Soleá, en la estela sónica de Morente


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“Es de justicia evidenciar su limitación para lidiar con el muro sónico elevado aún más si cabe por sus músicos, la poca soltura escénica que (de momento) muestra, más allá del castañeo con unas postizas y algún palmeado”

 

Este sábado arrancó en Murcia la gira de Soleá Morente, en la que presentó su primer disco en solitario, “Tendrá que haber un camino”. Allí estuvo Miguel Tébar A.

 

 

Soleá Morente
Auditorio Víctor Villegas, Murcia
5 de febrero de 2016

 

 

Texto: MIGUEL TÉBAR A.

 

 

Expectación máxima y público insuficiente en el debut como titular de la hija menos agraciada, vocalmente, del desaparecido Enrique Morente.

Está claro que Soleá no ha tenido la suerte de la que gozara en su momento su hermana Estrella a la hora de dar los pasos exactos en el mundillo de la farándula flamenca, ni tampoco la voz convincente de la primogénita Morente. Afortunadamente, sus paisanos Los Evangelistas se comprometieron moralmente a no dejarla huérfana cuando la invitaron a ser la voz cantante en el “Encuentro” (El Volcán, 2013), una oportuna continuación al “Homenaje a Enrique Morente” (El Ejército Rojo, 2012). También acordaron confeccionarle un traje indie a medida, con el cual intentar que en tal ambiente artístico le pudieran sonar palmas y quizás soñar con que se repita el improbable milagro de “Omega” (El Europeo, 1996). A estas ventajas, ella misma añade su relativa juventud, un nombre de pila que no se olvida y el apellido inmortal.

 

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Pese a no ser la primera vez que la granadina Soleá Morente se subía al escenario, su cita en la sala pequeña del Auditorio Regional de Murcia le será recordada como el inicio de su gira de presentación de “Tendrá que haber un camino” (el Volcán/Sony, 2015) y en consecuencia de su carrera como solista. Una responsabilidad compartida al poder contar entre los miembros de su banda con una buena representación de la escena alternativa vecina al Sacromonte. Antonio Arias (líder de Lagartija Nick) lleva las riendas del supergrupo como demuestra en ‘Dama errante’ –tema que dejó adaptado don Enrique del siempre presente Leonard Cohen–; Miguel Martín (guitarrista de Lory Meyers) siempre cerca de su compañera; Floren Muñoz (co-creador de Los Planetas) siempre distante del resto; Edu Spin (hijo de Carmen Linares) rasgando acústicamente los escasos ecos flamencos; Mafo (batería de Pájaro Jack) soportando toda la responsabilidad rítmica en ausencia de bajo; JJ Machuca (teclista de Lory Meyers) destacándose como el mejor acompañamiento cada vez que le tocaba a él mismo quedarse a solas con la debutante –como en la primera tonadilla del concierto y en los dos célebres bises ‘Palabras para Julia’ y ‘Pequeño vals vienés’ –, y el espíritu de un ausente Jota (cantante de Los Planetas) en temas como los fandangos ‘Arrímate’ y como un certero ejemplo de la máxima “Si yo puedo cantar cualquiera puede hacerlo”.

Ciñéndonos a lo visto en la propia representación en directo de un álbum de pop –tan bien recibido por parte de los compañeros de profesión y que puede hacerse tan cómodo de escuchar como a Julee Cruise en “Twin Peaks”–, es de justicia evidenciar la limitación que tuvo Soleá para lidiar con el muro sónico elevado aún más si cabe por sus músicos, la poca soltura escénica que (de momento) muestra más allá del castañeo con unas postizas y algún que otro palmeado, la contenida actitud rock con los puños en alto y una pulsera con tachuelas y el uso abusivo del efecto reverberator durante todo el concierto –especialmente en ‘Dormidos’, único capítulo leído de Los Evangelistas–.

 

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En la hora y poco que duró su primer concierto oficial, los comprensibles nervios estuvieron bien presentes en la no cantaora Soleá Morente, así como las trece canciones del disco en idéntico orden –con la permuta final de ‘Todavía’ por ‘Esta no es manera de decir adiós’, la tercera con firma de Cohen en el repertorio elegido–. Tuvo tiempo suficiente para colgarse la guitarra acústica en ‘Vampiro’, destrozar por vía electrónica la ingenua ‘Tonto’ y hacer ver que le sientan muy bien las baladas de corte La Bien Querida como ‘Nochecita sanjuanera’, augurándose un futuro inexistente como flamenca profesional e incierto como intérprete pop en el hiperbólico mundillo de sus mecenas. Quizá la siguiente parada, que será en su ciudad natal, le haga sentir más segura y vitoreada. El resto es que pudiera seguir rodeándose de músicos y compositores relevantes, pues el linaje ya le protege.

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