The Fleshtones: La eterna juventud

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«A veces siento que el tiempo ha pasado de largo y nos ha ignorado. Esto me estremece el alma. Después de todo, ya que no pillamos dinero, el reconocimiento nos hace justicia»

Titanes del garaje revivalista, el punk-soul gamberro y el sentimiento lúdico de la vida. The Fleshtones, la banda capitaneada por Peter Zaremba y Keith Streng desde 1976, realiza estos días una extensa gira por España. En tierra de nadie y maltratada por la suerte, esta marca de culto de las cloacas del rock and roll continúa en la brecha. Y anclada en su especialidad: conciertos sudorosos para aliviar los azotes de la vida.

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.

 

Se aproximan a la edad de la jubilación, pero rechazan cualquier atisbo de retirada. “No concibo mi actividad profesional sin pisar España”, comenta airado Peter Zaremba. A sus 55 años, el líder de los Fleshtones defiende con uñas y dientes el legado de su grupo. El combo nunca comulgó con las inclinaciones «arties» del punk neoyorquino en los setenta. Tampoco cuidaron los detalles logísticos que impulsan comercialmente una carrera. Dolido, Zaremba contempla ahora el glosario de discos dispersos en una romería de sellos malogrados. Con todo, el polifacético rockero de Queens –abanderado también de The Love Delegation, locutor radiofónico e introductor del underground en la MTV– piensa ya en el lanzamiento de un nuevo trabajo en breve. De momento, Fleshtones agitarán al público de nuestro país esta semana en Granada (Planta Baja, 18 de noviembre), Murcia (12 y Medio, 19 de noviembre) y Madrid (El Sol, 20 de noviembre).


Eres un gran aficionado a la historia. ¿Cómo ha tratado ésta a Fleshtones?

La historia ha sido injusta con nosotros. La crítica ya lo ha escrito. A veces siento que el tiempo ha pasado de largo y nos ha ignorado. Esto me estremece el alma. Después de todo, ya que no pillamos dinero, el reconocimiento nos hace justicia.

Lleváis treinta y tres años en la carretera, aunque parece que por vosotros no pasa el tiempo.
¿Tiempo? Siempre decimos en nuestros conciertos aquello de “vivimos al margen del tiempo”. Cuando alguien viene a vernos tocar, cruza los límites convencionales del tiempo y el espacio. ¿Enclaustrados en 1966? A eso aspiran infinidad de grupos. Nosotros caemos en esa trampa a veces, pero de manera muy excepcional. ¿Y el presente? Bueno, de eso bebemos bastante, aunque también del pasado y del futuro. El caso, en definitiva, es que no somos nostálgicos. No soñamos con el pasado.

Y no os perdéis una fiesta.
¡Siempre! ¿Dónde hay fiesta? Ah, ¡allá donde andemos nosotros!

Estudiaste en el mismo instituto que Andy Shernoff (Dictators) y Ricky Bird (Joan Jett). ¿Acaso inculcaban el catecismo del rock and roll?
Te refieres al Flushing High School. Sí, resulta extraño porque el instituto era el mejor lugar para desperdiciar la adolescencia, como rezaba el nombre del primer fanzine de Andy [Teenage Wasteland]. Recuerdo que esto ocurría a principios de los setenta. La época en la que se grabó la peor música y se instalaron las peores modas de todos los tiempos. Fueron los años oscuros. Por suerte, pululaban por allí algunos aficionados al auténtico rock and roll. Gente que mantenía viva la llama, como nosotros.

¿Te resignas a la condena de la posición de banda de culto?
¿Condena? No sé si tomármelo así. En cualquier caso, se suele decir que es mejor gobernar en el infierno que servir en el cielo. Tuvimos oportunidades para llegar al mainstream en los ochenta. Ahora creo que nos comportamos como unos locos, en serio. No nos comprometemos en lo que hacemos. ¿Por qué? No lo sé. Dejemos continuar con el culto a los Fleshtones.

‘American beat’ proyectó al grupo hacia un público masivo. ¿Por qué no rentabilizasteis la incursión en el cine?
Sí, ganamos mucha popularidad con ‘American beat’ (1984), nuestro gran-no-éxito. Pudimos aprovechar la situación y mejorar nuestro estatus en la vida gracias a esa canción que aparecía en «Despedida de soltero», la peli de Tom Hanks. Por supuesto, no lo hicimos. ‘I’m gonna knock you ou’ se convirtió en un hit en España con The Love Delegation. ‘Mushroom cloud’ funcionó en las radios griegas. Nunca sabes lo que va a pasar. Es como comprar un boleto de lotería.

 

«Nuestra relación con el CBGB fue dura, por decirlo de una manera suave. Tuvimos que sudar sangre para disfrutar un rato de escenario. Pero el tiempo lo cura todo»

VIEJOS DISCOS Y VILLANCICOS

Tampoco ayuda el peregrinaje por numerosos sellos discográficos, muchos ya desaparecidos. ¿Por qué tanto vaivén entre las compañías?
Sí, de sello en sello como de orfanato en orfanato. ¡Pobres de nosotros! En esta última época hemos publicado cuatro álbumes en Yep Roc. Reconforta sentir que estás como en tu casa. Me aburre pensar en todo lo que hemos vagado por las etiquetas. Nunca hemos aguantado tanto en una compañía. Nunca.

¿Existe alguna posibilidad de reeditar material antiguo?
Oh, ¿te refieres al material lanzado en IRS en los ochenta? ¿El catálogo de Ichiban en los noventa? ¿Esa rareza titulada «Fleshtones vs. Reality»? ¿O tal vez «Solid gold sound»? Sí, nos encantaría recuperar todo eso, pero no está en nuestras manos. Nos duele que muchas de nuestras grabaciones no se encuentren disponibles. Sobre todo porque todas las bandas del mundo, sin importar la calidad de lo que registraron, tienen coquetas cajas recopilatorias que publican para captar a los melómanos más jóvenes y recibir las alabanzas de la revista «Mojo». Es muy frustrante. Quizá deberíamos regrabar las canciones. Fíjate, ahora tocamos mucho mejor.

Hace dos décadas grabasteis aquí el directo «Soul Madrid». ¿Cómo definirías vuestra relación con España?
Excelente. La gente me pregunta por qué seguimos actuando en España. Respondo que cómo es posible que alguien renuncie a venir. ¡Menuda inspiración para el mundo!

Conjuntos como Los Chicos o Dr. Explosion han versionado canciones de Fleshtones. ¿Eres consciente de la admiración?
Y no te olvides de la maravillosa adaptación de ‘American beat’ a manos de Aerolíneas Federales. La llamaron ‘Mi chica dijo sí’. Jorge Explosion vive en su propio país, Fleshtonia, con su pisito en algún rincón entre las montañas de Asturias. Cosas como estas alivian todos nuestros pesares.

Resulta gracioso que un grupo de largo recorrido tenga publicar un disco de villancicos para cobrar visibilidad. ¿Cómo surgió «Stocking stuffer»?
El año pasado lanzamos dos álbumes. Uno de ellos, «Stocking stuffer», es nuestro disco navideño. Me quedo flipado al ver que nuestros villancicos son mejor acogidos que un trabajo como «Take a good look», el último gran cancionero propio que hemos sacado. Verás críticas positivas de los Fleshtones en el «Times» londinense o en el «New York Times». Tendrás que pellizcarte para comprobar que no estás soñando o que el planeta no está a punto de estallar. Ahora estamos listos para grabar un nuevo álbum. Sólo falta el concepto adecuado.

Las composiciones recientes huelen a Nueva Orleans y recuerdan las formas de Jonathan Richman. ¿Cómo metabolizáis las influencias?
Me alegra que percibas la presencia de Jonathan y Nueva Orleans, además de las típicas reminiscencias del garaje que la mayoría de la gente destaca en nuestra música. Richman fue una influencia enorme en nuestra manera de estar sobre el escenario, así como en la forma de enfocar las canciones. Pasamos mucho tiempo en Nueva Orleans en los ochenta. Nuestro manager vivía instalado allí. Siempre hemos amado su tradición musical. Fue un bombazo conocer a artistas como Bobby Marchan y John Fred. O los carnavales del Mardi Grass cada año. Admiramos la música antigua de Jamaica y el R&B americano. Sin embargo, no pretendemos sacar una copia evidente. No somos una banda de tributo. Nos gusta retener lo que más nos atrae de cada estilo. Es lo que llamamos el “ingrediente activo”, que luego combinamos con los demás elementos. Ahí tienes la fórmula del Super-Rock.

Fuisteis una de las últimas bandas que pisaron el escenario del CBGB neoyorquino. ¿Cómo funciona ahora el circuito de salas en Brooklyn?

Nuestra relación con el CBGB fue dura, por decirlo de una manera suave. Tuvimos que sudar sangre para disfrutar un rato de escenario. Pero el tiempo lo cura todo. Ahora mismo, la escena de Brooklyn goza de un caldo de cultivo masificado. Yo no me siento parte de ella, a pesar de que hemos ayudado a impulsarla. Tú podrías contar más cosas que yo de todos estos grupos que se han hecho famosos. Nombres como The Yeah Yeah Yeahs. ¿A qué suenan?

Bueno, R.E.M. jugó en la misma liga que Fleshtones y besó el santo. Y Peter Buck se deshace en elogios cuando habla de vosotros.
R.E.M. tocaron algo que unos cuantos chavales estaban dispuestos a escuchar en su momento. Les esperaban. El grupo no buscó el éxito. Desde luego, no como Fleshtones. Se lo merecen y nos sentimos orgullosos de ellos. No conozco a muchas estrellas del rock, pero Keith [Streng] sigue en contacto con Peter.

The Hoodoo Gurus, vuestros sosias australianos, señalan a Fleshtones como ejemplo de actitud. ¿Qué os motiva?
Tenemos una relación muy fluida con Dave Faulkner [líder de The Hoodoo Gurus]. Su cumpleaños cae por las mismas fechas que el de varios de nosotros. Una de nuestras motivaciones es la respuesta de seres como Dave. O el público de lugares como España. ¿Cómo vas a dejarlo sabiendo que tienes la oportunidad de tocar en Granada? Siempre soñé con formar parte de una banda. Y no cualquier banda: una de las mejores. Tocar es un placer insuperable. Igual que observar al público olvidar sus problemas cuando estamos delante de ellos.

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