Sidonie: Besando a la máquina

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«Vivimos en un mundo tan digital que al final tienes ganas de abrazar a una persona, de tocar madera o de beberte un whisky. Y para mí la palabra LP tiene unas resonancias que me hacen sentir muy cómodo»

 

Sidonie se enredan con la electrónica en su nuevo disco, «Sierra y Canadá», que Marc Ros desmenuza en esta entrevista de Chema Domínguez.

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Fotos: CARLSE RODRÍGUEZ.

 

 

Sidonie hacen fácil lo difícil, en una particular montaña rusa emocional han dado con una tecla nueva, mejor dicho, con dos: «Sierra y Canadá». Dos personajes que incorporan importantes novedades sonoras producidas por Santos & Fluren, que desde su participación en «La noche eterna. Los días no vividos» de Love of Lesbian no paro de oír sus nombres, al igual que sucedía con Stock, Aitken & Waterman, afortunadamente con trabajos mejores y más originales que el popular trío británico, dónde va a parar. Si ya fue brillante el tuareg cósmico que plantaron en la portada de «El fluido García» (2011), Marc Ros ha ideado un paso aún más atrevido para «Sierra y Canadá», combinado perfectamente con las sorpresas electrónicas que trae el repertorio donde no faltan cantos vitricidas (‘Rompe tu voz’), robots humanizados (‘Canadá 2’), música y cine (‘Gainsbourg’), relaciones tóxicas (‘Olvido y Morfina’), manifestaciones emotivas y un tanto psicoactivas (‘Estáis aquí’)… De todo. Axel Pi, Jesús Senra y el citado Marc siguen creciendo, rechazando instalarse en el merecido éxito que cosecharon con «El incendio» (2009), fijando una cota nueva de la que Marc es el autor principal salvo en ‘La noche sin final’, con él hablamos del nuevo artefacto sonoro.

Sin rodeos, ¿quién es Sierra?
[Risas] Me has puesto en un aprieto, porque no esperaba esa pregunta de ningún periodista y de repente tengo que responder. Sierra es una persona que conozco, la historia de ‘Sierra y Canadá’ está basada en hechos reales, he hecho la fábula de los robots, pero en Sierra me he basado en una persona que conozco.

Escogéis como primer sencillo ‘Sierra y Canadá (historia de amor asincrónico)’, toda una avería emocional. ¿Es el punto de partida de todo el proyecto?
Exactamente, sí, coincidió que ya empezaba a tener ganas de tocar y componer en casa porque la gira de «El fluido García» ya estaba asentada. Y de repente me vino esta historia porque estaba muy presente en mi vida, me estaba afectando y la única forma que tengo de silenciar ciertas preocupaciones es tocando un instrumento y contando este relato.

«Sierra y Canadá» encierra muchas más historias, pero sobre todo viene con interesantes novedades sonoras. ‘Rompe tu voz’ abarca desde el glam rock de Glitter hasta Kraftwerk, asomando también el ‘Eisbär’ de Grauzone, aunque esto ya es suposición mía. ¿’Rompe tu voz’ explica la inédita mezcla de ingredientes que desarrolláis en «Sierra y Canadá»?
Este último no lo he escuchado, lo escucharé, seguro. Junto a ‘Yo soy la crema’, es una de las canciones que la explican, sí, porque tiene un muestrario del teclado que se ha usado en todos los temas a la hora de componerlos e interpretarlos; el teclado es un Lowrey, que es una imitación del Hammond, fantástico, y ‘Rompe tu voz’ con esta base electrónica nos hizo pensar si teníamos huevos para hacer esto y sí, sí, sí, es bueno el ejemplo, esta y ‘Yo soy la crema’.

Ahora que abres el tarro de ‘Yo soy la crema’, también está ‘Un día de mierda’ donde apartáis la simbología del disco por una crítica patente.
Claro, jugar un poco con la ironía, aparcar un poco las imágenes, el truco poético y tirar un poco de conversación de bar como es ‘Un día de mierda’, o tirar de una cosa narrativa en ‘Yo soy la crema’. Personalmente me apetecía mucho, y aquí siempre está la vieja escuela de Ray Davies, compositor de los Kinks, que era capaz de tocarte una historia que fuera bailable, cantable y que tuviera un principio, un nudo y un final. Me parece maravilloso.

Es el enlace con vuestro anterior disco, «El fluido García» que expresaba más esas ganas de gritar.
Exactamente, no todo es metálico-electrónico, sino que hay momentos para eso.

Otra influencia vital de Sidonie es el cine, en ‘Sierra y Canadá’ está claramente en ‘Hiroshima mi amor’ y ‘Gainsbourg’, que por si solo ya sintetiza música y cine.
El cine siempre ha estado presente en todos los discos de Sidonie, en «Costa azul» (2007) de una forma muy profusa: se citaba a Mastroianni, a la Nouvelle Vague, Fellini, etc. Porque no solo nos alimentamos de música, también desde una conversación hasta ver un cuadro, la película que has visto… Nos gusta mucho el cine.

Y emplear la figura de ‘Gainsbourg’ siempre está bien.
Creo que haberle colocado en este disco le da ese punto, quería esta figura un poco masculina para compensar lo femenino del disco y que ‘Gainsbourg’ se encargara también de poner un poco de oscuridad, incluso se habla de asesinato en la canción, algo más retorcido.

La afluencia francesa persiste en el trueque de ‘Hiroshima mon amour’ a ‘Hiroshima mi amor’, ¿es un emblema para Sidonie?
Totalmente, pero más que nada me fascinaba ese título traducido porque de alguna manera me sentía como esa cosa nuclear y apocalíptica que es la película, que es inquietante.

La psicodelia alcanza a vuestras portadas, al diseño de cada repertorio que estrenáis. En esta ocasión habéis optado por el rosa, aparecéis rayados o faltos de líneas y suplantados por tres swingers.
Sí, del swing de los años treinta. Queríamos ofrecer algo que tuviera relación con el artificio del disco, como ha sido un disco de estudio, básicamente de laboratorio, pensé en que nos deberíamos poner batas de científicos para hacer este trabajo: no pasamos por el local de ensayo ni un solo día, grabamos directamente y las máquinas nos ayudaron a hacer el disco. Entonces, la portada tenía que ser de color artificial, no natural, como es el rosa; y con esa identificación que son muñecos de los años treinta, son modelos de la alta costura y yo buscaba esto.

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«Seguramente sin el sentido del humor no habría salido este disco. Y por cierto hay una canción que no sale en el disco que se llama ‘Federica Felina’ que en algún momento se editará en alguna plataforma, te la recomiendo porque ahí si tiramos de humor»

 

Hemos citado en varios momentos el abordaje electrónico que trae «Sierra y Canadá», pero cuéntame ¿cómo sucede la puesta en común?
Hemos llegado por separado porque era música que a lo mejor no compartíamos en la furgoneta, ni en el estudio de grabación, ni en el ensayo, pero por separado sí que íbamos escuchando. Y especialmente yo en los últimos dos años la he escuchado de una forma casi obsesiva, necesitaba de algún modo… no quería guitarras o que las guitarras fueran un adorno, como en el caso de Human League, por ejemplo. Entonces solo podía escuchar esto y en el momento de hacer las canciones dije «si hiciéramos un disco acústico no me lo creería, y es que tampoco me apetece». Entonces en el estudio salió todo esto.

Es interesante cómo recogéis también influencias del tecno y el synth pop que podían atesorar nombres como los OMD de «Architecture & morality».
Es que son discos muy, muy interesantes. Me gustó mucho cuando salió Kraftwerk, porque todos esos grupos ingleses se volvieron locos y lo que aportaron fue la melodía, cosa que los alemanes no tenían, con todos los respetos a los alemanes. Y ese momento del pop me parece genial.

Hombre, Trio con ‘Da Da Da’ se marcaron un clip con algo de melodía casiotónica y, lo mejor, con mucho sentido del humor.
[Risas por ambas partes.]

Para «Sierra y Canadá» manejáis contrapuntos como ‘Estáis aquí’ que puede seguir la estela de ‘El bosque’ y ‘El incendio’, potente, posible himno para conciertos y en casa.
Por primera vez no cantaba yo el estribillo sino que me acompañaba un grupo de gente, no eran coros, nos juntamos en el estudio de grabación todos para cantar el estribillo, como invitar a que mucha gente pueda corear ese estribillo sin que esto sea malo ni peyorativo, incluso en festivales. Queremos hacer de esta canción una fiesta cuando llega el estribillo, que a lo mejor no pasa, pero esta canción habla de echar de menos a los amigos en una situación compleja, la de un tipo que vuelve de gira, se va al hotel, está destrozado, acaba de hacer una «room party» con gente que no conoce, le viene un subidón raro del bajón de todo lo que se ha tomado y en ese momento piensa «tranquillo que no estás solo, aquí están tus amigos, tu familia, ¡estáis aquí!».

En una entrevista reciente con Carlos Sadness, compañero vuestro en el sello Octubre, comentaba que hablar del amor era un disfraz para hablar de muchas otras cosas, una excusa, un anzuelo que se pica para llevarnos adonde el autor quiera. Con ‘Las dos Coreas’ vosotros lo habéis hecho exactamente al revés.
Es la canción más externa, la que se aparta más. Supongo que estaba tan deprimido que cuando me crucé con una pareja que estaba muy enamorada, los proyecté en un futuro y no vi nada bueno. Pensé, mira, son como el gato y el perro, como Tom y Jerry como las dos Coreas. De ahí nace el tema, te deja un poco mal cuerpo al final porque también es algo oscura; pero musicalmente es de la que tenemos más ganas de tocar en directo porque creo que tiene mucha riqueza y mezcla cosas muy interesantes, aparentemente difíciles de mezclar como Kraftwerk, tal y como has dicho, y los Doors, me parece un subidón.

Tiene esa parte de ‘Riders on the storm’…
…O ‘When the music’s over’.

Todavía en plena adaptación a las formas de comunicación, difusión y venta por parte de las compañías al mercado digital, ya se puede ordenar la pre-venta digital de «Sierra y Canadá» pero citándolo como elepé de toda la vida: ¿romanticismo, forma de resistencia, no saben como llamarlo?
Es para no perdernos, a veces necesitamos esa sincronía o ese tipo de nombres para no andar muy perdidos; vivimos en un mundo tan digital que al final tienes ganas de abrazar a una persona, de tocar madera o de beberte un whisky. Y para mí la palabra elepé tiene unas resonancias que me hacen sentir muy cómodo.

Aunque la entrevista se publicará poco antes del lanzamiento oficial de «Sierra y Canadá», la estamos realizando dos días después del veintitrés de febrero y del polémico triunfo del falso documental de Jordi Évole sobre el 23 F. ¿El sentido del humor es la tabla de salvación que nos queda para recomponernos?
Siempre, siempre. Sobre todo nosotros, hemos aprendido a lo largo de los años a reír de nosotros mismos sin ningún tipo de problema y si es delante de un periodista, de un periodista, si es delante del público, del público. Creo que es un ejercicio buenísimo de salud, y nos ha ayudado a mantenernos juntos.

De hecho coqueteáis con recursos muy irónicos en «Sierra y Canadá», al principio se diría que buscáis una lectura inicial cercana al enredo, a una situación casi cómica.
Seguramente sin el sentido del humor no habría salido este disco. Y por cierto hay una canción que no sale en el disco que se llama ‘Federica Felina’ [risas de los dos] que en algún momento se editará en alguna plataforma, te la recomiendo porque ahí si tiramos de humor. Es como reírnos del disco, de nosotros mismos y de la madre que nos parió.

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