«The electric warlock acid witch satanic orgy celebration dispenser», de Rob Zombie

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DISCOS

“Choca encontrarse a un Rob Zombie especialmente directo, porque sabemos cuanto le gustan los efectos de sonido y las introducciones, pero no defraudará a sus seguidores”

 

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Rob Zombie
“The electric warlock acid witch satanic orgy celebration dispenser”

UNIVERSAL

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Con Rob Zombie pasa como con AC/DC, me refiero a que siempre sabes lo que te van a dar y a que para apreciar cambios de un disco a otro hay que ser un fan dedicado. Si no, todos te parecerán iguales. Pero no es así. Zombie, que con «The lords of Salem» demostró ser un director de cine bastante bueno, ha expandido su fórmula musical todo lo posible, pero desde que tiene una banda sólida –con John 5 como mano derecha– ha conseguido ir un poco más allá y dar siempre con nuevas coordenadas en su panorámica de serie B. Su anterior disco de estudio fue su mejor trabajo hasta aquel momento, y en ello influyó este grupo que sabe muy bien cómo apoyar a su jefe. Quizá por ello él se sienta reforzado a la hora de proponerse nuevas formas de enfocar su parametrizada música.

Para «The electric warlock acid witch satanic orgy celebration dispenser» ha puesto en práctica las enseñanzas de la british invasion que tomó al asalto EEUU en la década de los sesenta. Desde luego que no suena a los Beatles, pero sí ha reducido drásticamente la duración de las canciones para llenarlas de información en el menor tiempo posible al estilo de los Fab Four y de tantos otros.

El resultado es un nuevo disco que no defraudará a sus seguidores, aunque al principio choca encontrarse a un Rob Zombie especialmente directo porque ya sabemos cuanto le gustan los efectos de sonido y las introducciones. Pero oye, la compresión le funciona, su característico fraseo sigue ahí y las canciones siguen siendo fabricadas para los pabellones y las arenas. Le da tiempo a meter todas sus ideas y detalles de producción, siendo un buen ejemplo los cantos gregorianos con los que finaliza ‘Satanic cyanide! The killer rocks on!’ y el fantástico tratamiento de voz en el estribillo de ‘In the bone pile’, de frente y cuidado.

Cómo no, el libreto está trabajadísimo, como siempre orientado en exclusiva a los adultos (la pieza central es un divertido dibujo de extraterrestres dándole al tema), parte importante de la experiencia que supone la entrada en el mundo musical de Rob Zombie, que se muestra estable y seguro, con ese pequeño giro que aporta color dentro de su mundo de brutalidad semi industrial. Al final, con él, se acaba tratando de una cuestión de afinidad. O te gusta, o no te gusta. Pero lo que es indudable es que se toma muy en serio su trabajo, y su trabajo es divertirte lo más que pueda. Y sigue siendo muy bueno en lo suyo.

 

 

Anterior crítica de discos: “The mean solar times”, de Stay.

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