Triángulo de Amor Bizarro, más allá de las Guerras de las Galias

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“Cuando haces una canción que llega a bastante gente, la siguiente es una especie de reacción, un poco probarte a ti mismo que lo puedes hacer mejor”

 

Doce años de trayectoria avalan a los gallegos Triángulo de Amor Bizarro, que han publicado su cuarto disco, “Salve discordia”. Sobre su carrera hablan con Xavier Valiño.

 

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

 

No está claro cuántos confiaban en que pudieran llegar a su cuarto álbum cuando publicaron su primer disco en 2007. Como bien nos señala su guitarrista y cantante Rodrigo Caamaño, ni ellos se lo esperaban. Pero aquí están, doce años después después de sus primeras maquetas, con su cuarto álbum de estudio (si no tenemos en cuenta “El hombre del siglo V”, recopilatorio de maquetas y algún tema inédito de 2007) que está teniendo mejor repercusión que nunca. Puntuales a su cita con un trabajo nuevo cada tres años, los gallegos tienen unas cuantas novedades en “Salve discordia” que aquí nos comentan y que, ahora sí, nos hace confiar a todos con mayor seguridad en que podremos volver a hablar con ellos dentro de otros tantos años.

 

“Salve discordia” parece presentarse como el disco con mayores novedades en todo este tiempo, ¿no?
Sí, puede ser, aunque simplemente intentamos hacer canciones que nos suenen frescas a la hora de tocarlas. Sí que nos abrimos más a otras cosas simplemente por ser el cuarto disco. No tenía sentido para nosotros hacer otra “Estrellas místicas” o una “El fantasma de la Transición”, por ejemplo. Cuando haces una canción con la que estás contento y llega a bastante gente, la siguiente es una especie de reacción, un poco probarte a ti mismo que lo puedes hacer mejor. Y nosotros sentimos que aún estamos casi en el principio. En todos los discos que hemos hecho hemos partiendo de sitios diferentes, para nosotros es importante que cada uno por separado tenga su identidad, su tema, que el siguiente disco no convierta al anterior en algo obsoleto. Y para eso es importante que sean diferentes, que muestren cosas que no están presentes en los otros y, también, saber dejar cosas atrás de cara al siguiente.

 

¿Hay algo que haya tenido especial relevancia en su sonido? ¿Tal vez los discos que habéis estado escuchando en los últimos tiempos?
Lo que ha tenido más relevancia en el sonido han sido contar con Carlos Hernández otra vez, y todos los conciertos que hemos dado en todos estos años. En los primeros discos intentábamos plasmar una especie de sonido ideal de cómo creíamos que deberíamos sonar; en este disco simplemente tocamos los cuatro y grabamos. Pero para llegar a esto ha sido necesario pasar por todos los anteriores, por miles de jornadas de ensayos y cientos de conciertos. Con los otros discos conseguimos tener algo así como un sonido nuestro incorporado, simplemente tocando los cuatro juntos, que es a lo que siempre hemos aspirado.

 

Por dar algún dato, ¿qué disco o discos son los que más habéis escuchado los cuatro en la furgoneta últimamente?
Recuperamos muchos discos que llevábamos tiempo sin escuchar, y de géneros diversos, sobre todo para abrir nuestro sonido y no caer en la costumbre: mucho rock and roll de los 50, mucho de The Who, reggae y dub jamaicano, garaje y grupos psicodélicos de los 60, grupos alemanes y japos de los 70, heavy, pero mucho M80 y Rock FM también.

 

¿Se ha simplificado el sonido? Y, de ser así, ¿fue un proceso fácil?
Más que simplificado, creo que lo hemos incorporado a nuestra forma de tocar. Y no fue nada sencillo: el proceso de composición de este disco ha sido el más exigente de todos, pero a la vez en el que más hemos mejorado como músicos. Hemos aprendido a no depender tanto de los efectos. Los usamos, pero creo que por primera vez en diez años sonaríamos a nosotros sin ellos. El cambio más evidente en la grabación fue decidir, muy al principio de la composición, que solo nos valdrían las canciones que sonaran simplemente con nosotros cuatro tocando. Que fuese como fuese, nos las tendríamos que arreglar para no sonar genéricos manteniendo el formato cuarteto.

 

La experiencia acumulada con los años supongo que ayuda a la hora de grabar un nuevo álbum. ¿Puede ser también un obstáculo?
Depende. Cuando crees que más o menos sabes hacer ciertas cosas en la música, es bueno darse cuenta de que es un mundo inabarcable y que realmente no sabes casi nada. También tienes que competir un poco contra ti mismo. En nuestro caso, que todos los discos anteriores cosecharon excelentes críticas, es algo que se puede volver contra el propio grupo, porque no sabes si lo nuevo va a seguir la senda o eso se acabará. Nuestra solución es simple: ensayar más y no preocuparte por eso, lo que tenga que ser, será, mientras uno esté contento con lo que hace y no especule…

 

De todas formas, siempre partís de cero a la hora de empezar con un nuevo disco, aunque el resultado lleve vuestro sello. Siendo así, ¿qué es lo que más os ha sorprendido en el resultado en esta ocasión?
Pues que esté gustando tanto, la verdad. Creo que mucha gente está viendo este disco como si traspasáramos algún tipo de frontera invisible que creían que el grupo nunca iba a pasar, pero nosotros no nos damos cuenta de eso, solamente intentamos hacer las mejores canciones que podemos en cada momento.

 

Diría que la voz de Isa suena mejor que nunca y que no ha habido miedo para acercarse al pop más en algunas canciones. ¿Salió así, era premeditado?
Sí, creo que Isa canta mejor que nunca, más aún contando con que algunas de las melodías son mucho más exigentes. Además, Carlos supo ver muy bien eso, pone la voz de Isa con el timbre justo sin emborronarla, algo que era necesario en este disco más que en ninguno, por los textos sobre todo.

 

Parece que en esta ocasión son más evidentes las influencias de los 50 y los 60.
Sí, es algo que siempre estuvo ahí, aunque no se notase. Lo que pasa es que en este disco las reverbs son naturales hechas con ambientes de sala, por ejemplo, no digitales. Poder grabar con más medios, con más tiempo, la forma de componer las canciones, pues ha ayudado a todo eso. Pero por encima de eso está el factor humano: lo llevamos muy preparado al estudio, y Carlos vio el sonido del disco muy claro desde el principio.

 

No son los únicos ecos claros. Además de a The Jesus & Mary Chain, (‘Qué hizo por ella cuando la encontró’, en la línea de ‘Super Castlevania IV’ de “Año santo”), ahora aparece la referencia más clara a New Order (‘Baila Sumeria’) hasta el momento, algo que nunca había sido tan expresa. Recuerdo que en su día decíais que, salvo el nombre, no había nada en el sonido que recordarse a ello. ¿Había llegado la hora de desdecirse?
No pensamos en ello de esa forma, pero no me parece mal que la gente lo vea así. Está claro que la elección del nombre del grupo fue extraña, pero he aprendido a vivir con él, es parte de nuestra naturaleza como banda. New Order siempre me gustaron, lógicamente, pero sí que es cierto que el nombre del grupo no dice mucho de nosotros. Con ‘Baila sumeria’ quisimos hacer una canción de pop europeo accesible y animada, y desde luego las influencias de New Order, The Cure o The Smiths están ahí, aunque la melodía de la voz va por otro lado, por ejemplo.

 

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Parece como que cuesta entender los textos y, según vosotros, no son tan complicados. ¿No se hace el esfuerzo por entenderlas o cuesta más entenderlas de lo que pensáis?
Lo que más me importa es que las ideas básicas, las sensaciones que mueven todo el disco, se entiendan. Y creo que eso sí que pasa. Después, nos gusta que haya cosas que estén muy claras y otras que no tanto. Si al escuchar una canción veinte veces, por ejemplo, te das cuenta de algo que no vistes antes, pues estupendo; a mí me gusta descubrir cosas continuamente de los discos, películas o libros que me gustan. Pero es fundamental que funcione también a la primera escucha, que lo básico de lo que habla el disco se transmita.

 

Hay frases que están llamando más la atención que otras. Supongo que al componer ya os daríais cuenta de que “Habría votado a la derecha por ti” y “Europa es una zorra y está matando a la juventud”, así como la pronunciación de “Cuando te fallen (follen) las fuerzas” iban a motivar que os preguntaran por ellas. Es algo que se podía esperar y que supongo dará pie a que se interprete como algo muy expreso. ¿Las mantuvisteis por eso o, precisamente, a pesar de eso?
Son parte fundamental de las letras, de mi forma de escribir. Alejarme y acercarme al oyente, es un poco mi forma de trabajar y en este disco lo he acentuado más si cabe. Una frase como el de “habría votado a la derecha por ti”, puedo usarlo ahora porque la gente ya tiene una idea de cómo es el grupo, porque cualquiera que nos siga un poco ya sabe de qué palo vamos. Aun así, con las letras también ha habido un proceso de cambio. Antes fusionaba ideas un poco inconexas e intentaba encontrar un significado que sirviese de costura. En este disco, aunque fue un proceso que empezó ya con “Victoria mística”, espero a que me venga la idea, a veces la sueño y me levanto y escribo. Otras veces espero semanas sin escribir nada, hasta que veo clara una forma de afrontar un tema. Me pongo unos días sobre eso y después reduzco el texto, que puede ser de una decena de páginas a lo mínimo necesario para que tenga estructura de canción.

 

Da la impresión de que estás bastante metido en temas de mitología e historia. ¿Qué te gusta leer?
Desde hace tiempo leo muchos libros antiguos, tipo “La eneida”, los nueve libros de las “Historias” de Herodoto, “La guerra de las Galias”… Me voy a poner pronto con la “Anábasis” de Jenofonte. Me interesa el punto de vista completamente distinto que tienen las personas de otras épocas y civilizaciones de los mismos problemas comunes a toda la humanidad. Me ayuda a separarme un poco del discurso habitual dentro del pop, poder hablar de lo mismo pero usando otras palabras y estructuras.

 

¿Hay algún nexo en común entre estas nuevas canciones, algo que sobrevuele por encima de todas ellas, en su letra, en su sonido, en su concepto?
Sí, la oda al error, al factor humano, a lo que no se puede cuantificar. Un ensayo nuestro para componer una canción es estar siempre al loro para encontrar el momento en que tu cerebro haga algo que no esperabas, que tu mano junte dos acordes que no puedes imaginar o que la batería de un golpe mal dado que dé pie a un nuevo ritmo.

 

¿Qué se le pidió o qué se le comunicó al autor de la portada, Haydiroket (Mert Keskin) para hacer su trabajo?
Pues que el disco sería romántico, de adoración satanista, marinero y macarra.

 

Estamos ya en el cuarto disco, después de doce años, y se puede aventurar que hay para muchos más discos y años. Tal vez seguir en Abanqueiro os permite estar centrados en la música y el grupo. ¿Os veis con fuerza para seguir grabando y tocando otros doce años?
¡Espero que sí! Desde luego, me veo con más fuerzas que cuando salió el primer disco. Nunca habría pensado en llegar al cuarto.

 

¿Qué es lo que más os gusta de lo que hacéis y aquello que no podéis soportar o con lo que no tragáis?
Lo que más nos gusta es dar conciertos, y cuando salen las canciones y las grabas después de un año de esfuerzo, por ejemplo. Lo que no aguantamos es la inacción, y los momentos (largos) en los que no nos sale nada en los ensayos, cuando no conseguimos terminar una canción.

 

Habéis tocado en África, EE.UU., Hispanoamérica… ¿Cómo es la respuesta del público en lugares tan distintos?
Por lo general muy buena, además ha ido a mejor con los años. Al principio creo que mucha gente nos veía como otro grupo más a la moda y se mostraban un poco desconfiados, sobre todo en España. Pero ahora creo que eso ha cambiado. También ayuda el hecho de que estamos dando mejores conciertos que al principio. Nos sentimos muy bien tocando en directo; además, desde el año pasado Carlos Hernández nos hace el sonido también en los conciertos. Hemos estado ya en una docena de países, la última gira fue en el verano pasado por USA y fue estupenda.

 

¿Y la mejor anécdota que os ha sucedido por ahí fuera?
Fue en Argel. Íbamos un poco nerviosos, ya que no hay costumbre de conciertos de nuestro estilo por allí, pero nos encontramos con un auditorio lleno de gente bailando y pegando gritos. La gente se quitaba la camisa y corría por el escenario con los de seguridad detrás. Y cuanto más rápido tocábamos las canciones, más gustaban.

 

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