“Sigo siendo el mejor, dice Johnny Angelo”, de Nick Cohn

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LIBROS

“Un relato en que el fulgor juvenil, desmesuradamente eléctrico, de una estrella futura, explota en colores y miseria”

 

 

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Nik Cohn
“Sigo siendo el mejor, dice Johnny Angelo”
LIBROS WALDEN

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Que Johnny Angelo es el mejor, está fuera de toda duda. La historia en que Nik Cohn relata el auge y la caída de esta estrella del rock, también. De hecho, Bowie lo cita como uno de los motores fundamentales del “Ziggy Stardust”. Cohn, autor de uno de los libros canónicos de la historia del rock —el primero, seguramente—, escribe cuando apenas tenía diecinueve un relato en que el fulgor juvenil, desmesuradamente eléctrico, de una estrella futura, explota en colores y miseria. Fíjense, en el 67 habla de una guitarra eléctrica dorada y sembrada de purpurina. ¡Años antes del glam! Más trazas glitter. Su entrada en cada ciudad donde da un concierto, lleva como séquito un circo de cincuenta personas.

Johnny ya es una estrella al nacer, a los cuatro años, a los diez. Johnny hace las cosas porque es Johnny Angelo. Su visión de Little Richard y de unos teddy boys moteros es una suerte de epifanía que lo convierte en mito, en alguien fuera del tiempo. Viene a ser un remedo de lo que el inquieto autor vio a los diez años en su Derry natal y que le hizo observar la realidad como escenas de un poema épico, con héroes y olimpos. Y hasta hay un mentor del Johnny semidiós, un extraño doctor con un frasco de cristales de placer, su Merlín particular en una historia que viene a ser como una leyenda artúrica, incluso con familia disfuncional que parece no ser la suya.

La figura, según Cohn, está tomada de un cantante de los sesenta —entonces leyenda, hoy olvidado—: P. J. Proby. Desmesurado, grandilocuente, estrella sin cielo, Proby es el ejemplo máximo de lo que el rock tiene de fugaz. Así, el estilo de la obra bebe de estos chispazos eléctricos: frase corta, continuos eslogan, visiones alucinadas. Literatura pulp y pop porque —no se confundan—“Sigo siendo el mejor, dice Johnny Angelo” no es un libro sobre el pop: es pop. La visión en literatura del dulce Londres escrita por un individuo amigo de The Who y que fue el origen de la idea de “Tommy”. Y de “Fiebre del sábado noche”, por otra parte.

Johnny Angelo es contradictorio, un cóctel que es el mensaje que viene de su creador. El pop es provocación, es efímero, es juvenil y es maravilloso. El pop es un sueño, es muerte y destrucción, capricho y emoción pura. Y el pop, en un final pesimista, se ha acabado en 1967, los jóvenes que dos años antes dominaban el mundo —Rollings, Beatles—, ahora están con un pie en el geriátrico. Por ello, Cohn marcha a Estados unidos, se reinventa y acaba en la escena hip hop con los marginados, los nuevos revolucionarios, los nuevos contadores de historias, como él, como Nik Cohn, un juglar de la Edad Media que no encontró acomodo en el siglo XX.

Anterior crítica de libros: “¿Qué me estás contando?”, de Fidel Moreno.

 

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