papel de peso, concluido ya su reino como Walter White en “Breaking bad” (Vince Gilligan, AMC: 2008-2013). Ni uno ni otro salen especialmente airosos (tampoco dañados) del reto. Roach, muy lejos de su versión más prometedora –la de ese autor de comedia tímidamente subversivo en la órbita de la Nueva Comedia Americana, con su mejor, pero siempre diluida cara en títulos como “La cena de los idiotas” (“Dinner for schmucks”, 2010) o “En campaña todo vale” (“The campaign”, 2012)– aborda la historia de Trumbo como decepcionante crónica que abarca los principales hitos de su vida personal y profesional, desde sus años de éxito, aún lejos de las sombras del proceso inquisidor, a su recuperación para Hollywood como gran figura, “Espartaco” (Spartacus, Stanley Kubrick, 1960) y “Éxodo” (“Exodus”, Otto Preminger, 1960) mediante. Ese recorrido, lamentablemente, se propone desde el conformismo narrativo y la ausencia de convulsiones ideológicas. De hecho, la dimensión política del personaje, nunca ocultada, sí queda enterrada bajo la mera narrativa espectacular y hasta cierto punto mitómana: las apariciones de John Wayne, Sam Wood, Otto Preminger o Kirk Douglas se prestan antes al ejercicio de una cinefilia superficial y meramente referencial que a una verdadera inspección en los rincones más oscuros de Hollywood, dejando que la película baile más cerca de la caricaturesca y vacía “Hitchcock” (Sacha Gervasi, 2012) que de la mordaz “¡Ave, César!” (“Hail, Caesar!”, Joel y Ethan Coen, 2016)–. Cranston, por su parte, sobrelleva la incorporación de Trumbo con dosis generosas de carisma, pero siempre limitado por la escasa profundidad del personaje y por cierto acomodamiento en su propia gestualidad. Y así, lo que podría haberse revelado como valiente contracrónica necesariamente compuesta de agitación y conflicto termina muriendo en el olvido del biopic al uso, inocuo y pendiente de alargar la sombra de los mitos retratados.

 

 

 

Anterior crítica de cine: “Viaje a Italia”, de Michael Winterbottom.

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