Rockola, Discos. 26 de junio de 2009

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The Starlets
I wake up dreaming

DISCOS DE PASEO

El propio grupo ubica sus canciones bajo la lluvia de Glasgow, aunque estas resultan tener un carácter bastante más generalista que el del chubasco. Todas las composiciones contenidas en este I wake up dreaming (editado especialmente para el mercado español) se mueven en climas y estaciones, pero igual que melancólicamente funcionan a la perfección bajo cielos grises, no es menos cierto que su ambiente etéreo encaja igual de bien en una estrellada noche de verano, en primavera, otoño e invierno. The Starlets nutren el espíritu de sus composiciones de atmósferas taciturnas, emplean recursos eficaces de forma constante aunque no repetitiva, jugando con distintos registros dentro de un eje claro.
Todo un acierto descubrir para el público español a una banda que encaja dentro del movimiento alternativo más sensible. La tristeza pop comanda canciones como la bonita “All to make you feel brand new”, pero llaman especialmente la atención cuando combinan estos medio tiempos tan emotivos con su particular manera de entender el rock de guitarras. Sin estridencias, “Rocking in a shy way”, “Hypercool” y “Radio friendly” ponen sobre el tapete canciones que en manos de otros podrían sonar a género de segunda pero que mediante The Starlets alcanzan un nivel intelectual que debería generalizarse en el mercado independiente.
La carga poética no agobia, aunque es importante destacar títulos tan memorables como “Running out of Saturday”, evocador y catalizador de lo que la banda recoge en sus canciones. Como regalo, I wake up dreaming incluye dos temas inéditos (“We’ll go driving #1” y “There is no God above”) que encajan a la perfección dentro de la selección presentada. Si te gustan Belle and Sebastian, te gustarán The Starlets.
JUANJO ORDÁS.

Carlos Núñez
Alborada do Brasil

SONY

Seguir la endeble pista de un bisabuelo músico que jamás regresó ha llevado a Carlos Núñez a un descomunal trabajo de investigación sobre la Galicia que vive en Brasil. Y no se tarda mucho en descubrir que este “disco brasileño” del gaiteiro vigués no es un capricho turístico ni obedece a ninguna moda coyuntural. Consecuencia natural de un largo proceso de tres intermitentes años de convivencia local, el proyecto se fue generando poco a poco; tirando del sustancioso ovillo que le iban colocando los músicos y personajes que fue conociendo por el camino, muchos de los cuales ha conseguido tener en el disco.
Y cuando ha llegado alguien de fuera –caso de The Chieftains– ha sido para enfatizar –con ese punto narrativo tan propio de ellos– una “realidad Atlántica local”, reflejada en esa maravillosa historia de navegantes ingleses que buscaban una isla llamada Y-Brazil, hasta que poco a poco ésta fue desapareciendo de los mapas.
Está claro: cada pieza contiene una historia diferente. Como siempre, en ese mágico limbo en el que se funde la realidad y la leyenda (cada pieza contiene una canción diferente, y no hay ni una sola que se parezca a otra). Desde Salvador de Bahía y la panadería donde Carlinhos Brown tuvo su primer empleo gracias a un gallego (“Padaria elétrica da barra”) hasta el interior “mineiro” de Minas Gerais, representado por esa bellísima canción de Milton Nascimento (“Ponta de Areia”).
El disco es una pequeña gran obra de arte. Tiene una fuerza especial que va mucho más allá de la rúbrica personal de sus propios protagonistas (da igual que se trate de Carlinhos Brown, Adriana Calcanhotto, Jacques Morelenbaum o incluso del propio Lenine, que canta estupendamente en “Nau bretoa”, y que ya reveló por estas páginas que Carlos Núñez había sido uno de sus mejores “parceiros”).
Alborada do Brasil suena a un Brasil diferente al que conocemos. Se le reconoce, está claro, por su facilidad para identificarse entre tanta mezcla de elementos, muchos de samba y batucada, y algunos hasta de hip hop (produce Alê Siqueira, el “cuarto Tribalista”). Y esto es Brasil. También un Brasil bretón, irlandés y galaico-portugués que suena a cantigas y alboradas. Una maravilla.
GERNOT DUDDA.

Varios
Más achilifunk. Gipsy soul from the 21st. Century

LOVE MONK

Nunca ha estado muerta, desde luego, pero tampoco de parranda. La rumba catalana lleva casi cincuenta años –¿se celebrará este aniversario?– sin darse tregua, sin descanso. Armando bulla en sus bodas y en sus bares. Lo que es preciso es que alguien abra un poco la cortina y nos lleguen los sones. Y en este caso, un par de temporadas después de que saliera el primer volumen del Achilifunk como antología de clásicos, el diseñador, activista y locutor Txarly Brown destapa de nuevo el tarro de las esencias y presenta un segundo volumen.
Lo fácil hubiera sido recurrir a éxitos actuales. Pero el paso en firme era éste: construir un disco lleno de colaboraciones y remezclas, aliñado codo a codo con los mejores productores. Seguramente hablarán las crónicas de nuevos caminos, de visiones modernas, cuando en la rumba nada es nuevo ni nada es antiguo. Simplemente fagocita, asume y bate canciones, estéticas y sonoridades. Imposible explicar si no que la canción que parece más deslumbrante sea “El pan y la sal”, una sociológica proclama del Chacho de los sesenta, también interpretada entonces por el escurridizo aliento de El Noi. Bases de blackexplotation, wah-wah y tumbao latino se alían en proporciones adecuadas para que el cóctel sepa ligero y sabroso.
Ésa es la mágica labor de la producción aquí, acoger esquemas sonoros ajenos para convertirlos en material discotequero, no solamente bailable. Así Los Manolos lo consiguen aplicando las trazas de los gitanos de la cabra –cuidado, que es un elogio–, Mantecao los supera en una versión de “Ni más ni menos” entre los teclados de gasolinera y los autos de choque, Gertrudis son tratados como portorriqueños, Ai Ai Ai desenvuelven un garrotín hip-hop y Peret, como siempre, arrasa. Canciones que plantan cara desde géneros proscritos, desde la calle. Éste es, simplemente, nuestro soul.
CÉSAR PRIETO.

Los Coyotes
La estación fantasma/Grabaciones completas de la Era Punkabilly 80-85

ELECTRO HARMONIX

Los Coyotes fueron siempre un grupo que anduvo a contrapié durante los años de La Movida. Nacieron como una banda de rockabilly pero, poco a poco, fusionaron sus raíces rockeras con el punk, siguiendo el rastro de bandas como los Cramps o los Meteors y por eso fueron una rara avis en un panorama musical dominado por las agrupaciones de pop. Entre 1980 y 1985 grabaron un ramillete de poderosísimas canciones en las que ya se podía intuir algunos retazos de la “latinidad” que a partir de ese mismo 1985 se apoderaría definitivamente del alma de Víctor Aparicio, el carismático líder y poderoso cantante de Los Coyotes.
Electro Harmonix, el sello subsidiario de Munster especializado en rock sudamericano, ha recuperado las grabaciones de aquella época en un vinilo de diez pulgadas. El miscrosurco incluye rarezas como “El rey del billar” y “Aquel lugar”, de la primera maqueta de la banda. Tampoco faltan “Extraño corte de pelo”, la historia de un joven que quiere cortarse el pelo a lo cherokee; “Líos en el cine” o la “Estación fantasma”, todas ellas de su primer EP.
El grupo evolucionaba más deprisa de lo que sus seguidores podían asimilar y en su maxi del 83 ya incluían temas de surf punkabilly como “Encuentros con la patrulla costera” y sobre todo, “Trabajando en el verano”, una canción que continúa sonando tan excitante hoy como hace 25 años. “Pepe”, un tema del LP Mujer y sentimiento (1985), la primera grabación totalmente dominada por las influencias latinas. Tampoco acertaron en ese momento Los Coyotes, cuya propuesta fue ignorada por un público más pendiente de propuestas más “modernas”. Aparicio y sus Coyotes fueron unos adelantados para su tiempo y por eso las canciones de esta recopilación tienen ese “nosequé” que las convierten en piezas perennes del rock español.
ÀLEX ORÓ.

Pereza
Baires

SONY

Singular proyecto que no defrauda, aunque se esperaba más. Singular por lo que trata de conmemorar, no por su preciosa edición (cada vez se dan más este tipo de lanzamientos de lujo destinados a los fans más entregados, ¿pensará la industria salvarse así?) sino porque documenta el inicio de la carrera argentina de Pereza.
El libro de fotos se antoja desaprovechado, pues por sus páginas se reparten con generosidad instantáneas que bien podrían haberse maquetado de forma distinta, recogiendo aún más material gráfico. Así mismo, tampoco habría estado de más que el dúo se hubiera marcado unas cuantas líneas de texto a modo de complemento. La presentación es excelente pero no lo es todo. No obstante, Baires no se nutre solo de un álbum, en su interior encontramos un CD con grabaciones inéditas de audio (más una entrevista de Ángel Carmona) y un DVD con el documental que da título al lanzamiento (¿o es al revés?).
Del material en audio podemos decir que está dedicado a completistas, aunque recoge un puñados de buenas canciones. Por fin editan las versiones en estudio de “No queremos ser como los demás” (casi low-fi) y “Rum, rum” (ambas contenidas en el DVD en directo Barcelona). Las dos canciones fueron grabadas precisamente en Argentina, durante la experiencia Laboratorio Ñ, por lo que cuentan con invitados de lujo como Karlos Arancegui y los hermanos Ferreiro, entre otros. Ambos temas suenan mejor en estas encarnaciones en estudio que en las versiones conocidas hasta ahora, ¡aunque tampoco son de lo mejor de su cosecha! (¿Por qué esa fijación con un tema simplemente simpático como “Rum, rum”?). Pero ahí no acaban las grabaciones porteñas, pues de la misma época vienen las correctas “En el bar de la esquina” ( de Albert Pla) y “En una noche cualquiera” (un tema de Rubén, esta vez de buen nivel).
Finalizando el lote de las canciones se encuentra “Señor Kioskero” (del argentino Pity Álvarez), supuestamente procedente de las sesiones de grabación de Aviones, su futuro nuevo disco. La canción viene a beber de la mezcla eléctrica y acústica del Sticky fingers de los Stones. Pero el apartado de audio no finaliza con las canciones, sino que incluye lo que viene a ser uno de los grandes alicientes de Baires: una entrevista a Rubén y Leiva dirigida con muy buena mano por Ángel Carmona, llena de sinceridad y momentos de hilaridad espontánea.
Respecto al documental, es necesario decir que podría haber dado muchísimo más de sí. Es divertido, técnicamente muy bien realizado y se aprecia el enorme cariño con el que se ha hecho pero se echan en falta muchísmos más temas en vivo. Cierto que la idea es documentar a una banda masiva de rock español volver a comenzar desde abajo en un país casi extranjero, pero solo tres temas en vivo resultan muy pocos. La mayoría de las imágenes en vivo vienen a estar combinadas con el sonido de los temas en estudio, echándose de menos el sonido de Pereza en directo. Cierto que con apenas unas pocas cámaras no puede rodarse un concierto entero pero unos diez temas esparcidos por el minutaje habrían elevado a Baires a la categoría de artículo de lujo. El reportaje funciona bien, es tremendamente entretenido y se devora de una vez, lleno de momentos cómicos y de fuerza rockera, con declaraciones bastante certeras por parte de los dos componentes del grupo, que demuestran que simpatía y seriedad se pueden combinar.
JUANJO ORDÁS.

John Scofield
Piety Street

EMARCY/UNIVERSAL

John Scofield es un guitarrista virtuoso y excesivo que ha probado muchos frentes y, como tal, hay que disfrutarle y apreciarle. Pero abrazando uno de esos momentos en los que un músico se para por un momento y echa una mirada para comprobar de dónde viene, se ha grabado un disco de blues como manda la ley de los doce compases. No es del todo un disco de blues sino de gospel –por la elección de los temas elegidos y la idea de hacer algo próximo a Nueva Orleans que se saliera de lo común–, con un recio y pintoresco sonido de “rhythm & blues” y una banda de aúpa que cuenta con dos vocalistas excelentes –John Cleary y John Boutté–, al ex The Meters George Porter Jr., a Ricky Fataar y a Shannon Powell, músicos habituales de Bonnie Raitt y Harry Connick Jr. Lo llama “old time gospel music”, pero lejos de parecer un manual histórico –mezcla cosas con muchísima ocurrencia– son trece piezas repletas de júbilo –por supuesto–, pensadas para disfrute de los propios músicos, los primeros. Pero la Historia también manda y ahí están, gloriosas, esas canciones de Dorothy Love Coates, Thomas A. Dorsey, Rev. James Cleveland, Mahalia Jackson e incluso –sí, por qué no– Hank Williams.
GERNOT DUDDA.

Crippled Black Phoenix
200 tons of bad luck

LOCOMOTIVE

¡Los Pink Floyd de la Revolución Industrial! Olvidaos de etiquetas pretenciosas, estos tipos son unos verdaderos viajeros cósmicos del siglo XIX. Crippled Black Phoenix son una batidora que lo mismo entona un himno corla crepuscular que emparenta el folk con las estrellasy un poquito de psicodelia, evidenciando una fuerte influencia por parte de los de Waters y Gilmour.
Este colectivo formado por miembros pertenecientes a bandas de renombre dentro del panorama alternativo (Iron Monkey, Mogwai…) se entrega a densas y largas canciones que no aburren por que se trata básicamente de pequeñas suites que albergan múltiples motivos y cambios de ritmo dentro de ellas. Efectivamente, no hablamos de un grupo para todos los públicos. Es más, aquellos que decidan dar una oportunidad a la banda deberían colgarse los auriculares y dedicar tiempo y paciencia para disfrutar de unos temas góticos, intrincados pero que tocan la fibra si se les permite.
Crippled Black Phoenix van a su ritmo, no parecen pensar en nada más que no sea su música. Solo eso explica que el tercer tema del trabajo dure un cuarto de hora sin intervenciones vocales. Eso es ponérselo difícil al oyente, casi retarle, lo cual no esta nada mal en estos tiempos de productos de usar y tirar.
JUANJO ORDÁS.

 

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