Toundra: Música del subsuelo

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“Quiero decir que en Toundra hay dos tipos de discos: los que son como los de Pink Floyd y los discos de rock and roll”

 

El quinto y nuevo trabajo instrumental de Toundra, titulado “Vortex”, lleva a Carlos H. Vázquez a entrevistar a la banda de rock progresivo, que debutó en 2008 con “I”.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ. Fotos: VALENTÍN SUÁREZ.

 

Esta entrevista se ha hecho en un sótano. En realidad se trata de un pequeño estudio que Esteban J. Girón, guitarrista de Toundra, tiene montado en Cuervo Store, en la zona de Malasaña. A dos pasos está La Vía Láctea, local de referencia de la movida. El subsuelo y el infinito a cien metros de distancia.

El nuevo y quinto disco de Toundra, titulado “Vortex” (Inside Out Music, 2018), tiene una portada (obra de lacabezaenlasnubes) en la que aparece un tuareg en el desierto bajo un cielo negro de eclipse. La figura humana que se dibuja sobre la arena está sola. Esteban también está solo. Álex Pérez (batería), Alberto Tocados (bajo) y David López (guitarra), sus compañeros de grupo, trabajan. Toundra no se mantiene sola. Es una banda con mucho trabajo detrás, igual que tantas otras, pero dentro del rock progresivo resulta ser una de las propuestas más interesantes, no solo a nivel nacional, sino también a nivel europeo.

Sus álbumes han seguido un patrón numérico en el título desde el principio: “I” (Astoria, 2008), “II” (Aloud Music, 2010), “III” (Aloud Music, 2012) y “IV” (SuperBall Music, 2015). Sin embargo, con la quinta entrega no ha sido así, aunque la primera letra del título (“Vortex”) es una uve mayúscula que bien podría ser el número 5 romano. En realidad, el nombre de “Vortex” hace referencia a la sala alemana Vortex Surfer Musiklub, en la ciudad alemana de Siegen. Tocaron allí el 21 de septiembre de 2012 y dicen que fue una buena noche. Debe ser por eso que repiten parada en la hoja de ruta, la misma que lleva el tuareg cuando quiere volver al comienzo para no llegar al final.

 

Leo que para hacer “Vortex” os habéis inspirado en la rabia de los inicios del grupo. ¿Esto significa que un tiempo pasado fue mejor?
No, no. Si pensásemos que hubo tiempo pasado que fue mejor o si no tuviésemos el hambre de ir hacia sitios mejores o hacia otros sitios, no seguiríamos. Tenemos baches, como siempre, y hay momentos mejores y peores, pero eso no hace que lo dejemos. Nunca puede faltar el hambre de seguir creando juntos.

Pero habéis tenido cambios en la formación. David “Macón” López entra en 2013, tras la marcha de Víctor García-Tapia, y el primer disco que graba con Toundra es “IV”. Entiendo que esto también influye en vuestro sonido, sobre todo porque estamos hablando de guitarristas.
Sí. Si Macón no hubiese entrado en el grupo, no creo que hubiésemos seguido juntos. Es una pieza fundamental, una piedra angular en la banda. “Vortex” es el tercer disco que graba con nosotros (si contamos el de Exquirla, “Para los que aún viven”), con lo cual lleva media discografía. En este disco él y yo nos hemos terminado de acoplar y hemos podido definir muy bien cuáles son nuestros papeles dentro de la banda en este momento. “IV” fue más un disco de mucho tiempo de creación y “Vortex” lo hemos hecho en el tercio de tiempo que nos ocupó “IV”.

 

 

Creo que “Vortex” es un disco que está muy dirigido hacia el directo. Pero esto no es nuevo, porque “II” ya tiene temas así, como ‘Marte’.
Sí. Creo que “III” es una reacción a “II”, y “IV” es una reacción a “III” como “Vortex” es una reacción a “IV”. Quiero decir que en Toundra hay dos tipos de discos: los que son como los de Pink Floyd y los discos de rock and roll. “III” y “Vortex” son discos de rock and roll, mientras que “II” y “IV” son discos más pinkfloydianos.

¿Y qué es “ledzeppeliniano” en Toundra?
“II”. Pero eso fue porque yo, en aquella época, no estaba muy bien y me encerré a escuchar Led Zeppelin y a tocar la guitarra mogollón. Pesaba 59 kilos. Estaba jodido. Me obsesioné con Led Zeppelin y salió eso.

¿Qué parte de “culpa” ha tenido Exquirla en el último disco de Toundra? Porque ha hecho de bisagra entre “IV” y “Vortex”, hay detalles que aparecen en ambos elepés, Macón ha tocado en los dos…
Pienso que nos ha ayudado a coger a Toundra con ganas para hacer un disco de rock and roll. Cuando llevas una década haciendo discos (de dos años en dos años) y girando, como los tours europeos que venimos haciendo desde 2012, creo que te puedes quemar. “Exquirla” fue un bálsamo.

 

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“Cuando llevas una década haciendo discos y girando, como los tours europeos que hacemos desde 2012, te puedes quemar. ‘Exquirla’ fue un bálsamo”

 

El último concierto de la pasada gira fue el del Tsunami de Xixón, con orquesta, un formato que ya utilizasteis anteriormente. Es posible que la gente esperara también una orquesta en “Vortex”.
Ya. Eso fue el 28 de julio. A los dos días cumplí 30 años y al día siguiente empezamos a componer el disco en mi casa de Asturias. Queríamos que no hubiera orquestación, solo los cuatro, y hacer un disco de rock and roll. ¿Por qué? Porque desde el segundo disco de Toundra hay orquestaciones. Solo nos apetecía que Marc Clos diera cuatro pinceladas, pero el resto queríamos hacerlo nosotros solos. El grupo, por trabajo, estaba yendo y viniendo, pero yo pude irme al estudio de Santi García (Ultramarinos Costa Brava) en Sant Feliu de Guíxols, en Barcelona, para estar allí las tres semanas.

 

¿‘Cobra’ fue el primer tema en grabarse o en componerse?
En componerse. Y en grabarse también. Creo que lo hicimos porque es un tema tan enérgico, que en una grabación lo puedes a pasar mal por estrés. Yo me puse enfermo al terminar: al día siguiente tenía fiebre, gripe… Fue uno de esos momentos en los que tienes mucho estrés y mucha tensión. Cuando estás grabando y ves que el primer tema ha quedado de puta madre, coges motivación para hacer las siguientes. ‘Cobra’ tiene eso, es una canción muy directa, muy de arriba, y sin muchos cambios en el sonido. La escuchas y dices: “De puta madre. Vamos a por otra”.

 

¿Sin ‘Cobra’ no existiría “Vortex”?
Cuando la llevé al local, Álex [Pérez] me dio la enhorabuena, y nunca lo había hecho. Llevábamos sin componer para Toundra desde 2014. Llevé el primer riff y la segunda parte, Álex paró y me dijo: “Está de puta madre. Significa que estamos de vuelta”.

 

 

‘Mojave’ dura once minutos con cuarenta segundos y tiene tres cambios dentro de la misma canción. Os tuvisteis que venir muy arriba para hacer una canción tan larga.
Sí (risas). Tuve la “crisis” de los 30. No me deprimí, como cuando cumplí veinte años, ni me pasó nada dramático; soy una persona que está inconforme pero feliz en el mundo. Es verdad que tuve esa crisis de los treinta, pero con 7 años mi madre decidió que yo iba a ser músico y me metió en un conservatorio.

 

¿En contra de tu voluntad?
No, pero en el segundo año ya me estaba escapando de clase para jugar al fútbol en el patio. Le dijeron a mi madre que me quitaran de música, porque yo no era válido. Y sí que era válido; me escapaba por la ventana para jugar, como cualquier niño. Mi madre, de todos modos, veía que lo que más me gustaba era la música. Yo nací malito y, al mes, mi padre me puso unos cascos (auriculares) para que escuchara a los Beatles. Tengo la foto.

 

¿Qué disco en concreto?
No lo recuerdo, esto me lo ha contado mi madre. Desde los trece siempre he estado en una banda. Con doce cuando pasé de grado elemental a grado medio en el conservatorio, mi padre me regaló mi primera guitarra eléctrica. Más tarde me fui a Madrid y escogí una carrera (Comunicación Audiovisual), pero me desengañé. Fue una gran decepción, aunque hice muchos amigos y tuve un montón de vivencias. No aprendí apenas nada de lo que pensaba aprender.

 

¿Qué pensabas aprender?
Pensaba que iba a aprender a hacer arte con herramientas audiovisuales, pero en su lugar aprendí unos pocos términos. Hay gente que ha terminado siendo artista estudiando Comunicación Audiovisual, pero es que yo estaba haciendo música. Estudié esa carrera porque era la única con la que mi padre me podía mandar a Madrid desde Asturias. Yo sabía que en Madrid iba a hacer un grupo. Me dieron una beca, porque era buen estudiante, pero me gasté la mitad en un amplificador a válvulas (risas). A los cinco días de llegar ya estaba haciendo una prueba para entrar en un grupo. Lo tenía muy claro. Trabajé de mozo de almacén en PIAS, de dependiente en Escridiscos… Ahora trabajo en lo que trabajo porque me permite ser libre para tocar cuando y como me dé la gana. ¿Qué pasa? Pues que cumplo treinta años y ya no estoy en ese periodo en el que uno se va adaptando a la ciudad. Hay que sentar unas bases para el resto de tu vida o, por lo menos, para los siguientes diez años. Veo que estoy ‘puto’ igual que con siete años: todo el día con la guitarra. Hay meses de tristeza y domingos difíciles en los que pienso que no merece la pena tanto sacrificio. Toundra hizo que se me quitara la ansiedad que tuve, pero también me provoca lo mismo. Pero creo que merece la pena.

 

Musicalmente hablando, ¿qué es para ti la libertad?
La libertad, musicalmente hablando, es estar en Toundra.

 

¿Y personalmente?
Personalmente, ser dueño de mi tiempo. Aunque todo es una esquizofrenia, porque hay una incertidumbre y no sé lo que va a pasar. Pero soy dueño de mi tiempo.

 

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