Tony Luz: Nuevas aventuras al frente de Los Silvertones

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En la foto, Tony Luz (primero por la derecha), junto a Los Silvertones.


«Este es un grupo de rock and roll, pero es que yo no sé hacer otra cosa. Escucho de todo y no tengo ningún prejuicio musical, pero a la hora de tocar me muevo mejor aquí. Yo nací con el rock and roll»

Pekenikes, Zapatón, Bulldog, y ahora Los Silvertones. Tony Luz, uno de los pioneros del rock español, continúa al pie del cañón y en plena forma dedicándose a lo que siempre le gustó, el rock and rock clásico.


Texto: JUAN PUCHADES.


Tony Luz es uno de los pioneros y resistentes del rock español: Comenzó a primeros de los años 60, como guitarrista de los míticos Pekenikes, a mediados de la década de los 70 reivindicó el rock primigenio, adelantándose al revival rockabilly, con Zapatón. Ya en los 80 se puso al frente de otra banda rockera, Bulldog. Y de un tiempo a esta parte lidera a Los Silvertones, otro grupo de rock and roll de la escuela clásica, con los que ahora debuta con el CD «Amigo Chet» (Factoría Autor). Pero, además, en su currículum figuran canciones de éxito para Karina, producciones diversas, mil aventuras de todo tipo y centenares de portadas de disco diseñadas por él, la mayor parte realizadas para la compañía Hispavox. Precisamente, hablando de diseño gráfico, comienza nuestra conversación: «Bueno, el negocio está muy mal, pero yo sigo, aguanto. Sobre todo hago portadas de disco, que es un poco la especialización de la casa, pero si me piden la portada de un libro u otra cosa, aquí estoy, para rotos y descosidos. Además, es algo que todavía me gusta.»

¿Cuándo empezaste con el diseño gráfico?
¡Venga, te voy a contar la batallita!

Sí, claro, Tony, cuéntala, que estas cosas son muy interesantes.
Yo estaba estudiando arquitectura, porque siempre me ha gustado mucho el dibujo, era el típico niño repelente de «hazle un cuadro a la tía tal», y yo, venga, hacía un cuadro, con acuarela o con óleo, pero algo totalmente amateur. Como me gustaba la arquitectura, me presenté a Arquitectura, de hecho aprobé en septiembre dibujo, que era lo difícil, lo que pasa es que esto iba en paralelo a la música y llegó un momento en que me tiraba mucho la música y al matricularme en tercero, me salió ya la posibilidad de entrar en Hispavox, en el departamento gráfico. Me acuerdo que lo estuve pensando mucho, estaba haciendo la mili, y en una garita estaba ahí dándole vueltas, «¿qué hago, qué hago?», entonces tomé una decisión de la que todavía no me he arrepentido, que fue decir, «voy a seguir conectado con el mundo de la música, me meto en una discográfica y hago diseño que, de alguna manera, lo que me han enseñado en la facultad me tiene que servir», y así lo hice.

¿En qué año sería eso?
En el sesenta y mucho, o en el setenta y poco.

¿O sea, bien metido con Los Pekenikes?
No, después de Pekenikes, cuando hubo una disgregación en la banda, que a mí me pilló en la mili, con lo cual sólo me pillaron las consecuencias. Así que me metí en Hispavox e hice todas las portadas del mundo, y conocí a mucha gente allí, lo que me sirvió para tener con Zapatón la oportunidad de utilizar los estudios, y luego más adelante con Bulldog. Ahí he estado metido, y siempre he tenido conexión con los músicos, porque toda la gente que entraba, como sabían que mi despacho estaba abajo, lo primero que hacían, era entrar a verme, con lo cual fui una especie de catalizador.

¿Habrás hecho centenares de portadas, no?
He hecho muchísimas, piensa que yo era el diseñador de la casa, con lo cual, quitando alguna cosa especial, que había un capricho del artista o de la casa y le daban el trabajo a otro diseñador, yo era el de base. Me he chupado flamenco, clásico muchísimo, que me encanta, y bueno, pop y rock, ¡y lo que me ha caído! De Enrique y Ana hasta los Monjes de Silos.

Un día tendrías que hacer una exposición con todo eso.
¿Te puedes creer que no tengo nada? Tengo alguna que, circunstancialmente, ha quedado en mis manos, pero lo primero es que soy muy desorganizado, y voy por la vida pues como voy [risas]. Es mi sino, el que nace desorganizado… joder, mi casa parece… yo le llamo Almacenes Luz, porque entras, se abre la puerta, ¡y es un montón de cosas! Yo tenía un estudio, donde trabajaba, cerré el estudio y todo lo que tenía allí me lo traje a casa, con lo cual no tengo ni casa ni estudio, tengo unos almacenes. Es mi sino y lo tengo que admitir.

Cuéntame de tu nuevo grupo, los Silvertones, ¿es un capricho?
Es una consecuencia natural. No es ni un capricho ni nada predeterminado, surgió sobre la marcha, hace cuatro o cinco años. Fue lo típico, tienes tu trabajo y te quitas el gusanillo haciendo una banda con amigos para tocar en garitos. Toqué en todos los garitos con bandas como El Purgatorio, Perro Viejo, Stereos… girando siempre sobre música de los cincuenta. De hecho, tocaba conmigo Alfonso Múgica, que es el contrabajista que está ahora en Silvertones, él, a su vez, era amigo de un finlandés que pasaba por aquí tocando blues, pero que su pasión era el rock and roll, Ile [Hämälämen], que es un luthier estupendo, acompañó a Alfonso a un montón de actuaciones y, bueno, nos conocemos, hablamos de música, nos tomamos una cerveza, le llevé a reparar alguna guitarra mía, y llegó un momento en que Alfonso me llamó, cuando yo ya había acabado un poco quemado de todos los grupos, y me dije, «lo dejo todo y me dedico a mi trabajo». Y me llamó un día y me dice, «que estoy con Ile y que si te apetecería que nos viéramos porque tenemos proyecto para montar un grupo». Vino un día al estudio, nos pusimos a tocar con dos guitarras acústicas y parecía que habíamos tocado juntos toda la vida, aparte de conocer el material, de los cincuenta y los sesenta, todo salía: «Ahora haces el solo tú, ahora lo hago yo». Joder, dijimos, «esto es amor a primera vista», y Alfonso estaba muy contento, así que decidimos intentarlo, entonces entró con nosotros Steve Jordan de batería, luego entró en su lugar Javier Lobillo, que es el más joven de la banda, pero el más pureta de todos. Recuerdo que me reuní con él por si venía a actuar con nosotros, y me dice, «¿pero qué repertorio hacéis?», me pongo a decirle temas, y los conocía todos, y me decía, «pero ese tema, qué versión, ¿la que tiene grabada en tal disco o en este otro?». Joder, nos apabulla. Todo el mundo conocemos los temas a tocar, con lo cual no ensayamos, ensayamos tocando, que es el mejor ensayo que hay.

Dejemos claro que Silvertones, y su disco, es un proyecto de puro rock and roll clásico.
Pero es totalmente espontáneo, porque si te fijas, ‘Olivia’ la hemos rescatado del batería que tocaba conmigo en Bulldog, de Ortuño, que es un gran autor, con canciones que como no se las saquemos grupos de nuestro estilo, se van a quedar ahí, y a mí me da mucha rabia; ese tema me encantó. De hecho lo hemos tocado muchas veces en directo, sin tenerlo grabado, y la gente reaccionaba con él. Y sí, es un grupo de rock and roll, pero, oye, que yo no sé hacer otra cosa. Escucho de todo y no tengo ningún prejuicio musical, pero a la hora de tocar me muevo mejor aquí. Yo nací con el rock and roll.

¿Entonces, para ti, lo que hacéis no tiene un punto revivalista?
No, para nada, para mí es una continuidad, es que no sé hacer otra cosa. Con Pekenikes hacía otra historia porque era un rollo más pop y más creativo o español, que no estaba reñido para nada con esto. Para mis compañeros en Pekenikes yo era el rockero, me miraban y decían, «mira al Gene Vincent este», como diciendo esto son cosas de juventud. Pero cada uno es como es.

De hecho, con Zapatón fuiste pionero en la recuperación del rock and roll clásico en España.
Sí, pero no lo recuperé, seguí haciéndolo, quizás mis compañeros de Zapatón sí se subieron en marcha a un tren que venía de atrás, y además les gustaba. Pero yo no, yo era el maquinista. En ese aspecto, cuando me decís esto de si intento recuperar o echar la vista atrás, pues no, aunque sigo escuchando todo tipo de música, a mí lo que me movió y me puso las pilas fue el rock and roll, el rock and roll clásico.

Habrá gente que le llamará rockabilly a lo que haces.
Bueno, el rockabilly es una especie de guinda del pastel grande, pero no, a mí me gusta el pastel, la guinda y el relleno. Me gusta todo. La música es buena o mala.

Me ha gustado mucho ‘Lomas lo +, Bruno’, la canción en la que homenajeáis a un eterno olvidado del rock español, Bruno Lomas.
Lógico, para mí es una espina. Todos hacemos nuestras batallitas, pero eso sí, si haces tu disco, haces tu disco y no el del vecino, y Bruno para mí fue el primer tío que escuché cantar rock and roll en español y me dejó alucinado, porque muchas veces piensas este hombre está cantando en español, bueno, pero cuando te comunica lo mismo que otro, dices, «¡coño, pero si además lo está haciendo en español!», entonces toma una dimensión enorme, y encima cuando lo escuchas cuando tú todavía no sabes coger una guitarra y ya lo ves al tío cuajado con Los Milos, vestido de cuero negro, con ese rollo desafiante, además en la época, el cincuenta y tantos, que era la España más oscura. Me quedé flasheado. Siempre cuento lo mismo, pero es que es verdad, lo vi tocar en un festival de aquellos mañaneros en el cine Salamanca de Madrid, y salió con dos guitarras y él, hicieron una versión, en inglés, de ‘Lucille’, me quedé alucinado, «¡este tío qué hace!». Yo era un visoño con ganas de empaparse y de pronto ves a uno que te da lo que buscas. Luego le seguí la carrera, y cuando Pekenikes íbamos a tocar por Valencia, él siempre que podía se acercaba para saludarnos, había un rollo bueno de compañerismo, de hecho coincidimos en algunos sitios, en un festival de Benidorm donde él estaba concursando y nosotros tocando en el fin de fiesta. Había buen rollo, no éramos amigos profundos, pero existía ese tipo de amistad que se une con la admiración. Luego coincidió, además, que como el mundo es pequeño, yo vivo en Arturo Soria y él, en alguna época, vivió en José Hierro, al lado, con lo cual nos veíamos comprando en el mercado y cosas así.

Fue todo personaje y, desgraciadamente, está muy olvidado.
Muy olvidado. No pensé en hacerle un homenaje a Bruno, pero siempre me acuesto con la guitarra y rasgueo un poco para conciliar el sueño –todos los días hago un tema, lo que pasa es que al día siguiente, si se me ha olvidado, es que era una mierda–, pero, sí, todavía estoy muy activo. Y una noche, un tema que salió vi que tenía, musicalmente –era un rock and roll en menores–, una cierta nostalgia, un cierto peso, que no sabía dónde encuadrarlo, no encontraba qué letra escribirle, hasta que me di cuenta que podía ser un homenaje a Bruno, y empecé a trabajar la letra sobre la música, que yo siempre escribo la letra después. Y todo fue saliendo, consulté en internet fechas para no meter la pata. Quise hacerlo y mis compañeros estuvieron de acuerdo. Para mí es una espina, porque hay otros que han salido adelante, y él también salió adelante, pero de otra forma, él tuvo que condicionar su vida a la industria, a lo que pedía en cada momento: Ahora baladas, ahora un festival, ahora una película, ahora el rollo ye-yé… Pero él era, profundamente, un rocker.

Algunos temas del disco cuentan con letras de Suburbano, de Luis Mendo y Bernardo Fuster, ¿cómo ha surgido esta colaboración, cuando ellos son muy poco rockers?
No sé si son rockeros, pero también han estado condicionados por la industria, ten en cuenta que yo, a lo mejor, al ser siempre una puta mierda, no he estado condicionado por la industria, y siempre he hecho lo que he querido, pero porque nunca nadie me ha dicho «tienes que vender tanto, no hagas esto, lo otro». Pero ellos… sí son rockeros, joder, tienen una colección de guitarras maravillosa. Muchas veces considero a los guitarristas por la guitarra que tienen, y entonces ya veo por dónde van: «Ah, mira, tiene una Telecaster, una Martin acústica». Había temas para los que tenía la música concebida, pero no sabía cómo meterle mano a las letras, y ellos son buenos amigos, profesionales, y entonces me puse en manos de ellos y me he quedado muy contento porque las letras que nos han hecho tienen la virtud de las letras de rock and roll, que no tienen que ser una historia enorme, porque para eso ya está Dylan y lo hace muy bien. Las letras de rock and roll son mucho más naif si quieres, pero tienen que decir lo que tienen que decir, y estoy muy contento, porque lo que me mandaron nos ha servido de maravilla.

Continuamente hablas de guitarras, pero, ¿quién ha sido tu mayor influencia como guitarrista?
No podría decir uno solo, o no lo hay. Claro, en la distancia, Chet Atkins, como cosa inalcanzable.

«Amigo Chet», se llama el disco.
Claro, lo suyo es un universo imposible, pero la admiración es total. Gente más asequible, Hank Marvin, James Burton, el que tocó con Ricky Nelson y Elvis, y por supuesto, Scotty Moore, de la primera época de Elvis. Son muchos, pero ese es el triunvirato.

¿Y si tuvieras que destacar a un guitarrista del rock español?
Muchos, de los actuales, Carlos Raya, que me encanta. Mi compañero Lucas Sainz, que tocaba en Pekenikes, era estupendo. Otro guitarrista que me encanta, español de adopción, es Ariel Rot, es buenísimo, me gusta todo su concepto, tiene todo el paso adelante del rock, pero conoce todo lo del paso atrás. Sabe el terreno que pisa.

¿Nunca has cantado?
Soy un desastre, por eso toco la guitarra. De vez en cuando, hago lo típico, los coros estos de borracho, pero nada, lo hago muy mal y soy consciente de ello. De hecho, hasta lo intenté, hacía mis pinitos con el magnetofón en casa y decía «¡esto es horrible!», y también me lo decían los demás. Sin embargo, tengo buen oído, pero no puedo coordinar el hacerlo yo, porque, además, al tener un oído crítico, cuando lo hago yo me oigo, y veo que soy un desastre, e incapaz de enderezarme.

¿De todos los grupos por los que has pasado, cuál es el que te ha dejado una huella más profunda, o el mejor recuerdo?
Es como todo, es como cuando tienes novias o mujeres, unos momentos te dejan recuerdos buenos y otros momentos no tan buenos. Pero soy una persona positiva y creo que todos, en diferente medida, en función de la época que vives, porque tus experiencias vitales no son las mismas a los 18 años que a los 40. Cuando hice Bulldog, que entonces ya tenía 40 tacos, me decía, «¿qué hago aquí, subido en el escenario tocando?», y mira, sigo tocando. Lo más importante es que más que buenos recuerdos, he sacado experiencias humanas. No tengo muchos enemigos, amigos los justos, ya sabes que todos tenemos amigos y conocidos, pero creo que el balance es positivo. De todos modos, algún enemigo hay que tener, porque sino no vales «pa ná».

¿Ya no produces?
Qué va, pero no es porque no quiera, es por la puñetera industria. Fue una faceta que me encantó, porque te permite experimentar y volcar tus conocimientos en otra persona a la que le vienen bien. Era estupendo, aunque nunca gané mucho dinero, siempre salí lo comido por lo servido, porque la industria esta ya sabes cómo es, pequeña y no se venden muchos discos, pero he procurado siempre aprender de todos los que he estado produciendo. De hecho, ahora todos los días estoy produciendo, pero para mí, con estos programas informáticos que hay, aunque no me gusta la informática, pero son muy prácticos para trabajar en tu casa.

¿De las producciones que has dirigido, destacarías alguna?
Pues mira, sí, y además siempre hay algo que me gusta de cada una. Con Rebeldes me encantó el disco que hicimos, «Rebeldes con causa», el único disco que hice con Loquillo, «Mis problemas con las mujeres», también me encantó, me encanta ese disco, me encanta.

Hace unos meses, preparando un trabajo sobre Loquillo, me comentó que tú conseguiste que ese disco sonara así de bien.
¡¿Te dijo eso?! Joder, pues me hace muchísima ilusión, porque muchas veces los productores nos quedamos sin saber qué opinan los músicos. Sabemos lo que hemos hecho mal y bien, pero nos gusta que nos lo reconozcan. Tuvimos buen rollo en ese disco, aunque al ingeniero de sonido le tiraban mucho las teclas y yo tiraba de las guitarras, y quedamos en un entente, siempre discutíamos de vino, de teclas y de guitarras.

¿Algún otro disco como productor que destaques?
Sí, hay más, el último, que no pasó nada con él, el de Más Birras, «Tierra quemada». A mis producciones les tengo mucho cariño, porque como no he hecho tantas, puedo hablar de ellas, pero las que he hecho las he hecho a conciencia. Hay un chico vasco, General Lee, que es un gran guitarrista. Otro de mis puntos débiles, es un grupo de Murcia, que hicieron sólo un disco, que la EMI se gastó dinero con ellos y cuando íbamos a hacer el disco de verdad dijeron que ya no hacían más discos, eran Los Hurones, ahí cantaba un tal J, que tiene las cualidades, que lo debe de dar el Levante, que es cantar en español y olvidarte de que está cantado en español, tener ese buen juicio de interpretar el rock and roll, J cuando cantaba tenía para mí el espíritu de Gene Vincent. Me encanta hacer todo tipo de música, también produje al cantautor Carlos Luengo.

También has tenido éxitos como compositor para terceros, ¿es un trabajo agradable?
Es muy agradable, sobre todo porque no me produce ninguna vergüenza decir que estoy orgullosísimo de ‘El baúl de los recuerdos’, porque hice un estándar, que no es tan fácil [risas]. Bueno, yo puse mi parte y Karina puso todo el resto, que a lo mejor teniendo yo mi tema sin que lo hubiera hecho ella, no hubiera pasado nada, pero se dio la conjunción planetaria y pasó.

Es, como dices, un estándar, muchas orquestas lo siguen llevando en su repertorio.
Sí, lo sé, es una canción que me ha resuelto muchos meses, y espero que todavía siga coleando.

¿Con Silvertones, cual es vuestra actividad habitual, tocáis por Madrid?
Sí, tocamos por Madrid, yo lo que quisiera es salir, pero salir incluso fuera de España, el problema es que aquí la gente está pagando mucho menos que hace diez años, y en el momento que sales de Madrid hay gastos, viaje, estancia, todo lo que es el gasto de hostelería. Y los números es muy difícil que salgan. Quiero salir a Europa, y ese es uno de los motivos de hacer el disco, que no se va a vender, pero al menos tenemos una carta de presentación, hemos hecho un disco, que no es el mejor de mundo, pero es un buen disco.

Coincidiendo con la salida del disco os ha pillado el cierre de Factoría Autor, toda una putada.
Sí, pero tuvimos la semana pasada una reunión y parece ser que ahora, a primeros de marzo, van a empezar a cumplir lo pactado y tendremos la distribución en las tiendas. Lo que pasa es que nosotros vendemos más en los bolos, y vamos a venderlo también por internet.

 

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